Un plazo largo desde la perspectiva doméstica, pero ambicioso desde la práctica.
El distrito, que dirige Horacio Rodríguez Larreta, juega con ventaja. Ya
cuenta con un camino recorrido en la materia: siete años de trabajo en los pasos
que siguieron las ciudades más comprometidas del mundo dieron como frutos dos
planes de acción contra el cambio climático. El primero, lanzado en 2009 y, el
segundo, en 2015.
Este trabajo posicionó a la Capital como una de las diez ciudades líderes en cambio climático. La principal razón fue el cumplimiento del Pacto de Alcaldes, impulsado también por C40, tres años antes de la meta asumida en el compromiso de cinco puntos firmado por Macri en 2015.
Buenos Aires enfrenta ahora un desafío mayúsculo. Deberá, en 2050, lograr
entre sumas y restas un resultado cero a la hora de contabilizar sus emisiones
de gases de efecto invernadero. Hasta ahora la suma le da 12.928.646 toneladas,
según los últimos datos oficiales.
Tarea titánica y aún más relevante si se tiene en cuenta que, según la Organización de las Naciones Unidas, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades para 2050, y son estas áreas las que generan el 70% de los gases que producen el aumento de la temperatura del planeta.
Para lograrlo, deberá, por un lado, reconvertir las actividades que generan GEI mediante la implementación de medidas como el fomento de transporte público sin emisiones, la generación de energías limpias, aplicar políticas de eficiencia energética y avanzar en un plan de manejo de residuos, sólo para señalar algunos ejemplos.
Deberá, además, compensar las emisiones restantes mediante sumideros de carbono: espacios verdes y arbolado, entre otros.
Esta tarea requerirá del compromiso de los vecinos para conseguir modificar los hábitos de consumo actuales: el 54% de las emisiones de GEI en la ciudad proviene del consumo energético, fundamentalmente domiciliario.
Para el planeta es una buena noticia, pero para los porteños aún más. Las acciones que deberá tomar la Capital para cumplir con este compromiso generarán como contraprestación una mejora en la calidad del aire, del agua y del suelo, a la vez que impulsará un aumento en la biodiversidad.
La firma del acuerdo neutralizará la contribución de Buenos Aires al calentamiento global, con acciones para reducir sus emisiones reales y proyectos que compensen lo que emita. Se trata de una profundización del plan de acción y es prueba de que el ambiente es una política de Estado de Buenos Aires.
Si bien, por el momento, fueron 25 las ciudades firmantes, es un compromiso por imitar, que posiciona a la ciudad como pionera en el país y como un ejemplo en el mundo. Deberían ser más las metrópolis que adhirieran. Deberíamos ser los vecinos, también, quienes contribuyéramos a que esta noticia no quede sólo en un anuncio.