Cuando faltan pocas semanas para el comienzo de la nueva campaña de trigo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires pronosticó una suba del 7,8% en la superficie sembrada. De esta manera, contra los 5,1 millones de hectáreas del ciclo 2016/2017 (la entidad recalculó el área de ese ciclo tras estimar 4,7 millones de hectáreas), la campaña 2017/2018 alcanzará los 5,5 millones de hectáreas.
Con esas 400.000 hectáreas adicionales, que según aclaró la entidad se
lograrán dependiendo de las condiciones climáticas, la Argentina tendrá la mayor
siembra de los últimos diez años. Durante el gobierno anterior, en el marco de
una política de intervención, retenciones y cupos para exportar, el cereal había
entrado en un proceso de retracción. De hecho, en la campaña 2012/2013, con sólo
3,16 millones de hectáreas, el cereal tuvo la menor siembra en 114 años.
Sin trabas ni retenciones, el cultivo se puso en marcha de nuevo. Para la Bolsa
de Cereales porteña, en la campaña pasada se alcanzó una cosecha de 16,3
millones de toneladas. En tanto, para el ciclo 2017/2018 prevé una producción de
17,5 millones de toneladas.
Vale recordar que, para el Gobierno, la última cosecha fue récord. En febrero
pasado, con la cosecha concluida un mes antes, el Ministerio de Agroindustria de
la Nación subió su estimación de producción de 16,50 a 18,39 millones de
toneladas. Esa marca supera en dos millones los cálculos del sector privado.
Además, incrementó fuerte la superficie de 5,34 a 6,36 millones de hectáreas. Y
en forma paralela expandió las pérdidas de 83.145 a 800.000 hectáreas.
Para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, los mayores incrementos en la campaña
2017/2018 estarán en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. En el sudeste
bonaerense también se espera una importante recuperación del área, desplazando
la cebada.
En otras regiones el trigo se usará para controlar la presencia de napas muy cerca de la superficie. También está la necesidad de los productores de tener una mayor rotación en sus suelos con el cereal.
Para Gustavo López, consultor de Agritrend, que calcula una siembra de 5,3 millones de hectáreas y una producción de 17,3 millones de toneladas, el precio de cara a la cosecha "es normal" y "la relación insumo/producto es buena", lo que impulsa la siembra. El año pasado para esta época el cereal rondaba en la posición enero -ingreso de la cosecha- US$ 151,5 por tonelada, en tanto que ahora se ubica en US$ 159.
Por el lado de la relación insumo/producto, que mide cuánto cereal se necesita para adquirir un insumo, el año pasado hacían falta 2,33 toneladas de trigo para comprar una tonelada del fertilizante urea con precio en el puerto. Ahora se requieren 2,48 toneladas del cereal. Es una leve desmejora.
En tanto, en el fosfato monoamónico, otro fertilizante, de requerirse 3,49 toneladas de trigo para comprar el insumo ahora hacen falta 3,05 toneladas, siempre con el valor puesto en el puerto. En este caso, la relación insumo/producto mejoró. "En términos generales, la relación insumo/producto sigue siendo buena", destacó Jorge Bassi, vicepresidente de Fertilizar Asociación Civil.
Además de crecer en área, el trigo en el nuevo contexto -sin trabas ni retenciones- tiene un impacto económico clave. Según un informe que se dio a conocer ayer en una jornada de la Bolsa de Cereales porteña, comparando sólo dos campañas, 2015/2016 versus 2017/2018, el producto bruto de toda la cadena terminaría creciendo US$ 1623 millones.
Y la cadena duplica su participación en el PBI nacional. Además, pese a eliminarse las retenciones, el Estado recauda más con el cereal, ya que entran más ingresos vía otros impuestos, como Ganancias. De acuerdo con el informe, el aumento en la recaudación fiscal rondaría el 27 por ciento.