Los mercados agrícolas están alborotados por estos días, el clima le está jugando una mala pasada a la producción en diferentes regiones del planeta y las cotizaciones en los mercados internacionales registran fuertes subas.
Claro está que no todo es clima, parte de las subas hay que agradecerlas a
los fondos de inversión, que pueden pasar de malditos a benditos en solo
cuestión de días, dependiendo de hacia dónde arrastren el mercado.
El producto que hizo punta en las subas de la Bolsa de Chicago fue el trigo,
dado que las condiciones climáticas hicieron que los cultivos de primavera
norteamericanos no tuvieran un buen inicio y tampoco lograran revertir su
situación con el correr de los días. Este lunes, por sexta semana consecutiva el
USDA volvió a recortar la proporción de trigo de primavera en condición óptima.
En efecto, ponderó sólo un 35% de plantas en estado bueno/excelente, por debajo
del 37% de la semana pasada y del 70% vigente un año atrás. En seis semanas, el
estado bueno/excelente del cereal de primavera cayó 27 puntos.
En tan sólo 40 días las cotizaciones del trigo en Chicago mostraron subas del orden de los 40 dólares por tonelada, equivalentes a alrededor del 25% de su valor a inicios de junio.
En el mercado local también hubo subas, pero las mismas están lejos de los guarismos que se observan en el exterior. Si tomamos como referencia el Mercado a Término de Buenos Aires vemos mejoras que van del 7 al 10% (de 10 a 17 dólares). Entonces, empiezan a buscarse los culpables y para esa tarea nos vamos a concentrar en los por qué de la no suba del trigo de la cosecha nueva.
Una de las razones a las que se apuntó en un momento fue la disolución de la Unidad de Coordinación y Evaluación de Subsidios al Consumo Interno (Ucesci), organismo creado por el ex Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, donde los exportadores debían declarar las operaciones. Al no haber donde presentar las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), algunas fuentes del sector productor consideraron que por no poder realizar este trámite, los exportadores castigaban al vendedor local por posibles perjuicios futuros.
Está claro que esto era así en la época en que la exportación de trigo pagaba retenciones. En ese entonces, la tasa se fijaba con el valor FOB de referencia al momento de la declaración, por ende, si no se podía declarar, la operación de venta generaba una contingencia, ya que ante una suba en los precios internacionales se incrementaba la tasa a pagar. Para hacer frente a esta contingencia, los compradores descontaban del precio abonado un porcentaje arbitrario, justamente para hacer frente a potenciales perjuicios. Sin retenciones, está claro que declarar la operación ahora o dentro de 60 días no cambia en absoluto el negocio del broker, de todas formas, el Ministerio de Agroindustria ya emitió una resolución al respecto y todo vuelve a la normalidad.
Claro está que la inquietud por parte de los productores está y es bueno aclarar algunos pormenores del mercado triguero para ver cómo se forman los precios y, quizás allí, encontrar la respuesta al por qué no suben las cotizaciones locales en la misma cuantía que lo hacen en el exterior.
Hoy, la Argentina vuelve a ser un jugador importante en la exportación global de trigo, si bien tenemos la suerte de ser vecinos de Brasil, que es uno de los principales compradores de este producto en el mercado internacional, tenemos la desgracia de estar más lejos que nuestros competidores de otros destinos importantes, fundamentalmente del Norte de África.
Brasil, que es nuestro principal cliente, tiene necesidad de importar entre 6,5 y 7 millones de toneladas de trigo por año, de los cuales alrededor de 5 millones son de origen argentino. Hay que tener en cuenta que ellos tienen el ingreso de su propia producción, unos 6 millones de toneladas al año, entre octubre y noviembre, por ende, tienen buena oferta local en el momento en que ingresa la cosecha en nuestro país, algo que no es un detalle menor.
En promedio, Brasil lleva mensualmente unas 400.000 toneladas con ciertos requerimientos de calidad, que no todos los trigos salidos de trilla cumplen. A sabiendas de tener ventajas de mercado, en noviembre, diciembre y en enero la molinería de nuestro socio comercial suele realizar compras más abultadas que el promedio antes indicado, pero el problema que se suscita es que la oferta de los productores argentinos supera largamente ese volumen demandado, y es en ese momento en el que tenemos que ser competitivos en el mercado internacional.
Un destino donde suelen ir exportaciones de la Argentina en plena época de cosecha es el Norte de África, donde un conjunto de países de la región compra anualmente unos 28 millones de toneladas, sin grandes requisitos de calidad. Pero allí competimos habitualmente con trigo procedente de la zona del Mar Negro, desde donde hoy hay un flete que es aproximadamente 15 dólares más bajo que el necesario desde nuestros puertos. Esto quiere decir que una vez cubierta la demanda regional, para ser competitivos tenemos que ofrecer nuestra mercadería al menos 15 dólares por debajo de nuestros rivales del momento.
Dicho esto, entonces, no queda mucho más que aclarar que hoy por hoy lo que necesitamos es lograr vender trigo a destinos extra Mercosur, peleando esos mercados con trigos de Rusia y de Ucrania que, dependiendo de su calidad, se ofrece en niveles de 185 a 200 dólares por tonelada. Esto nos indica que deberíamos estar ofreciendo el FOB local en valores que se ubiquen en un rango de 170 a 185 dólares la tonelada (partiendo de un trigo condición cámara que no asegure mínimo de peso hectolítrico, ni de contenido proteico, hasta mercadería con valores piso de 78 y de 11, respectivamente). A ese rango de precios debemos restarle, además, los costos de embarque y la renta del exportador que, dependiendo de cada caso, se ubican entre 9 y 12 dólares por tonelada, dando como resultado un valor en el puerto al productor que es inferior aún a los 175 dólares que hoy se le ofrecen.
Las conclusiones a las que se puede arribar, entonces, son:
Ante un mercado internacional en suba y con gran incertidumbre climática, varios operadores optan por posicionarse en trigo, independientemente de lograr o no colocarlo en el exterior, quedando a la espera de demanda y de mejoras futuras para poder cerrar sus márgenes.
No se debe descartar que, aún con nuevas subas internacionales, los precios locales no logren en el corto plazo cubrir las expectativas de los vendedores.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el mercado de trigo argentino tiene un alto componente de estacionalidad, ya que una vez pasado el full de cosecha y el aluvión de oferta que se genera en ese momento, es habitual que los valores muestren una recomposición interesante.