recurrencia cada vez mayor generando pérdidas en el sector agropecuarios y afectando
la infraestructura rural y urbana.
En los últimos años, se registraron aumentos de las precipitaciones y en su intensidad. Este fenómeno, sumado a un menor consumo de agua dado por el cambio de uso del suelo, generó el incremento del nivel de las napas y aumentó la vulnerabilidad del territorio a eventos de inundación y anegamiento.
Hasta el 17 de enero de 2017, el total de superficie afectada por inundación o anegamiento del área de estudio es 55% (sobre 1.2 millones de ha). Sobre el área con uso agrícola, actualmente se registra una pérdida del 27% de la superficie. El 73% restante, se encuentra con cultivo creciendo con distinto grado de estrés por exceso de agua. Un 16% se encuentra en estado regular y podría pasar ha perdido de continuar los eventos de precipitaciones.
En consecuencia, teniendo en cuenta lo perdida (27%) más las zonas con cultivo que están creciendo con serias limitaciones (16%) la superficie afectada asciende hasta 43%, con máximos del 70% en las zonas más comprometidas.
El resto de la superficie con cultivo agrícola se encuentra en buenas (39%) a muy buenas (45%) condiciones de crecimiento. Los cultivos más afectados fueron soja de segunda y maíz tardío, debido a las lluvias ocurridas durante implantación y primeros etapas vegetativas.
El estado general del ganado es bueno, aunque varias zonas están con animales en el agua y sin pasto. Los daños más severos se están observando sobre los tambos y los encierres a corral por la reducción de la eficiencia productiva, falta de acceso para retirar la producción y la imposibilidad de generar reservas de alimento.
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