Observemos qué está pasando en el terreno de las estimaciones de esta campaña. Para ello, recurramos al Ministerio de Agroindustria.
Sobre una producción total estimada de 128 millones de toneladas de trigo, maíz, soja, cebada y girasol, los compradores habrían adquirido cerca del 36% de la producción.
Se trata de casi 46 millones de toneladas. Un número bajo.
Esta campaña se destaca, a la fecha, por las demoras en la comercialización. Por lo menos hasta ahora. Se advierte claramente una menor proporción a comercializar respecto a los ciclos previos.
La proporción de la producción ya comprada, tal como dijimos, llegaría al 36%. Es un coeficiente mucho menor al del promedio de los últimos 10 años. Algo similar ocurre con las operaciones con precio en firme.
Del mencionado tonelaje de 46 millones, más o menos el 40% se ha realizado con la modalidad “a fijar”. Así las cosas, alrededor de 100 millones de toneladas sería la cantidad sin precio en firme.
Si analizamos lo sucedido para fines de abril de los últimos diez años respecto a operaciones con precio firme, advertiremos que, en tanto para el trigo como el girasol, la proporción de granos comercializados resulta semejante a la actual, se verifica un notable retraso para la comercialización de soja y maíz.
Es así. A diferencia del trigo y el girasol, las demoras son notables para el caso de la soja y el maíz. Muy especialmente, para la soja.
Tan sólo el 9% de la producción estimada tiene precio en firme. El número es muy bajo al compararlo con el promedio durante los últimos 10 años donde el porcentaje es del 17%. Respecto al maíz, solamente un 22% se ha adquirido con precio hecho, en tanto que el promedio de las últimas diez campañas llega al 31%.
En suma, al finalizar abril, cerca de 100 millones de toneladas no registrarían precio.
¿Qué está sucediendo?
Arriesgamos algunas respuestas.
En primer lugar, no debemos olvidar que los granos -como la soja y el maíz- están sujetos a la ley de la oferta y la demanda. Tampoco debemos dejar de recordar que la oferta no es necesariamente igual a la disposición de mercadería.
La curva de más abajo nos muestra cómo cuando el precio es muy bajo, la oferta se reduce. Aunque haya grandes stocks.
En segundo lugar, la propia retracción de la oferta impide una nueva baja en los valores.
En tercer lugar, la oferta se contrae por la logística complicada por el mal tiempo. Y por las posibilidades de mayor complicaciones en el área sin cosecha aún.
Y para terminar, hay que hablar de las expectativas.
Unas se basan en lo interno. Nos referimos a la posibilidad de una depreciación del peso. No es descartable que, en breve, el dólar supere el techo de $16.- Al menos el Banco Central está preocupado con los problemas de competitividad derivados del precio del dólar.
Y, los otros se basan en lo externo. Siempre hay chances de que, sobre todo en Norteamérica, el cuadro de producción empeore por factores climáticos. El mercado climático comienza a operar y sus consecuencias, aunque impredecibles, generan esperanzas de subas en los valores.
En suma, la oferta en nuestro país, en buena parte, está regulando el precio.
Así, para la soja hoy se explica el piso de $3.500. Vale aguardar por los próximos días una banda entre $3.500 y $3.900; pero con posibilidades de mejoras más allá de $4.000, si las condiciones climáticas patean en contra de la producción de EE.UU.
Por ello, hoy lunes 8 de mayo, en el mercado local los valores ofrecidos en la Bolsa de Comercio de Rosario, la oferta de compra de soja fue de $ 3.600 con entrega. Y en los últimos días de la semana pasada de $3.700.