Entre números concretos que reflejan una cruda realidad y pérdidas que van más allá de cualquier cuantificación, pero dañan las mejores expectativas que se habían fijado al inicio de la campaña, la zona agrícola central está otra vez en terapia intensiva por las inundaciones. Lo mismo pasa con los tambos, donde en Santa Fe hay 1350 afectados, de acuerdo con el gobierno provincial.
A diferencia de lo que ocurrió en otras oportunidades, el baldazo de agua del último mes, que dejó acumulados de 600 milímetros en ese período en varias localidades del sur santafecino, se dio en un momento donde suelen esperan menores lluvias. Basta recordar otras campañas críticas por la falta de lluvias para los cultivos.
Esta semana, Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, llamó la atención precisamente sobre ese comportamiento del clima. "Diciembre y enero es cuando la expectativa está puesta en cuánto puede afectar la situación deficitaria en precipitaciones que normalmente se observa. Si bien pudieron ocurrir eventos como en el caso de Areco [por un fenómeno que llevó al desborde del río en diciembre de 2009], no ha sido la situación más frecuente para esta época del año; y las recientes que recordamos no han tenido la extensión geográfica del evento de lluvias del 14 y 15 de enero", precisó.
Tan abundantes fueron las lluvias que, por ejemplo, en Marcos Juárez entre el
1° de diciembre y el 16 del actual cayeron 408 mm, un 120% más sobre el promedio
para la época. Según registros del INTA, en Rafaela, en plena cuenca tambera de
Santa Fe, desde el 15 de diciembre hubo 429,2 milímetros, el mayor registro para
ese período de los últimos 55 años y casi cuatro veces más de lo que llovió en
igual fecha del año pasado. En Venado Tuerto, en el sur provincial, desde el 15
de diciembre pasado llovieron 429 milímetros, el valor más alto para esa fecha
en los últimos 27 años.
El contraste está en zonas que vienen de sequía. En Azul, para la misma época se
registraron 69 mm, 55% menos del promedio.
Pablo Ginestet, de la firma Ripear y miembro por Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA) en la Comisión Nacional de Emergencias y Desastres
Agropecuarios, analizó una imagen del satélite Terra que da una magnitud: casi
2,5 millones de hectáreas con graves problemas en el centro sur de Santa Fe, el
norte y oeste bonaerense y el este de Córdoba. Además, habría otro millón de
hectáreas con inconvenientes, aunque podrían ser más leves.
En esa superficie hay tanto área sembrada como que quedó sin sembrar, ganadería,
tambo y zonas cercanas a los pueblos que también están bajo el agua.
Para Ginestet, en la región hay 700.000 hectáreas con soja en problemas. "La mitad de esas 700.000 hectáreas están con un alto riesgo de perderse", dijo El resto, de no complicarse más la situación, tendrá menores rindes. En maíz, consignó que sobre unas 180.000 hectáreas ya comprometidas al menos 100.000 están con riesgo de perderse.
Respecto de la soja, la consultora AgriPac pasó de prever 55 millones de toneladas de soja al inicio de la campaña a 50 millones de toneladas. Son US$ 1750 millones menos para el país, calculó.
Detrás de los números está el otro impacto: en la historia de cada productor. En Elortondo, en el sur de Santa Fe, Ariel Catuch presta servicios de contratista agrícola y también produce sobre 100 hectáreas alquiladas. De esa superficie, que este año sembró con soja, ya da por perdidas 30 hectáreas, según dijo a la nacion. "Toda la zona está complicada. Hay sojas que nacieron y luego al estar varios días con agua se afectaron y no se pueden resembrar [por el exceso]. Hay entre un 30 y un 35% de lotes perdidos en Elortondo, Hughes, Chovet, Wheelwright", describió el productor.
Juan Ramón Ferreyra también es productor de Elortondo con 100 hectáreas propias. Allí tiene 15 hectáreas improductivas desde hace dos años por el agua y este año sembró 85. Pero de ellas 10 están inundadas y en el resto hay encharcamientos con un cultivo amarillento. "Seguramente, el rinde va a ser menor. Puede ir de 28 a 30 quintales por hectárea contra 48-50 quintales por hectárea que podría producir", contó.
El fenómeno trasciende al productor y va hacia otros actores. Lo saben los contratistas. "Hay contratistas que están mal también porque tienen a sus clientes en esas regiones afectadas y, si no hay resiembras, ahí el trabajo puede caer un 40%", destacó Jorge Scoppa, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma).