Un importante respaldo sumó ayer la multinacional frigorífica JBS en su intención de desprenderse de activos a nivel regional, y concentrarse en ganar las batallas judiciales que enfrenta en Brasil, su país de origen, tras el estallido del caso de corrupción, que también complica al presidente Michel Temer.
En ese contexto, el ente regulador de aquel país aprobó "sin restricciones" la operación por la cual JBS, la mayor productora mundial de carnes, había acordado vender a su rival Minerva Foods, también brasilera, hace exactamente un mes atrás, sus operaciones en la Argentina, Paraguay y Uruguay.
Una operación que fue valorada en u$s 300 millones, y que incluía para la Argentina el traspaso de cinco plantas frigoríficas (de las cuales cuatro están paralizadas), además de un centro de distribución y una unidad de procesamiento.
Por la misma, Minerva se haría cargo a través de su subsidiaria Pul Argentina
de la totalidad de las operaciones de JBS Argentina, hasta ahora dueña de la
marca Swift y Cabaña Las Lilas. En tanto, Frigomerc y Pulsa, también
subsidiarias de Minerva, asumirán el control del 100% del capital social de JBS
Paraguay (incluye tres unidades frigoríficas) y del Frigorífico Canelones, en
Uruguay.
El proceso de venta, sin embargo, actualmente se encuentra frenado, más allá de que el Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE), organismo regulador antimonopolios de Brasil, haya aprobado la adquisición (una decisión que fue publicada en el boletín oficial).
La causa de la suspensión del proceso de venta se debe a que un juez de la Corte Suprema de Brasil reafirmó la semana pasada la decisión de un tribunal de menor instancia que la había detenido, alegando obstaculización en la investigación del caso de corrupción.
De acuerdo a la primera decisión judicial (tomada por el juez federal Ricardo Leite), la venta a Minerva podría comprometer el esclarecimiento de hechos investigados en el ámbito del acuerdo de colaboración con la justicia que firmaron los ejecutivos de J&F Investimentos, la matriz de JBS.
Según publicó la agencia Reuters, JBS informó que "continúa con las medidas necesarias para la conclusión de la venta de sus activos en Uruguay, Paraguay y la Argentina", mientras que Minerva declinó comentar la decisión del CADE.
El acuerdo ya fue aprobado por los directorios de ambas compañías, y se da en momentos críticos para JBS, en busca dinero fresco para enfrentar el caso de corrupción que estalló tras la confesión de sus propietarios, la familia Batista, de que en los últimos años pagaron sobornos por 600 millones de reales (unos u$s 187,5 millones) a 1829 políticos a cambio de favores. La compañía, tras reconocer su culpabilidad, firmó un acuerdo de indulgencia récord por el que deberá pagar unos 10.300 millones de reales (u$s 3100 millones).
Minerva, por su parte, se posiciona como el tercer jugador en el mercado brasileño de carne vacuna, detrás del propio JBS y Marfrig. La compañía comenzó un proceso de internacionalización hace unos años por Sudamérica, donde ya opera plantas de faena en Colombia, Uruguay y Paraguay. Así, la adquisición significa el desembarco en la Argentina, y una oportunidad para reabrir las plantas que JBS tiene paralizadas (hoy opera una planta en Villa Gobernador Gálvez, cerca de Rosario, en Santa Fe, con una faena estimada de 2000 animales por día).
Con esta operación, la compañía aumentó su estimación de ingresos de 13.000 a 14.400 millones de reales para el período que terminará en junio de 2018. Se sustenta en que aumentará su capacidad de faena un 52%: de 17.300 cabezas diarias pasará a 26.400.
La operación había sido anunciada el último 6 de junio por la compañía JBS, y establecía que, del total, u$s 280 millones serían pagados en dinero al cierre de la transacción y el resto, al término del proceso de revisión de libros.