Anegados, volcados o golpeados. Así están los cultivos de soja, girasol
y maíz en numerosos campos de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos
Aires. Es que, producto de las abundantes precipitaciones registradas
en las últimas semanas, los cultivos presentan algún grado de daño que
impactaría en los rendimientos. Recomendaciones técnicas del INTA para
reducir las pérdidas.
De acuerdo con el análisis de Juan Manuel Orcellet –técnico del INTA
Santa Fe–, “serán necesarios, como mínimo, unos 10 días para ingresar
al campo a realizar labores” y, en este sentido, destacó la necesidad
de “definir qué cultivos y qué tareas se realizarán para optimizar los
tiempos y no retrasar, más aún, la siembra”.
En este sentido, advirtió sobre los riesgos en los cultivos tardíos de
soja, debido a la menor duración de las etapas vegetativas por el
acortamiento de los días y las altas temperaturas a las estará expuesto
en sus primeras etapas.
Además, remarcó que “la inducción a floración en una etapa vegetativa
temprana provoca una menor altura y una menor cantidad de nudos de la
planta, lo que disminuye el índice de área foliar y, por ende, la
acumulación de materia seca”.
El especialista de Santa Fe recomendó: “Para reducir el riesgo de la
ocurrencia de heladas tempranas, la etapa crítica de llenado de grano
no debería pasar de mediados de mayo”.
En cuanto al maíz, lo consideró como “una alternativa promisoria para
fechas tardías” pero, advirtió sobre los inconvenientes que pueden
causar el elevado costo de la semilla y su disponibilidad.
Dada la menor radiación al momento de llenado de grano, el técnico
aconsejó “reducir la densidad de siembra y cuantificar el nitrógeno
disponible para una correcta elección de la dosis a utilizar, ya que
los excesos hídricos posiblemente provoquen pérdida de nitrógeno por
lixiviación”.
Otro aspecto a tener en cuenta, según Orcellet, es que las napas se
encuentren a menos de 1,4 metros de los cultivos ya que “cuánto más
cercana a la superficie, mayor será la depresión en los rendimientos”.
Para el caso del girasol, Orcellet detalló que “en su mayoría,
alcanzaron la madurez fisiológica y están próximos a cosecha, sin
embargo, en gran parte de los lotes de siembra directa se ve
deteriorado su anclaje con un elevado porcentaje de plantas inclinadas
o volcadas, anegadas y con riesgo de podredumbre”.
De acuerdo con el técnico, resulta “primordial” realizar un exhaustivo
análisis de situación basado en prioridades para evitar pérdidas. En
primer lugar, para decidir el orden de cosecha será necesario conocer
las condiciones del cultivo: humedad del grano, proporción de plantas
volcadas, y zonas anegadas.
En segundo lugar, se deberá tener en cuenta el sobrecosto por el secado
de grano, ya que no se recomienda su guardado bajo estas condiciones de
humedad. Además, será necesario utilizar cosechadoras de la clase 4 a
la 7 y reguladas para las condiciones.
“La pérdida por cosecha admisible es hasta 70 kilos de granos por
hectárea, los cuales suelen ser por el cabezal”, advirtió el
especialista y aconsejó “contar con implementos que contribuyan a
reducir las pérdidas de cosecha”.
En cuanto a las malezas, se debe tener en cuenta que los tratamientos
residuales realizados antes de la siembra fueron degradados o lavados
por lo que es esperable que emerjan las especies de malezas que estaban
presentes antes de la implantación.
En este contexto, será “indispensable” el asesoramiento técnico para
identificarlas a tiempo y tratarlas de un modo eficiente con productos
selectivos y residuales.