El fuerte malestar que provocó la decisión de Estados Unidos de subir los
aranceles al biodiésel argentino generó la primera crisis diplomática entre la
administración del presidente Mauricio Macri y la de su par y amigo, Donald
Trump.
El Presidente le envió una carta al vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, para expresar la irritación que causó la aplicación de una tarifa aduanera del 57% promedio al biodiésel argentino bajo la sospecha de que este biocombustible está subsidiado. Y aunque no trascendió el contenido de la nota, según revelaron fuentes del Gobierno a LA NACION, el jefe del Estado decidió enviársela a Pence y no a Trump por la reciente visita que hizo al país el número dos del Poder Ejecutivo norteamericano, en la que se acordó avanzar en la relación bilateral. En los hechos, la sanción implica un retroceso en ese propósito.
Si bien en la Casa Rosada intentaron bajar el tono del conflicto, el
canciller Jorge Faurie citó ayer al encargado de negocios de los Estados Unidos,
Thomas Cooney, al que le planteó el enojo de la Argentina por las trabas
impuestas a sus exportaciones de ese biocombustible. Según confiaron a LA NACION
fuentes cercanas al Presidente, la muy buena relación se vio afectada.
El enfado del Gobierno fue por la sorpresa. Nadie avisó que el porcentaje
aumentará entre 50,29% y 64,17%, lo que generó incertidumbre en la industria
local por el futuro. "No nos gustó enterarnos por los diarios", reconoció uno de
los hombres de consulta del Presidente en materia diplomática.
Ayer, en la quinta presidencial de Olivos, donde el Presidente llevó adelante su agenda de trabajo, reconocieron que la demora en la designación del embajador también complotó con la falta de información. "Nos jugó en contra", admitieron cerca de Macri, aunque pese al traspié aún no está previsto quién será el reemplazante de Martín Lousteau.
El encuentro que protagonizaron Faurie; Cooney; el ministro de Producción, Francisco Cabrera; el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Horacio Reyser, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, fue "correcto y constructivo". Según confiaron testigos de la reunión, el representante norteamericano se comprometió a "cooperar" para acelerar las negociaciones entre los productores privados de ambos países.
"Estamos comprometidos a tener una relación positiva y madura con la Argentina. Los buenos socios superan desafíos con confianza y paciencia. Nuestra relación excelente es un proyecto a largo plazo", expresó Cooney vía redes sociales tras participar del encuentro en el Palacio San Martín.
La reunión se produjo un día después del durísimo comunicado de la Cancillería, que manifestó "preocupación" y "rechazo" a la magnitud de los aranceles que Estados Unidos fijó al biodiésel argentino.
Ayer, tras el encuentro, en un segundo comunicado con el que la Cancillería intentó "desdramatizar" el conflicto, se informó que "la reunión se realizó con el objetivo de seguir trabajando positivamente en el logro de avances concretos en materia económico comercial, que abarcan carne bovina, cítricos dulces y otros frutos". Y, respecto al biodiésel, la reunión con Cooney sirvió para "evaluar posibles soluciones" antes de la sanción efectiva.
En paralelo, y tras haberle advertido a la administración Trump que la Argentina no descarta llevar la pelea a la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Gobierno prepara una presentación para hacer pasado mañana en Washington. Según pudo saber LA NACION, un equipo de abogados trabaja en un documento para ingresarlo en el Departamento de Comercio norteamericano.
Éste es el organismo que aplicó los aranceles contra la Argentina en un rango de 50,29 y 64,17%, con un promedio de 57,01%. Lo hizo tras abrir una investigación pedida por la National Biodiesel Board (NBB). En marzo pasado, esta entidad de productores denunció al país por supuestos subsidios a la producción del biocombustible vía las retenciones. Interpretó que por las retenciones la industria accedía a precios más bajos para la compra de la materia prima, el aceite de soja. Para octubre próximo el Departamento de Comercio debería expedirse también sobre una denuncia por dumping.
"Los abogados están coordinando la presentación con los argumentos [para defender la postura argentina] que se van a presentar el lunes. Se va a tratar de revertir la situación", dijo una fuente al tanto de las negociaciones. Los argumentos que exhibirá el país irán en la línea de que no hay una ayuda para la industria a través de las retenciones, como ya lo hizo ante un reclamo de Europa.
Hacia fines de año o principios de 2018 EE.UU. debería poner, además, aranceles definitivos, ya que los que aplicó son provisorios. Recién en esa etapa el país podría recurrir formalmente ante la OMC.
Entre las soluciones que están en estudio se destaca una que incluye al sector privado. Ayer se habló de esta posibilidad en la visita que realizó Cooney a la Cancillería. El Gobierno alentará que haya un acuerdo entre los sectores privados de los dos países debido a que varias de las empresas exportadoras del biocombustible son las mismas que tienen plantas productoras en los Estados Unidos (Bunge, Louis Dreyfus o Cargill, entre otras).
El acuerdo que alienta el gobierno argentino entre privados consiste en la fijación de cupos anuales de exportación. Las ventas argentinas del biocombustible fueron de casi US$ 1200 millones durante el año pasado.