De acuerdo al INDEC, la actividad manufacturera se expandió un 2,7% anual (- 1,4% acumulado), dejando atrás 15 meses de retrocesos en fila. Estos resultados muestran cierta continuidad con la tendencia esbozada por los datos de Cuentas Nacionales. Si bien éstos registraron una disminución de 2,2% anual, la baja de todo el 2016 había sido de 5,6%, lo implica una atenuación de la caída.
Por otra parte, las cifras oficiales están en sintonía con las estimaciones del sector privado. Según los cálculos de FIEL, la industria creció 4,3% anual en mayo (-1% acumulado), mientras que las estimaciones de Ferreres arrojan una suba de 3,9% anual (-0,8% acumulado). De todos modos, una mirada en perspectiva refleja una industria con problemas que exceden la coyuntura (y que son comunes a otros países), ya que la actividad ha caído un 9,5% desde 2011 (año pico) y su participación en el PBI se redujo de 19% en 2004 (máximo, a precios corrientes) a 13,6%.
La incipiente recuperación se debe, en gran medida, al desempeño automotriz. Según el INDEC, este bloque subió 17,4% anual en mayo, en línea con las cifras de ADEFA. Las terminales reportaron un aumento en la producción de autos de 14% anual, impulsadas no por las ventas al mercado interno (-7%) sino por las exportaciones (+10%), aunque en el acumulado del año el balance aún está en rojo (-5%). La performance exportadora (+6% anual acumulado) no deja de sorprender, ya que las ventas a Brasil, destino del 60% de los despachos de automotores, cayeron un 20%. Ante la debilidad del mercado brasilero, las terminales empezaron a explorar otros destinos y, por ahora, lograron buenos resultados, ya que duplicaron los envíos a otros países (sobre todo en Latinoamérica). Que el bloque automotriz empiece a “calentar motores” es una buena noticia en sí misma pero también por sus efectos sobre bloques conexos, como metalmecánica y metálicas básicas.
Otros bloques están sintiendo el empuje de actividades en alza, como la construcción. Puntualmente, minerales no metálicos (vidrio, cemento y otros materiales de construcción) registró una suba de 2,7% anual en mayo aunque acumula una caída de 2,4% en lo que va del año. En tanto, la producción de metales básicos (acero crudo y alumino primario) logró un alza de 2,6% el mes pasado, totalizando un crecimiento de 2,3% anual en el 2016. El dinamismo de la construcción (10,3% de expansión en mayo según el INDEC, 14,5% de acuerdo al Índice Construya) es el principal factor explicativo de estos resultados, sobre todo en el primero de los bloques mencionados, ya que la fabricación de cemento es la que tracciona sobre el resto. Lógicamente, la obra pública empuja bastante (y continuará haciéndolo a medida que nos acerquemos a octubre), pero las construcciones privadas también aportan lo suyo.
En el otro extremo, algunos bloques aún no logran sobreponerse. Principalmente, debido a la debilidad de la demanda interna. Pero también debido a la competencia con bienes importados, que no “inundan” el mercado doméstico pero ciertamente afectan a la producción local en un contexto general aún endeble.
El caso emblemático es el de los textiles, que cayeron 13% anual en mayo (- 17,9% acumulado) y suman 11 meses de retrocesos en fila. A pesar de que pareciera dar señales de recuperación, la fabricación de alimentos y bebidas también siente la competencia con bienes extranjeros. Para estos bloques, la recuperación del poder adquisitivo es condición necesaria para expandirse, pero no suficiente, dado que parte puede derivarse al ahorro (en pesos o dólares) o al gasto en bienes y servicios extranjeros.
Más allá de las disparidades intra-industriales, el desempeño del sector genera moderado optimismo. Si bien el sector mostraba complicaciones desde hace tiempo, el 2016, sin lugar a dudas, provocó todo un cimbronazo. El desempeño hacia delante depende de un buen contexto externo pero también del fortalecimiento del mercado interno. Las claves serán, entonces, la recomposición de los ingresos reales pero también la protección que provean el tipo de cambio (muy poco, dado su atraso real) y las barreras a la entrada de importados (a pesar de la apertura, Argentina continúa siendo una economía cerrada). Las expectativas del sector, al menos, no son tan pesimistas como tiempo atrás: el 37% de las empresas prevé un aumento de la demanda interna para los próximos 3 meses, mientras que sólo el 13% proyecta una baja (27% vs 14%, respectivamente, para quienes exportan).
La recuperación industrial es buena noticia para el nivel de actividad. A pesar de que la participación en el PBI se redujo, la actividad aún tiene una incidencia importante, no sólo a nivel directo sino indirecto, vía actividades conexas. Nuestra estimación en tiempo real del PBI (Nowcast) arrojaba una suba de 0,5% trimestral sin estacionalidad para el segundo trimestre (con un intervalo de confianza que iba de 0,1% a 1%). Con la publicación de los datos industriales de mayo, ausentes en nuestro cálculo preliminar, el crecimiento se estira a 0,8% trimestral (con un intervalo de 0,3% a 1,2%), llevando a la variación anual al 2,6%. Si la industria confirma el cambio de tendencia y se suma al resto de los sectores que hoy están en expansión, el crecimiento ganará más dinamismo.
Si se confirma, el repunte manufacturero también puede incidir en el panorama electoral. Según datos del Ministerio de Trabajo, el total de asalariados registrados en el sector privado que se desempeñaba en la industria manufacturera era de 19% en el tercer trimestre de 2016 (último dato disponible con el desagregado por área geográfica). Dicho porcentaje para el relevamiento en el Gran Buenos Aires ascendía a 30%. Asimismo, de acuerdo a la Encuesta de Indicadores Laborales, la evolución del empleo industrial en el conurbano acumula un descenso de 6,3% desde el cuarto trimestre de 2015 (último período con crecimiento). Estos datos no son menores, ya que se dan en una zona de gran peso electoral y en la que la oposición (kirchnerismo y, en menor medida, el Frente Renovador) cuenta con ventaja frente a Cambiemos. En este sentido, una recuperación de la industria manufacturera (y, en especial, la radicada en el conurbano) podría ayudar al gobierno de cara a las elecciones.