El 2016 fue el más cálido de los últimos 168 años y todas las proyecciones indican que la temperatura global no hará sino aumentar. En este contexto, "los cultivos productivos deberán adaptarse y las fechas de siembra tendrán que cambiar porque cambiaron las estaciones", destacó la especialista Matilde Rusticucci, doctora en Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET, durante una jornada de actualización técnica organizada por la semillera Don Mario.
"En nuestro país en muchas regiones el verano se ha extendido hacia la primavera y el otoño. El invierno se ha reducido así como también el número de heladas. El clima cambió y va a seguir cambiando", apuntó Rusticucci. "Las lluvias están aumentando en el norte y este del país, y más en verano que en invierno dijo la experta, y esto provoca que cultivos tradicionales como el trigo, el maíz y el arroz se vean afectados en su rendimiento."
En cambio, "la soja no mostró disminución en el rendimiento, por el contrario en algunos casos demostró un aumento", destacó la especialista, quien recomendó "planificar un uso de la tierra adecuado al nuevo clima".
En tanto, un informe del Equipo Interdisciplinario para el Estudio de los Procesos Atomosféricos en el Cambio Global (Pepacg), destacó las consecuencias del cambio climático en la producción de viñedos y olivares. Por un aumento de la temperatura promedio, zonas como la patagonia se vuelven cada vez más aptas para este tipo de cultivos.
Según Rusticucci, "hay bastantes investigaciones sobre cómo mitigar y
adaptarse al cambio climático, pero falta interacción entre el productor y los
climatólogos". En este sentido, la investigadora anunció que "estamos trabajando
en una herramienta que permitirá pronosticar excesos o bajas de temperatura y
excesos o déficits de precipitaciones para el próximo trimestre. Esto le dará la
posibilidad al productor de planificar mejor sus siembras y cosechas", aseguró.
Otras recomendaciones para reducir la vulnerabilidad climática de las actividades agrícolas son desarrollar variedades resistentes a la sequía y calor, mejorar la infraestructura de riego e impulsar el desarrollo de un mercado de seguros contra variaciones climáticas extremas.