El exitismo de cara a las elecciones primarias del 13 de agosto en la provincia de Buenos Aires, donde enfrentan a Cristina Kirchner , ha desaparecido de sus declaraciones que formulan tanto en público como en privado. La mayoría de las encuestas que se difunden muestran primera en intención de voto a la ex presidenta, aunque ningún analista de opinión pública se apresure a afirmar que estemos ante una tendencia irreversible. Y si bien los avances en algunas de las múltiples causas judiciales por corrupción que involucran a Cristina Kirchner, Julio De Vido y otros ex funcionarios kirchneristas ocupan amplios espacios en los medios de comunicación y en las redes sociales, ciertos estudios de opinión pública dan cuenta de que el bolsillo se impone sobre el afán de castigar a los corruptos entre las prioridades del electorado.
Pese a que el oficialismo se muestra lejos de la euforia que transmitió
cuando se conoció que la oposición de origen peronista concurriría a las urnas
dividida en tres fuerzas políticas, tampoco trasluce desesperación. Hay un cauto
optimismo, que hace pensar que la generación de un clima favorable a un posible
triunfo de Cristina Kirchner les sienta bien a los hombres de Mauricio Macri.
Algunos piensan que es mejor que se piense que Cristina va a ganar las PASO,
porque la lógica del miedo de muchos votantes determinará un realineamiento de
último momento que terminaría favoreciendo a los candidatos de Macri y María
Eugenia Vidal. Y que aun perdiendo por una exigua diferencia en agosto frente al
cristinismo, en la verdadera elección, la del 22 de octubre, la coalición
Cambiemos crecería a expensas de votantes de terceras fuerzas, como el massismo,
en los que pesará la convicción de que se debe impedir a toda costa un éxito de
Cristina.
Fueron funcionarios del gobierno nacional quienes apostaron desde hace mucho tiempo a una polarización con la ex presidenta, en parte con la esperanza de dividir a la oposición, de obstaculizar su proceso de renovación y de tener enfrente a la mejor rival para hacer valer su opción entre el pasado y el futuro. Esos mismos hombres de Macri ahora señalan que el resultado en la provincia de Buenos Aires no debería opacar lo que ocurra en las urnas en el resto del país.
Señalan que, pase lo que pase con Cristina Kirchner, Cambiemos verá
incrementado su caudal de diputados y de senadores. En la Cámara baja, sus
actuales 85 bancas podrían pasar a ser entre 100 y 105, en tanto que sus
actuales 15 senadores aumentarían a no menos de 24, según los pronósticos que se
escuchan en la Casa de Gobierno.
Sería un argumento parecido al que utilizó el kirchnerismo tras las elecciones de 2009, cuando cayó en el distrito bonaerense ante Francisco de Narváez y se impuso en la mayoría del país.
Lo cierto es que las tres semanas que faltan para las PASO serán muy largas y los meses que nos separan de octubre, una eternidad.