El gobierno del Presidente Macri eligió el gradualismo en la macroeconomía,
abarcando la cuestión fiscal, que es el nudo del problema inflacionario. A lo
urgente, lo resolvió con políticas de shock, con bastante éxito. Encarar lo
importante, le cuesta más y no quiere arriesgar. Y arriesga mucho, ahora que la
flecha ya está en el aire: quería polarizar con CFK y lo consiguió.
Podemos dividir en dos tramos la política macro de los 18 meses y monedas que
lleva de gobierno. Un primer tramo signado por el activismo para lograr, como
dijo la Gobernadora Vidal, hacer aterrizar suavemente un avión que ya venía sin
combustible. El segundo tramo que -a nuestro juicio- inicia cuando el nivel de
actividad económica pega la vuelta hacia arriba (muy suavemente), o sea en
Octubre de 2016, tiene a su vez dos etapas bien definidas: antes y después del
1º de Abril.
A este segundo período corresponde comentarlo. Debemos suponer que, habiendo
suspendido su caída el PBI y, a la espera del éxito del blanqueo y de la
cosecha, el gobierno decidió ralentizar los ajustes pendientes. Los desaguisados
como el Correo, los $14 de los jubilados, AVIANCA, etc., lo “plancharon mal”. La
movilización del 1º de Abril dio vuelta el curso de la acción política, pero no
alteró la frialdad de la política macroeconómica. Más que gradualista; ésta se
volvió inmovilista.
El susto provino, seguramente del Conurbano Bonaerense ya que, dicen, por
consejo de la Gobernadora estrella, Macri decidió posponer los aumentos en el
transporte y mantener la política de subsidios, sin cambios, hasta después de
las elecciones.
Todo parece indicar que las decisiones de freezar al Ministerio de Hacienda,
pasar al 2018 los ajustes y polarizar políticamente con Cristina, son
convergentes con la estrategia electoral: la economía, al no poder mostrar
mejoras, no debería ser eje de la campaña y el gobierno se concentraría en
profundizar la grieta con el cristinismo, a fin de sacarlo, de una vez por
todas, del sistema político argentino.
Las recientes declaraciones del Ministro Dujovne parecen confirmar este
diagnóstico. Según él, no hay mucho por hacer, el rumbo económico ha sido
ratificado y no habrá sorpresas, ni antes ni después de las elecciones, en
materia macroeconómica.
Amén de lo cuestionable de sus dichos, queda claro que la estrategia
electoral debe descartar el escenario del ajuste económico: si la oposición hace
eje en los débiles (o malos) resultados económicos en los sectores urbanos
empobrecidos y alguien del gobierno sugiere que después del 23-0 viene el ajuste
… el oficialismo estaría frito.
Lo que está en juego el 22-O
En el mejor de los casos, Cambiemos podría obtener en el interior del país,
un 40% de votos y, a nivel nacional, conseguir entre 3 y 4 Senadores y entre 10
y 15 Diputados adicionales. El Congreso no cambiaría en lo sustantivo. Por
consiguiente, pasar las reformas tributaria, previsional y laboral (y ajustar el
gasto público), no será tan fácil, aunque consiga un triunfo importante en la
Provincia de Buenos Aires.
La Liga de Gobernadores (unos 12) del PJ, ya demostró que quiere “ganar por
puntos” en los distritos en los que es gobierno y no perder por mucho en los que
gobierna Cambiemos. Defienden la gobernabilidad y necesitan la plata de la
Nación para llegar al 2019 y, si bien veladamente apoyan a Randazzo, saben que
han tomado un serio riesgo: que la crisis de liderazgo en el PJ no se resuelva
en las elecciones de Octubre en la Provincia de Buenos Aires sino que, por el
contrario, se profundice, lo cual los obligaría a 1) enfrentarse entre ellos,
camino a las presidenciales, o 2) realinearse ante un eventual triunfo o
reposicionamiento de CFK en la Provincia de Buenos Aires. No es poca cosa para
un partido tradicionalmente devoto de los líderes que, sumando los peronismos de
todo pelaje, incluidos los K, suele alcanzar el 60% de los votos.
