Es una gran noticia para el agro y para el país la reapertura del mercado europeo para el biodiésel argentino. Llega en el momento justo: el gobierno de los EEUU, el destino excluyente para este biocombustible producido en el país, le impuso la semana pasada aranceles de entre el 57 y el 64%. Esto significó la inmediata suspensión de las ventas y la parálisis de una industria que exportaba 1200 millones de dólares a ese destino.
Más allá del hecho concreto, que implica la inmediata posibilidad de compensar la pérdida (al menos momentánea) del mercado estadounidense, la decisión europea tiene un efecto colateral de enorme trascendencia. Concretamente, da por tierra con los argumentos del gobierno norteamericano para castigar al biodiésel argentino.
La UE está dando cumplimiento ahora a un dictamen de la Organización Mundial de Comercio, que le había dado la razón a la Argentina en un litigio originado hace cuatro años. Nuestro país había presentado un “Panel” (demanda jurídica internacional) cuando los europeos hicieron lo mismo que ahora la administración Trump: aplicar derechos de importación al biocombustible con el pretexto de que se trataba de un producto subsidiado. Los ubicó en torno al 25%, la mitad de lo que ahora aplicó el departamento de Comercio de los EE.UU.
Para justificar la tesis del subsidio, la UE decía que en nuestro país se aplicaban derechos de exportación de distinto monto al aceite crudo de soja (materia prima) que al biodiesel (producto de valor agregado). Esto es cierto, pero la OMC considera que la existencia de estos diferenciales arancelarios no configura la existencia de subsidio. Por eso falló a favor de la Argentina. La UE apeló, pero finalmente se allanó a recalcular esos derechos –según informó ayer en París el Ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile--, con lo que se habilita ahora la reapertura de las ventas y los embarques.
El mercado europeo es el más importante para el biodiésel, un sustituto del gasoil que es obligatorio mezclar con el gasoil por razones ambientales. Se obtiene a partir del aceite de soja. La soja, como todos los vegetales, se alimenta de dióxido de carbono del aire. El uso de biocombustibles (biodiesel, bioetanol, biogás) implica en consecuencia una reducción neta de las emisiones de CO2, responsables del calentamiento global.
Argentina llegó a exportar 2 millones de metros cúbicos de biodiesel a la UE, un 50% más que a los EEUU. A los precios actuales, son entre 1.700 y 1.800 millones de dólares.
Si como consecuencia de la reapertura europea, se lograra superar el diferendo con los EEUU, se generaría un panorama muy importante para la agroindustria sojera, ya que hay capacidad ociosa y gran disponibilidad de aceite para transformar en biodiésel. La Argentina es el mayor exportador mundial de aceite de soja y esta decisión permitiría retirar oferta del mercado, fortaleciendo los precios de toda la cadena.