La victoria de Cambiemos en 13 de los 24 distritos electorales el domingo 22 de octubre es un hito histórico. La misma nos permite pensar en Mauricio Macri no solamente como el primer presidente de centroderecha en legitimarse democráticamente, sino también como el primer presidente no peronista que termine su mandato desde 1928. Más aun, esta elección podría reconfigurar el sistema de partidos que emergió tras la transición democrática terminando un proceso que comenzó con la crisis de 2001. Ambos logros están vinculados a la fragmentación del peronismo, que ha sido clave tanto para el batacazo electoral como para la gobernabilidad de esta administración.
Cambiemos se impuso en las elecciones legislativas de este domingo con más del 40% de los votos a nivel nacional. Al hacerlo, mejoró sus resultados respecto a las PASO de agosto (donde obtuvo el 36%) y a la primera vuelta de 2015 (cuando recibió el 34%). Estos guarismos recuerdan a la elección legislativa de 1985 cuando la UCR, liderada por Raúl Alfonsín, ganó en 21 de los 24 distritos electorales sacando más del 43% de los votos frente a un peronismo dividido. Incluso en la provincia de Buenos Aires, la UCR recibió el 41,5% de los votos frente al 27% de Cafiero y el 10% del FREJULI. En 1985, no obstante, el peronismo se estaba renovando con varios dirigentes emergiendo como posibles candidatos además de Cafiero. En 2017, por el contrario, la fragmentación del peronismo no ha servido para su renovación y los dirigentes que trataban de liderar ese proceso fueron castigados en las urnas siendo derrotados en sus propios distritos, pensemos en Urtubey, Schiaretti, Randazzo y Massa (que perdió 16 diputados y quedó sin senadores). El único liderazgo peronista que emergió a nivel nacional este domingo es el de Cristina Kirchnerya que pudo congregar casi tres millones y medio de votos, pese a su derrota en la provincia de Buenos Aires por 4 puntos. Y ella ya ha anunciado que Unidad Ciudadana, y no el peronismo, será la base de la coalición opositora al gobierno de Cambiemos que pretende liderar.Es decir, la derrota erosionó su capacidad de imponerse al interior del peronismo (como lo hacen patente la búsqueda de alternativas por parte de los gobernadores y los anuncios de Pichetto respecto a que ella no formaría parte del bloque peronista en el Senado). Pero al mismo tiempo,el apoyo electoral que obtuvo hace más ardua la renovación del Peronismo y el fin de su fragmentación, debilitando a este movimiento de cara a las elecciones presidenciales de 2019.
El papel de Cristina Kirchner es crucial también para el gobierno. Fue la polarización generada por su figura la que le permitió a Cambiemos presentarse como alternativa aun estando en el poder, haciendo de ese modo que las elecciones dejaran de ser el tradicional plebiscito a la gestión económica de la coalición gobernante. Esta polarización permitió la nacionalización de Cambiemos que salió segundo en las once provincias en las cuales fue derrotado y le facilitará la gobernabilidad tras el crecimiento de su bloques legislativos a 107 diputados y 24 senadores. Ahora podrá llegar al quorum con tan solo 21 diputados o 13 senadores de alguna de las fracciones del PJ –y con el antecedente de haber logrado coaliciones legislativas en circunstancias más adversas gracias a las necesidades financieras de los gobernadores peronistas– .
Aunque representa la alternativa del voto no populista en Argentina, Cambiemos ha construido una opción nacional utilizando los recursos estatales y absorbiendo en su organización tanto a políticos radicales como peronistas –del mismo modo en que el PRO lo había hecho antes en la Ciudad de Buenos Aires–. Es decir, utilizando estrategias electorales empleadas anteriormente por el peronismo. La fragmentación del peronismo, azuzada muchas veces desde el gobierno nacional, le facilitó a Cambiemosla gobernabilidad y le permitió aumentar su viabilidad electoral, haciéndole posible aspirar a transformarse en una alternativa política que renueve el sistema de partidos, en flujo desde la crisis de 2001. Sin embargo, la fragmentación del peronismo no es suficiente para lograrlo porque los votantes de Cambiemos pueden abandonarlo frente a situaciones de deterioro económico que acaben con su optimismo prospectivo.
Es por ello que las opciones de Cambiemos en esta coyuntura son importantes. El día después de la elección, Macri prometió un “reformismo permanente” sostenido en políticas consensuadas en un gran pacto nacional. Pese a la euforia de los mercados y de los empresariosapurados por enterrar al populismo, su conferencia de prensa enfatizó la necesidad de atender a los sectores vulnerables, cuidar el empleo, y reducir el gasto fiscal lentamente. Si bien el gradualismo del gobierno parecía nacido de la necesidad frente a su debilidad legislativa, Macri sorprende resistiendo a los llamados a la aceleración del ajuste y presta atención no solamente a la economía sino también a la política. Para garantizar la gobernabilidad de su gestión y la viabilidad electoral de Cambiemos en el 2019 serán claves tantos sus logros económicos como su prudencia en el ritmo de las políticas públicas a fin de evitar altos costos políticos. Cambiemos ha sabido prestar atención a los votantes, y continuar esa senda será clave tanto para establecer un instrumento electoral que sobreviva a la coyuntura como para instaurar políticas que perduren en el tiempo.