Eso se pudo comprobar esa semana con varios hechos. En Santa Fe, el gobernador Miguel Lifschitz recibió a la cúpula de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y de Carsfe para evaluar el daño que provocaron las últimas inundaciones en la provincia. Le propusieron la creación de un ente hídrico, de participación pública y privada, con competencia para impulsar obras y desarrollar programas de largo plazo para enfrentar eventuales catástrofes. Según el presidente CRA, Dardo Chiesa, la idea fue bien recibida. También en la semana, el presidente de Coninagro, Carlos Ianizzotto, se reunió con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Le explicaron cómo afectan los costos laborales (impositivos, no salariales) a la actividad agropecuaria.
El ministro se comprometió a impulsar una agenda de trabajo en común. A su
vez, el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, se reunió con los
dirigentes de la Federación Agraria Argentina (FAA). Un día antes lo hizo con
los cooperativistas de Coninagro. Los federados le presentaron los problemas que
tienen los pequeños productores de yerba mate, algodón y bananas del NEA. En el
primer caso, advirtieron por la pérdida de rentabilidad, y sobre los algodoneros
señalaron, entre otros puntos, la necesidad de enfrentar el picudo del
algodonero. Además, la FAA insistió en aumentar las medidas de asistencia a
productores afectados por inundaciones, particularmente se puso foco en la falta
de actualización del Fondo de Emergencia Agropecuaria por 500 millones de pesos
que no se actualiza desde 2009.
El frente externo también está movido. El Ministerio de Agroindustria participó
de la comitiva que viajó a Brasil con el presidente Mauricio Macri en la reunión
que mantuvo con su par, Michel Temer. En Agroindustria apuntan a que los
controles fitosanitarios que realiza Brasil en fruticultura no se transformen en
barreras para arancelarias. Otra cuestión que se analizó fue la de la estrategia
del Mercosur. El gobierno brasileño se quiere respaldar en el desgastado bloque
regional para impulsar sus exportaciones. Esta estrategia no sería beneficiosa
para la Argentina en todos los mercados. Un ejemplo es México, interesado ahora
en los productos agropecuarios argentinos ante un eventual aumento de los
aranceles que le quiere imponer el gobierno de Donald Trump. Los empresarios
avícolas locales, entre otros, esperan con ansiedad que avancen los acuerdos
sanitarios con los mexicanos. Si se concede porciones de mercado a la avicultura
brasileña su ingreso será más complicado.
La Argentina tiene una gran oportunidad en México. Se trata de un mercado de
151 millones de habitantes al que la Argentina le vende agroalimentos por apenas
270 millones de dólares, que representan el 30% de las exportaciones totales a
México. La preponderancia que tiene la oferta de Estados Unidos en el mercado
mexicano por el Tratado de Libre Comercio impide el ingreso de exportadores como
la Argentina.
Que el trabajo es de hormiga lo demuestra la situación de la campaña agrícola.
Tras el bombazo de agua de diciembre y enero pasados y la sequía que azotó al
sudeste bonaerense, la cosecha de soja llegará a 54,5 millones de toneladas,
según la estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Pese al retroceso
del área, la entidad dijo que se esperan buenos rendimientos en zona núcleo.
Este buen volumen de producción se conseguirá pese a la existencia de una
elevada carga impositiva que pesa sobre la soja del 30% de derechos de
exportación (con excepción del NOA y el NEA).
Hay más optimismo con el maíz. La BCR subió en tres quintales el rinde promedio del cereal respecto de su anterior estimación de enero. Sin derechos de exportación ni trabas para vender, el maíz dará un salto de producción este año.
En ganadería es donde también se requiere un trabajo de cirugía de precisión. Con el aumento de producción de carne, si no se acelera la salida exportadora los precios continuarán planchados, particularmente para la cría, por la retracción que manifiesta el consumo local. El Gobierno, esta vez, se anticipó y anunció la suba de reembolsos a las exportaciones de carne por un año. No queda otra que arremangarse. Hay una oportunidad para no desaprovechar.