Conocer con precisión cuántos gases de efecto invernadero (GEI) emiten
los cultivos durante todo el ciclo permite evaluar la eficiencia de los
sistemas productivos y ayuda a disminuir impactos negativos en el
ambiente. Con esa información, además, se pueden detectar sitios
críticos y desarrollar estrategias de mitigación. Así, un equipo de
investigadores del INTA Famaillá –Tucumán– determinó que la producción
de caña de azúcar emite casi un 50 % menos de óxido nitroso. El trabajo
fue recientemente publicado en la revista Science of the total
environment.
En líneas generales, el Panel Intergubernamental para el Cambio
Climático (IPCC) estima que la caña de azúcar tiene un porcentaje de
emisión de GEI que ronda el 1,25 %. El detalle es que la mayoría de los
estudios están basados en estimaciones y no en mediciones reales. En
este punto, radica la importancia de contar con un inventario nacional
de gases.
Así, con el foco puesto en la importancia de conocer cuál es el impacto
real que tiene para el ambiente la generación de bioetanol, desde el
cultivo hasta su uso final, Jorge Chalco Vera –del grupo gestión
ambiental de esa unidad del INTA y becario del Conicet– comenzó a
estudiar en detalle cómo funcionaba el intercambio de gases entre la
planta, el suelo y el aire.
“En la producción de bioetanol es fundamental cuantificar las emisiones
reales de gases de efecto invernadero a la atmósfera”, señaló Chalco
Vera quien agregó: “De esta manera, podremos conocer, en términos
económicos y energéticos, cuáles serían los beneficios de reducir la
dependencia al uso de combustible fósil y, en términos ambientales, el
ahorro en las emisiones”.
En Tucumán, para la producción de caña de azúcar tanto la fertilización
nitrogenada como la quema del rastrojo –después de la cosecha– son
prácticas habituales. Por lo que el objetivo de Chalco Vera fue
cuantificar las emisiones de dióxido de carbono, óxido nitroso y metano
que emite el cultivo.
Luego de tres años de mediciones realizadas a campo, el equipo liderado
por Chalco Vera, demostró que el cultivo emite casi un 50 % menos de
óxido nitroso respecto que lo estimado por el IPCC. “Según nuestros
resultados, la caña –bajo un sistema con cosecha en verde– emite 0,73 %
de este gas debido al fertilizante nitrogenado aplicado”, explicó
Chalco Vera quien agregó: “Esto es muy positivo porque determina que el
sistema cañero tucumano emite mucho menos gases en comparación al 1,25
% que fija el IPCC”.
En la Argentina, hay más de 350 mil hectáreas de cañaverales cuya
producción se destina a 23 ingenios que elaboran azúcar y 16
destilerías –que obtienen alcohol destinado a mezclas con naftas–. La
marcada tendencia mundial hacia el uso de energías renovables ubica a
la Argentina en una posición privilegiada como generadora de
biocombustibles y de energía a partir de la biomasa vegetal.
De acuerdo con Chalco Vera, con estos resultados se podrá certificar
que la producción de bioetanol a partir de caña de azúcar es
sustentable. “La Argentina posee una industria de bioetanol de caña en
crecimiento, con un desarrollo prometedor para la matriz energética, y
que hasta el momento su fase agrícola cuenta con menor impacto
ambiental de lo que se estimaba”, aseguró.
Una producción más sustentable
Ahora bien, con esta información de base, es posible diseñar
estrategias para reducir las emisiones totales de los gases de efecto
invernadero durante el ciclo del cultivo.
La producción de caña se caracteriza por la diversidad de prácticas de
manejo que emplean los agricultores durante el cultivo que va desde
medidas conservacionista a modelos más tradicionales. Sin embargo, en
la mayoría de los casos la aplicación de fertilizantes sigue mandatos
tradicionales en lo que respecta a dosis, tipo de fertilizante y época
de aplicación. La quema de rastrojo es una práctica que aún subsiste en
el sector.
“Hay mucho desconocimiento sobre las dosis efectivas de fertilizante
nitrogenado que deben aplicarse”, expresó el investigador del INTA
quien añadió: “Incluso, existe una variabilidad inexplorada sobre la
forma de aplicación, ya que aún hoy se observan a pequeños productores
aplicando el fertilizante sin incorporarlo al suelo, lo cual aumenta
las pérdidas por volatización”.
En este sentido, el uso de tecnologías desarrollada por el instituto,
como la cosecha en verde y un uso más eficiente de los fertilizantes,
resultan fundamentales para asegurar una producción sustentable y sin
generar impacto ambiental.
Inventario nacional
El cambio climático es uno de los mayores desafíos para la humanidad,
por lo que la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero es
una de las estrategias más importantes para mitigarlo.
A escala mundial, el dióxido de carbono representa el 77 % de los
gases de efecto invernadero, el metano el 14 % y el óxido nitroso
el 8 %. Este último en particular tiene un potencial de calentamiento
global 310 veces más alto que el dióxido de carbono. Datos del Panel
Internacional del Cambio Climático (IPCC) indican que la emisión de
estos gases aumentó un 70 % entre 1970 y 2004. La producción de
electricidad y calefacción, transporte, industria y
deforestación son las principales fuentes de dióxido de carbono,
mientras que la agricultura es la principal fuente de la producción de
metano y óxido nitroso.
Los inventarios nacionales de GEI miden las emisiones de óxido nitroso
a partir de un porcentaje fijo del nitrógeno aplicado como fertilizante
en los cultivos más un porcentaje por la descomposición de los restos
biológicos de la cosecha.
Según el IPCC, el óxido nitroso es el principal gas con efecto
invernadero de los sistemas agrícolas.
“Contar con un inventario nacional de emisión de GEI, en el que las
emisiones del sector agropecuario son cuantificaciones en base a
mediciones propias, y no estimaciones, contribuirá a aumentar la
confiabilidad y calidad de la información proporcionada”, afirmó Chalco
Vera.