A pesar de las abundantes precipitaciones ocurridas en las últimas
semanas de 2016, el trigo repuntó en los campos argentinos de la región
central. De hecho, según el Ministerio de Agroindustria de la Nación,
con una producción de 15,6 millones de toneladas la Argentina recupera
el lugar histórico que tuvo como productor y exportador del cereal.
Un clima favorable durante la mayor parte del ciclo del cultivo
permitió alcanzar rindes que se ubican por sobre los máximos promedios
históricos. Martha Cuniberti, responsable del Laboratorio de Calidad
Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas del INTA Marcos
Juárez –Córdoba–, destacó: “Hubo rendimientos excepcionales de hasta
100, 90 y 80 quintales por hectárea en algunos lotes de la zona de
Montes de Oca –Santa Fe– y en el sudeste de Córdoba”.
“Estamos frente a una campaña histórica”, señaló Cuniberti y afirmó:
“Con cuatro millones de toneladas, la provincia de Córdoba tendría la
mayor cosecha de los últimos 50 años y se consolida como la segunda
provincia triguera, detrás de Buenos Aires”.
Con lluvias que acompañaron el desarrollo del cultivo, la campaña
2016/17 en la región central del país se caracterizó por los altos
rindes y bajo contenido de proteína, aunque resultó superior a la
campaña anterior. Las buenas condiciones del ambiente favorecieron el
tamaño de los granos y los valores de glúten. Además, las noches
frescas, limitaron la aparición de enfermedades importantes.
Sin embargo, el Informe de calidad de trigo elaborado por el
laboratorio de Calidad Industrial de Marcos Juárez estimó que “a pesar
de las buenas dosis de fertilizantes nitrogenados aplicados, incluso en
macollaje, los rindes fueron tan elevados que no alcanzó a frenar la
caída en la proteína”.
Además, el mayor contenido de gluten en relación a lo esperado para ese
nivel de proteínas determinó que la calidad industrial sea buena, con
adecuados valores de fuerza panadera y volumen de pan –superiores a la
campaña anterior– pero con baja estabilidad en las masas.
Según el informe, “en la región central del país aumentó la relación
gluten–proteína, en comparación con cosechas anteriores. Este
comportamiento es semejante a lo que sucede en la región sur y sudeste
de Buenos Aires, principal zona productora. Allí, esta relación es alta
debido a un período de llenado de granos más largo, lo que favorece la
acumulación de gluteninas y gliadinas, proteínas que definen la calidad
industrial del trigo”.