CORDOBA. Pensar y producir máquinas globales. Esas son las bases para que la industria argentina de maquinaria agrícola pueda seguir creciendo, según Mario Braganchini, coordinador del Programa Nacional de Agroindustria y Valor Agregado del INTA. A eso se le debe sumar una reducción del costo argentino y un aumento de la competitividad y la productividad.
El sector -dijo en su exposición por los 10 años de la Asociación de Fabricantes de Maquinaria Agrícola y Agrocomponentes de la Provincia de Córdoba (Afamac)- mejoró porque le "va bien" a los productores de granos, pero la realidad es heterogénea.
Las proyecciones oficiales para 2020 apuntan a exportaciones del rubro por 2230 millones de pesos (50% más que en 2015), 150 empresas vendiendo al exterior y una diversificación de destinos. En cuanto a empleos directos el cálculo es de 117.000.
Braganchini planteó que el aumento de rentabilidad del sector agropecuario el
año pasado impactó directamente en la reactivación de la industria, además de
que -en paralelo- hubo cambios arancelarios positivos para las exportaciones y
una política crediticia agresiva por parte del Banco Nación. El año pasado las
inversiones dolarizadas crecieron alrededor del 25% interanual.
"Los excedentes del sector granario el año pasado generaron una inercia positiva para este 2017 -agregó- y se puede terminar con un incremento del 20% en las inversiones, pero hay luces amarillas de cara al 2018". La proyección se basa en los actuales niveles de rentabilidad que restarían capacidad de compra y en el crecimiento de las importaciones.
Para el especialista, es "ridículo" que el Indec estime que las ventas de cosechadoras nacionales representan el 65% del total y el 75% en el caso de los tractores. "Son ensambles, a lo sumo el motor nacional y una mínima integración de agropartes".
¿Qué haría falta para que el sector no se frene? A criterio de Braganchini, inversiones focalizadas en tendencias tecnológicas, desarrollos innovadores patentables y más y mejores tecnologías de proceso. "Hay que pensar en máquinas globales, enfocarse en lo que sea capaz de sustituir importaciones y lograr competitividad en las exportaciones", dijo.
A su entender, para que esos postulados se cumplan hay que acelerar el ritmo y avanzar con medidas que reduzcan el costo argentino. "Hay acciones positivas en este sentido, pero se pueden sumar más quitas de aranceles de exportación y algunos reintegros", señaló.
Mencionó que existe una apertura a las importaciones "muy atractiva para entrar en ese negocio y dejar de fabricar; eso no genera trabajo sino que lo reduce". Planteó que los costos laborales no sólo se reducen con una menor carga patronal, sino alta productividad "y eso es tecnología de proceso e inversión dentro de la fábrica, no sólo en las terminales sino en los agropartistas".
Lo que viene
Braganchini describió lo que demandará el mercado mundial hacia 2020: máquinas precisas, inteligentes, automatizadas, robotizadas con inteligencia precargada y registros de datos (trazabilidad de procesos y producto).
"Máquinas más grandes y eficientes para producir granos y robot chicos en frutihorticultura y cultivos especiales -continuó-. Equipos integrados a la plataforma web para diagnósticos y toma de decisiones a través de modelos de simulación; big data".
Explicó que crecerán las exigencias de sustentabilidad ambiental y de reducción en el consumo de la energía, con entrega de información en tiempo real. Proyectó que en 2025 la industria de máquinas y agropartes argentina estarán "muy actualizadas y tremendamente diversificadas; hay buenas posibilidades para lograrlo".
"Nadie se desarrolla y logra competitividad sistémica trabajando solamente para el mercado interno; lo ideal es superar el 30% de la facturación en el exterior", remarcó.