Esto generó en el mercado local inquietud política, ya que dicha medida debería ser consensuada con el resto de los países de la región y, fundamentalmente, con la Argentina, que es su principal proveedor.
Brasil, uno de los mayores importadores mundiales de trigo, también tuvo
problemas climáticos como la Argentina y el volumen de su cosecha se verá
afectado, con una caída desde los casi 7 millones de toneladas de la cosecha
2016/2017 a algo menos de cinco millones de toneladas. En consecuencia, para
lograr el abastecimiento de su mercado interno deberá importar más de 7 millones
de toneladas.
A ese necesario aumento de las compras externas debemos sumar que no sólo Brasil fue afectado por el déficit hídrico y por las heladas, sino que Paraguay, que suele ser otro de los proveedores brasileños de trigo, también pasó por las mismas adversidades climáticas.
En la Argentina, a pesar de las complicaciones productivas aún se apunta a una producción de entre 16 y 17 millones de toneladas de trigo. Entonces, si estimamos un stock final de la cosecha 2016/2017 de 1,5 millones de toneladas y que el año comercial que estamos a punto de iniciar finalizará con un stock de 1 millón de toneladas, el saldo exportable oscilará de 10 a 11 millones de toneladas, una vez abastecida la demanda local de la industria molinera y semillera.
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De ese saldo exportable es prácticamente un hecho que en los primeros meses del
año comercial se logren vender 3 a 4 millones de toneladas en destinos extra
Brasil, teniendo en cuenta que entre mitad de noviembre y fines de febrero
nuestros embarques suelen ser competitivos en el mercado internacional. Un claro
ejemplo de ello fue la venta de trigo cerrada con México hace pocas semanas, en
la que se desplazó a la habitual oferta estadounidense.
No hay que temer a la tan comentada apertura brasileña, por un lado, porque no nos generará imposibilidad de colocación de nuestro saldo exportable, y por el otro, porque es algo que habitualmente sucede, ya que en general Brasil genera un cupo de importaciones libre de tasas para beneficiar de manera particular la demanda del norte del país, que está evidentemente con desventaja de fletes para hacerse de nuestro trigo y que tiene la posibilidad de hacerse de mercadería en los puertos del Golfo.