Es que todas las encuestas conocidas hasta el momento proyectan para los comicios legislativos bonaerenses una ventaja favorable a los candidatos a senador de Cambiemos que ronda los cuatro puntos.
Paradójicamente, son los sondeos que exhibe el asesor presidencial Jaime
Durán Barba los más mezquinos para el oficialismo, ya que le otorgan una
diferencia de sólo dos puntos sobre el kirchnerismo. Es lógico: al consultor
ecuatoriano y al propio Marcos Peña les gusta correr desde atrás. Y unas
elecciones que parezcan muy definidas de antemano podrían desalentar la
concurrencia a las urnas. Algo clave cuando el comando de Cambiemos apuesta al
incremento del porcentaje de votantes, que en las PASO fue del 77%, en unos
500.000 o 600.000 ciudadanos, que según sus cálculos se volcarían
mayoritariamente por los candidatos del oficialismo.
La novedad de las encuestas es que, a pesar de que la desaparición de Santiago Maldonado se ha convertido en una cuestión preocupante para la sociedad, este hecho no estaría impactando mayormente en la intención de voto. Sorprende, sin embargo, un sondeo realizado entre 850 personas, relevadas entre el 6 y el 8 de este mes a través de dispositivos móviles, por la consultora Giacobbe & Asociados: señala que el 30,9% de la ciudadanía podría cambiar su voto en octubre a raíz del caso Maldonado, pero la mitad de ellos (15,4%) lo haría a favor de Cambiemos, mientras que el 10,1% lo haría para favorecer al kirchnerismo.
El dato más revelador quizás lo aporta un estudio de Synopsis Consultores.
Según su encuesta, concluida el 10 de septiembre entre 1100 personas, sobre el
15,5% de votantes de Sergio Massa y Margarita Stolbizer en las primarias de
agosto, el 28,4% evalúa votar en octubre a Cambiemos para que no gane Cristina
Kirchner, en tanto que sólo el 6,3% analiza votar al kirchnerismo para que no
triunfe el oficialismo. Entre los votantes que obtuvo Florencio Randazzo (5,9%),
apenas el 10,1% evalúa votar a Cristina, mientras el 21,9% podría mudar su apoyo
a Esteban Bullrich y Gladys González.
Se entiende que, en este contexto, Cristina Kirchner haya salido a quemar las naves. Primero, hizo una convocatoria pública a que toda la oposición la acompañe con su "voto útil" para enfrentar las ideas de Cambiemos y el fantasma del "ajuste" que, según ella, vendrá después de las elecciones. Para muchos, fue una señal de su debilidad.
Y ayer rompió su veda periodística, al aceptar ser entrevistada por Luis Novaresio. Sus respuestas la volvieron a mostrar en actitud de victimización casi permanente y reflejaron que lució más hábil para atacar al Gobierno que para defenderse frente a las múltiples acusaciones de corrupción en su contra. A tal punto que confesó negocios incompatibles con la presidencia de la Nación, como alquilar inmuebles propios a contratistas del Estado, como Cristóbal López y Lázaro Báez.