WASHINGTON.- La lluvia duró días, quebró un récord y provocó inundaciones catastróficas. Las autoridades tuvieron que declarar el estado de emergencia. El desastre fue "histórico, sin precedentes", justificaron. Más de 100.000 casas sufrieron daños. Pero no se trataba de Harvey, el huracán que devastó Texas esta semana, sino de otra tormenta, sin nombre, que dejó a Luisiana bajo el agua hace un año.

El servicio meteorológico de Estados Unidos señaló que el diluvio había sido "histórico" y "extremadamente excepcional", y que la información sugería que era "un evento de uno en 1000 años". Pero no se refería a Texas o Luisiana. Hablaba de Virginia Occidental, donde, también hace un año, una tormenta derramó, en medio día, un cuarto del agua que suele caer en todo un año, y causó el mismo desastre. Todas éstas tormentas fueron "históricas".

Las lluvias torrenciales y las inundaciones se han vuelto más comunes en los últimos años en Estados Unidos. De hecho, si se toman en cuenta los últimos tres años, Harvey ha sido la tercera tormenta que deja a Texas bajo el agua. Una tragedia recurrente.

El paso de Harvey puso sobre relieve otro fenómeno que fue advertido en los últimos años por los expertos en clima: a raíz de los efectos del cambio climático, las tormentas tropicales llegan a Estados Unidos cada vez más potentes.

"Los huracanes traerán más lluvia en el futuro. Necesitamos prepararnos para eso. Serán más intensos, no hay duda", sentenció Guiling Wang, profesora y climatóloga de la Universidad de Connecticut.

"La realidad es que sólo en los últimos dos años hemos tenido un número alucinante de lluvias fuertes", señaló Barry Keim, climatólogo de la Universidad Estatal de Louisiana, al enumerar algunas de las tormentas de los últimos años.

Keim no ocultó su asombro por Harvey: dijo que nunca había visto algo así, y que la cantidad de agua que había soltado era "una locura total", algo "absolutamente increíble". Harvey, puntualizó, fue distinta a las demás tormentas porque se movió muy lentamente por la costa, y pudo desparramar lluvia durante una cantidad inusual de días. No hubo ningún mecanismo atmosférico que la moviera y, por eso, logró tirar tanta agua y causar semejante desastre en Texas.

"Simplemente se sentó ahí, quedó atrapada", resumió Keim.

Wang participó de un estudio, publicado el año pasado, que profundizó sobre el vínculo entre la temperatura del planeta -en ascenso debido al calentamiento global- y las precipitaciones. El estudio se centró en una relación crucial en el clima para los tiempos que corren: a mayor temperatura, mayor humedad en la atmósfera y mayores lluvias. Ese lazo es particularmente fuerte en el Golfo de México, que baña las costas de los estados de Florida, Alabama, Mississippi, Luisiana y Texas.

Los últimos tres años han sido los más calientes en los registros, y 2017 viene detrás de 2016 sólo por "El Niño", el fenómeno climático que eleva la temperatura del océano Pacífico, que ocurrió el año anterior.

"Creo que todos estamos de acuerdo en que los huracanes que ocurren hoy tienden a traer más lluvia de la que traerían si las temperaturas fueran más bajas", afirmó Wang.

Ya hace más de tres años, Nigel Arnell, profesor de la Universidad de Reading, en Gran Bretaña, publicó una columna en el diario The Independent bajo el título "El cambio climático significa que tenemos que acostumbrarnos a más inundaciones". En esa columna, Arnell señaló que en el océano Atlántico había una perfecta "fábrica de tormentas", y que la exposición global a inundaciones "aumentará mucho más rápido".

El clima extremo recorre todo el mundo. Mientras Harvey copaba las noticias, la India, Nepal, Bangladesh y Níger también sufrían devastadoras inundaciones, con más de 1200 muertos y millones de damnificados.

En Estados Unidos, la sucesión de desastres en los últimos años -Katrina, Irene, Sandy, Harvey y, también, la histórica sequía que golpeó a California hasta este año- elevó la preocupación en el país por los efectos del calentamiento global. En marzo, Gallup reveló que un 71% de los norteamericanos coincide con los científicos en que el cambio climático está ocurriendo, y un 68% cree que la causa es el hombre. Por primera vez, casi la mitad del país reconoció estar "muy preocupada" por el problema.

Pero, con todo, esa cifra oculta una división: mientras la gran mayoría de los demócratas ve lo que ocurre con el clima con alarma, sólo dos de cada diez republicanos comparten el mismo desasosiego. El presidente Donald Trump y los republicanos en el Congreso han puesto en duda el contundente consenso científico que existe sobre el deterioro que el hombre provocó en el clima. De hecho, el mandatario decidió en junio pasado retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático, en un giro aislacionista en la lucha global contra uno de los desafíos más inquietantes de la humanidad.

Incertidumbre

La sucesión de eventos de lluvias torrenciales dejo atónitos a muchos científicos. Pero Keim, que estudió en Louisiana y vio el fenómeno de cerca, remarcó que, al mirar hacia atrás, también se encuentran otras grandes tormentas que causaron devastación.

"Parece que algo inusual está pasando, pero si mirás hacia atrás en la historia, tenés otros períodos de tiempo en los que muchas tormentas grandes ocurrieron en todo el país. La pregunta es si esto nos está diciendo algo acerca de que el clima ha cambiado y entonces podemos esperar más de esto en el futuro. Ésa es la pregunta, y no sé la respuesta", apuntó Keim. "Todo esto es consistente con lo que mucha gente está diciendo que ocurrirá en un escenario de calentamiento global", agregó el experto.

Inundaciones, un riesgo para varias ciudades

Es una amenaza latente en distintas zonas de EE.UU.

Nueva York

El huracán Sandy, que en 2012 inundó el subte de Nueva York y dejó sin luz al distrito financiero, fue un claro recordatorio de que incluso las ciudades más ricas del mundo no pueden escapar de los estragos del cambio climático. Se cree que los mares que rodean la ciudad aumentarán 1,9 metros hacia final del siglo, un escenario que pondría en peligro sus aeropuertos, JFK y La Guardia, y reduciría el espacio que ocupan algunos barrios, como Brooklyn y el Bajo Manhattan, construidos sobre terrenos de relleno

Miami Beach

"Estamos ante una amenaza existencial aquí", admitió Kristen Rosen González, jefa policial de Miami Beach. La famosa ciudad turística, uno de los destinos predilectos de los argentinos en Estados Unidos, está construida sobre un terreno poroso que lentamente se está hundiendo en el fondo marino. Además está rodeada por mares que se elevan tres veces más que el ritmo del promedio mundial. Hasta el momento, Miami Beach gastó unos 200 millones de dólares para levantar la altura de calles en áreas vulnerables y tiene una red de bombas que hace que el agua se retire de las calles tras las inundaciones

Boston

La capital del estado de Massachusetts viene de experimentar nevadas récord en 2015 y el verano más seco en la historia de la ciudad en 2016. Pero es el riesgo de las inundaciones la principal preocupación ambiental de las autoridades. El alcalde de Boston, Marty Walsh, advirtió que una gran tormenta podría "borrar" el corazón de la ciudad. El informe que presentó el año pasado sostenía que miles de millones de dólares en bienes raíces estaban en riesgo por el aumento del nivel de los mares.