CORDOBA.- Las historias se repiten y, como el tiempo pasa sin solución, empeoran los problemas. Esta vez el que se quedó aislado es un tambo en Arias, en el departamento Marcos Juárez, a 360 kilómetros al sudeste de la capital provincial. Desde el domingo hay 75 personas que no pueden salir. Obviamente, tampoco la producción se puede mover.
La zona de Marcos Juárez es una de las más perjudicadas en los últimos tres años por las inundaciones y anegamientos. Los reclamos de los productores por falta de mantenimiento e inversión en infraestructura recrudecen porque los problemas no se resuelven.
El tambo "Los Alfalfares", de Rufino Gutiérrez, produce 20.000 litros de
leche diarios y este año sólo los costos extras de movimiento sumaron US$
60.000. "Claro que estoy evaluando cerrar. Si el Estado ni siquiera me puede
garantizar salir, no puedo seguir, no tengo posibilidad de hacerlo", dijo
Gutiérrez a La Nación.
El establecimiento está en la ruta provincial 8, en el kilómetro 418, que llega
hasta Guatimozín. Como el camino lleva meses destruido, Gutiérrez "inventó" una
vía alternativa pero los 300 milímetros caídos desde el sábado pasado lo dejó
intransitable. La bajada a la ruta tiene 1,50 metros de agua.
El productor describe que ya "agotó" todas las vías institucionales de reclamo. "La Provincia no responde; en la Municipalidad me pasan teléfonos de legisladores. El lunes voy a Tribunales a dejar constancia porque tengo documentación acreditada por escribano de todo lo hecho", señaló.
Hay otros establecimientos rurales en el área donde tampoco están entrando a trabajar. Los 45 empleados y las familias que viven en "Los Alfalfares" están alimentándose con la carne y la leche que se produce y, cuando se pudo, entró un tractor a llevarle otras cosas.
"El tractor entraba navegando. Ya vivimos algo parecido entre febrero y abril de este año, pero ahora es peor y ya se acabó la paciencia. Piensen lo que es estar enjaulados", describió.
La solución más rápida sería el bombeo del agua y, si no se construye otro camino, que otros campos cedan franjas de terrenos como paso. El 20% de las 3000 hectáreas que explota Gutiérrez está bajo el agua.
Todavía hay bolsas de maíz cosechado en 2015 que nunca se pudo sacar del campo. Ante la destrucción de los caminos rurales, los alternativos empiezan a emplearse de manera casi permanente y, por supuesto, terminan también intransitables. "Tengo mis impuestos al día y voy a pagar Ganancias por un maíz que no puedo mover", se quejó Gutiérrez. Está negociando un cambio tecnológico importante para el tambo: instalar robots. Pero advirtió: "Sin camino el proyecto es inviable". Sería un desarrollo novedoso en el país, luego del antecedente en esta materia del INTA Rafaela.