Una amplia franja de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba no sufren el castigo de Irma que azota las costas de la Florida, pero las intensas lluvias del fin de semana alarmaron a la gobernadora Vidal quien, a través de sus voceros, dijo que está especialmente preocupada por el impacto de las inundaciones en lo productivo. Ninguno de los consultados ayer por Clarín dio rienda suelta a escenarios apocalípticos, aunque Estela Carballo, del INTA Castelar y considerada una de las máximas expertas en clima, estima que hay por lo menos 3 millones de hectáreas afectadas. Es la parte oscura y amarga de una campaña agrícola que prometía nuevos récords.
Santiago del Solar, con establecimientos en Rojas y Trenque Lauquen, distingue ambas zonas de la provincia de Buenos Aires. Mientras las tierras de Rojas, en el noroeste bonaerense drenan hacia el río Paraná; las de Trenque Lauquen, en el oeste, están con sus suelos anegados. Después de pensarlo, Del Solar tomó la decisión de dejar para más adelante la siembra del maíz en esa región: “El maíz puede darme revancha con variedades que se siembran tardíamente, siempre que mejore el clima”. Cuenta que el trigo está “encharcado”. Eso significa hongos y menores rendimientos en el cultivo. “El nivel de agua en los suelos es muy alto en varias cuencas del oeste bonaerense y para colmo se prevé un octubre con altos picos de precipitaciones”, señaló a este diario.
De acuerdo a un informe del INTA se detectaron casos de enfermedades en soja como la aparición de roya amarilla en la zona de Pigüé, que nunca antes había estado alcanzada. En Córdoba se registró un porcentaje de pérdida en el área sembrada del 6% por excesos hídricos.
Labores que no se pueden concretar por falta de piso para que ingrese la maquinaria y en el mejor de los casos se postergan, cosechas que no se levantan, hacienda y producción de leche que sigue en el campo y que no puede salir hacia el puerto por los caminos colapsados, completan el cuadro.
Carballo señaló que en casi toda la ruta 205, que recorre una franja de 290 kilómetros del noreste al centro provincial, se ven los campos bajo el agua. “Es un problema muy serio”, sintetiza. “La Cuenca del Salado está comprometida y generará serias pérdidas ganaderas”, amplió.
La experta enfatiza que no estamos en el fenómeno conocido como el Niño con abundantes precipitaciones. Lo extraño es que estas precipitaciones lleguen en un año considerado “neutro” como el actual. Durante el fenómeno el Niño que se vivió en 2016, los daños fueron peores. En un abril como el del año pasado, con 22 días seguidos de lluvia, la provincia de Santa Fe perdió el 30% de la cosecha soja.
“En octubre aumenta la frecuencia de lluvias al encontrarse con la humedad que siempre manda el Atlántico. Hoy nadie sabe hasta cuándo se extenderá el ciclo climático húmedo” , desliza Carballo.
Basada en imágenes satelitales, Carbap, que aglutina a los productores de Buenos Aires y La Pampa había calculado unas 4,3 millones de hectáreas inundadas y otras 5,5 millones anegadas. Según esa proyección, está en riesgo el 26% de la superficie agrícola de todo el país.