Describe un escenario apocalíptico que es casi copia fiel de la última proclama de Cristina Kirchner como presidenta, el 9 de diciembre de 2015, y de las aterradoras pinturas hiperrrealistas que fue incorporando en sus apariciones posteriores, incluida la charla con periodistas militantes que tuvo el 25 de mayo pasado.
Algunas de las palabras con las que descalifica al Gobierno de Macri y las
que elige para referirse a la actual situación política, social y económica son
elocuentes y ponen en evidencia que su objetivo va más allá de unas elecciones
legislativas. Su propósito manifiesto es ponerle límite, freno y fecha de
caducidad de manera perentoria a un presidente a quien antes de irse ella del
Gobierno decidió no entregarle los atributos del mando, desconociéndole así la
legitimidad de su triunfo electoral. Y ahora le desconoce su legitimidad de
ejercicio.
Estafa electoral, calvario, brutales políticas de ajuste, desamparo, exclusión, injusticia, pobreza, emergencia, urgencia, sufrimiento, persecución política, plan de entrega y escarnio popular, un gobierno que quiere sicarios para eliminar opositores; espionaje propio de gobiernos dictatoriales, violencia, extranjerización de los recursos naturales, desintegración regional, desmalvinización, dolor y fractura económica y social, retorno continental del neoliberalismo, saqueo tarifario. Esos son los adjetivos y sustantivos que Cristina.dispara como proyectiles retóricos.
La lista es meramente enunciativa, hay mucho más sólo hay que asomarse a la
web. Pero el documento de 22 páginas no se queda ni en una terrorífica
descripción ni en la propuesta electoral para que el futuro sea un regreso a un
pasado presuntamente venturoso. Contiene un claro llamado a la acción: "El
Parlamento tiene que ser uno de los límites para el ajuste neoliberal, pero no
el único. Las instituciones y organizaciones sindicales y sociales, [.] tienen
también una responsabilidad histórica [.) y no pueden ser ajenas a la
convocatoria ciudadana".
Después de la aparición en televisión de Cristina, un prominente ex ministro suyo decía ante quien quisiera escucharlo que su discurso lindaba con el golpismo. No había leído aún la proclama de presentación (virtual, por ahora) del FUC. Es cierto que los que alguna vez se acostumbraron al secuestro suelen exagerar cuando descubren el sabor de la libertad, pero ayer después leerla se jactaba: "Yo te lo dije". La hipérbole del ex funcionario cristinista tiene un punto a favor: no hay ningún registro documental que muestre que Cristina Kirchner o su fallecido esposo describieran tan dramáticamente lo que ocurría durante la dictadura militar.
De lo que no deja dudas el documento y la decisión de abandonar el Partido Justicialista es que Cristina decidió refugiarse y hablarles sólo a los propios, a los fanáticos, a los que no dudan y desdeña cualquier aspiración mayoritaria. Cualquier encuesta muestra que la descripción que ella hace del país es compartida por menos de una tercera parte de los argentinos.
Por eso, no eran pocos ayer en las redes sociales los que decían que a las siglas de su nuevo sello electoral le estaba faltando una letra. Después de semejante presentación el Frente de Unidad Ciudadana podría quedar reducido a apenas un Frente de Unidad Ciudadana Kirchnerista. Toda una definición.