Las PASO serán una suerte de primera vuelta de testeo, sin eliminación, en las
cuales habrá cuatro cuestiones centrales:
a. Conoceremos el peso (hoy incierto) del Conurbano cristinista para instalar
el eje económico y romper el nuevo bi-partidismo del interior (PJ versus
Cambiemos), generando una tercera alternativa pseudo-peronista (tiene muchos
intendentes bonaerenses), en la cual se admitirá –en el caso de ser exitosa-
todo tipo de transfuguismo. La “unidad” al estilo de CFK, o sea YO decido todo.
b. La puesta a prueba (o el desafío), por parte de CFK, del modelo de
alineamiento, -para ella traidor- del PJ con el Macrismo y la hipótesis, no del
todo improbable, de que los distritos bonaerenses donde ella es fuerte, sean los
que finalmente impondrán el modelo opositor predominante, camino al 2019. Aunque
salga segunda.
c. La comprobación de la extrema dificultad de llegar a un “país normal”,
como postula Cambiemos, si Macri, que no domina la calle y no puede modificar el
desempeño de la justicia, quisiera imponer el “ajuste” post 23-O. El Círculo
Rojo y los Embajadores de países de Occidente se la están dando servida a CFK:
sólo con entrar en la Cámara de Senadores o liderar el bloque de Diputados K,
conseguiría posponer -por dos años más- las decisiones económicas
trascendentales (inversión) de las que depende Macri, para demostrar que su
modelo sensato, aunque de baja efectividad, es compatible con un sistema
político moderado y la satisfacción parcial de las aspiraciones populares.
d. Las encuestas previas a las PASO “reorganizarían” a un sindicalismo, que
Macri perturbó de una manera sumamente eficaz. El modelo sindical del Momo no es
el mayoritario. Si “no mide” el país normal de Cambiemos, se abre la
eventualidad de sindicatos “cabreros”. Esto propondría una “calle” muy agresiva
con Mauricio y María Eugenia. Del acuerdismo de 2016, podríamos pasar a la
hostilidad sindical, siempre con un ojo puesto en 2019.
La importancia del Conurbano
Según el INDEC, las tasas de desocupación Nacional y del Gran Buenos Aires
fueron de 9,2 y 11,8 %, respectivamente. Si se suman los sub-ocupados
demandantes (los que quieren laburar más), se llega a 15,8 y 19,2%.
Hay 639.000 desocupados en el Conurbano y M 1,76 de desocupados demandantes.
Es decir, un 51% (en conjunto) de la muestra de los 31 aglomerados urbanos del
INDEC. Los desocupados del GBA son 55,6% de ese universo medido. Compárense
estas cifras con las poblacionales: el GBA es el 27,3% del total nacional.
Recordemos los resultados de la primera vuelta de 2015 en la Provincia de
Buenos Aires, cuando todavía Massa tenía el mérito de haber impedido la re-re de
Cristina: Scioli había sacado el 37,1% (40% en las PASO); Macri el 32.9% (29% en
las PASO) y Massa 22,4% (20,6% en las PASO).
Es cierto que piso y techo de CFK en Buenos Aires están muy cerca. Pero, si
se instalan los ejes economía-inseguridad en la campaña, también (pese a los
esfuerzos de María Eugenia) piso y techo del macrismo pueden estar en torno al
28/35% del total, en octubre. Ganar, para el gobierno, es desalojar a
Massa-Margarita de la avenida del medio. ¿Es posible, con “esta economía”?.
Con la data de desempleo y subempleo y teniendo en cuenta la significación
poblacional del Conurbano y su capacidad para generar “ruido” en las calles, los
resultados de las PASO ¿pueden ser muy distintos a los de la primera vuelta de
2015?. Y, si se considera que aquéllas pueden ser un simple proceso de selección
para que el peronismo ponga en vigor, finalmente, todo el peso del voto útil
anti-macrista en Octubre, ¿entonces…qué?.
El gobierno nacional ha decidido que la economía no es el eje de la campaña,
porque no tiene resultados para mostrar, pese a la obra pública, los créditos
hipotecarios y la leve reactivación automotriz y de la Construcción. El problema
es que tendría que haber demostrado, bajando la inflación y valorizando la
paritaria en términos de consumo, que tenía claro la importancia del Conurbano.
No estamos diciendo que la estrategia oficial sea equivocada. Sólo que están asumiendo demasiados riesgos, teniendo en cuenta que, en La Argentina, guste o no guste, el Conurbano impone agenda. El experimento de Durán Barba con María Eugenia Vidal en 2015, ahora ya no es posible. Macri y Vidal son un oficialismo con pobres resultados económicos, en el decisivo Conurbano.
Fuente: Años de Campo