Suele decir que si lo encuentran en la semana en el campo, por la pinta que
lleva le terminan tirando una moneda. Es que cuando se trata de trabajar en la
manga y estar inmerso en su pasión, las vacas, poco le importa estar tapado de
tierra. Desde que ejerció la presidencia de la Rural de Gonzales Chaves, allá
por 2008, en pleno conflicto entre el gobierno anterior y el campo, su carrera
en Carbap fue en ascenso pero -dice- sin buscarlo.
-¿Hay facciones partidarias en Carbap?
-No, para nada. Quisiera ponerlo bien en claro. Lo que a mí me gusta de
Carbap es que quien realmente maneja la organización es el consejo, los
delegados de todas las rurales. Yo he visto al consejo vapulear a un presidente.
Aparte de que está descripto en el estatuto de Carbap, esto es algo que se da en
la práctica; si vos te desviás del rumbo, el consejo te corrige. Hay 113
sociedades rurales que conforman Carbap, y siempre hay por lo menos entre 60 y
70% de los delegados presentes en el consejo.
-¿Cómo es el vínculo en Carbap con los más jóvenes?
-Es fundamental que se vayan sumando los más jóvenes a través de los ateneos. Nosotros vamos ubicando a quienes vemos más representativos y con más ganas de participar (a lo mejor eso fue lo que sucedió conmigo cuando entré) y los vamos perfilando. Les damos lugar. Los hacemos participar. En la próxima mesa, yo ya lo manifesté, me gustaría incluir a una persona que salió hace poco del ateneo. Se trata de una mujer. (no quiere dar nombres).
-Lo dice como algo excepcional, ¿es machista el gremialismo agropecuario?
-No es tan machista. Una de las personas más representativas de Carbap es una mujer, Norma Urruty, a quien tengo un enorme respeto. Carbap es conservadora, pero cuando hay una persona que vale, no hace diferencia. Norma podría haber sido perfectamente presidente de Carbap, pero entiendo que ella no quiso.
-¿Está conforme con la relación que tienen con CRA?
-Hoy el presidente y el secretario de CRA son dos personas que fueron presidentes de Carbap. Puede haber diferencias, pero se maneja todo dentro del ámbito del diálogo. Hay más folklore que otra cosa.
-¿Cómo calificaría hoy el negocio agropecuario?
-El campo no está bien, además de los problemas climáticos, hay una presión impositiva muy grande y cada vez más regulaciones. A lo que hay que agregar la inseguridad y la falta de infraestructura, para lograr políticas que incentiven la producción.Tenemos que terminar con las modalidades de gobiernos que necesitan plata, que no ajustan sus enormes gastos y que presionan al sector privado, que es lo que hace la provincia de Buenos Aires, por ejemplo. En el discurso hay una línea de reducir gastos superfluos, pero cuesta verlo en los hechos.
-¿Cuál es el objetivo de su gestión al frente de Carbap?
-Un objetivo de largo plazo que es que la Argentina acepte su condición de país agropecuario. Otros países, como Australia o Nueva Zelanda, están orgullosos de esa condición. Trabajamos para que la clase política reconozca esta condición de la Argentina. Y que tengan políticas acordes.
-¿Y en cuanto a las más perentorias para este año?
-Hay impuestos que hay que sacar como el inmobiliario complementario. Vemos con preocupación que se considera que lo que pagamos de inmobiliario es barato. Originalmente, nos dijeron que lo querían subir al doble. Se ve que alguna gente llega al poder y se olvida de lo que pensaba antes.