El Ejecutivo elevó al Congreso un proyecto de ley de Presupuesto que debe reducir el déficit primario desde el 4% que terminará este año al 3,2% el año que viene confiando en una reducción del gasto en subsidios y en el funcionamiento del Estado y en la mayor inversión privada en las obras de infraestructura, como contrapartida a la porción importante del gasto social indexado por la inflación pasada.
En tanto, el déficit financiero alcanzará el 5,5% del PBI, debido a que los intereses pesarán 2,3% el año que viene.
Del lado de los ingresos, el proyecto contempla el 70% del impuesto al cheque, pero asignado a ANSeS, como anticipándose a la intención de los gobernadores de negociar una mayor coparticipación a cambio del Fondo del Conurbano; no prevé un impacto de la reforma tributaria, pero sí una mayor recaudación del IVA, Ganancias e impuesto a los débitos y créditos asociada a la mayor actividad económica.
Con todo, la presión tributaria será levemente menor (baja de 0,3 puntos), a
24,6%, debido a la baja en los aranceles de exportación del complejo sojero y
que este año ya no cuenta con el sinceramiento fiscal. Pero sí contempla el
ingreso extraordinario de $ 25 mil millones proveniente del revalúo impositivo,
cuyo proyecto ingresó el viernes, también destinado al sistema previsional.
El gradualismo en la reducción del déficit fiscal llevará a que la deuda suba al 31,1% del PBI el año que viene, desde el 28,5% de este año. (Y prevé que se estabilice en 36,1% en 2024.)
Y que el pago de los servicios de la deuda pública aumente 28,2% en 2018, o 0,1% del PBI.
El presupuesto parte de un 2017 en el que reconoce una inflación "levemente superior a 21%", por encima de la meta del 17% del BCRA; un crecimiento del 3% del PBI, y un tipo de cambio promedio de $ 16,7.
Prevé que el año que viene la economía crezca 3,5% (con la inversión creciendo 12% y el consumo, 3,3%) y que el tipo de cambio promedie $ 19,30 (a pesar de lo cual las exportaciones subirían 5,6%, por una mejora en la economía brasileña, y las importaciones, 6,8%).
En tanto, contempla una inflación promedio del 15,7%, que respeta la meta en torno al 10% del BCRA. Dado que es menor a la que estiman los privados, el presupuesto podría estar subestimando la futura recaudación de impuestos.
"Pega porque viene mayor la recaudación, pero parte importante del gasto está indexada, entonces la diferencia se emparda un poco; no va a ser tan significativa la diferencia de recursos", explicaron fuentes oficiales.
Por lo pronto, el presupuesto busca reducir 0,8 puntos el déficit primario; mantener la inversión en infraestructura en 1,7% del PBI (caída de 0,1 respecto de 2017) y alcanzar el 3,5% en manos privadas y "converger a un sistema tributario más equitativo".
Para ello, prevé que los gastos primarios crezcan 14,8%, con gastos corrientes primarios creciendo 14,6% y los de capital, 17,2%. Y que los ingresos suban 19%.
Confía en bajar 16% el gasto en subsidios (caída de 0,6% del PBI), que se reflejará en un aumento en las tarifas de energía y transporte, y 5% los gastos de funcionamiento de la administración pública (baja de 0,3% del PBI).
Debe compensar la suba del 22,1% en el gasto social (0,2% del PBI), que llegará a pesar el 76% del gasto primario y que se debe no sólo se debe a la movilidad jubilatoria que ajusta semestralmente los beneficios de jubilaciones, AUH, asignaciones familiares y pensiones, sino también al programa de Reparación Histórica.
Los ingresos tributarios caerán 0,4 puntos del PBI, pero las rentas de la propiedad crecerán 0,2% del PBI este año, al incluir $ 20 mil millones de rentas generadas por el Banco Nación.
En tanto, las transferencias del BCRA bajarán del 1,5% al 1% del PBI, unos $ 140 mil millones, según indicaron en Hacienda.