El próximo año será el de la semilla y, por lo tanto, muchos intereses se pondrán en juego. Promete ser movido y con sorpresas. Es inevitable que en los primeros meses de 2017 se produzca ese gran debate sobre una nueva ley de semillas que necesita la agricultura para seguir siendo competitiva.
Hoy el punto de partida de reconocimiento de la propiedad intelectual no
puede ser peor. Sólo el 40% de la semilla de trigo sembrada reconoce un pago a
los obtentores entre la semilla fiscalizada y el pago de las regalías extendidas
mientras que en la soja ese porcentaje desciende al 30%. La comercialización de
bolsa blanca en soja es tan desfachatada que uno puede llegar a encontrar las
ofertas por Internet. Un alto ejecutivo de un semillero encontró que una de sus
variedades la estaba vendiendo en la Web una empresa cordobesa que no estaba en
su estructura comercial.
Pero imaginemos que el Inase se ponga las pilas como lo hizo con la alfalfa RR
ilegal con los recientes operativos de allanamiento y destrucción de cultivos. Y
que los porcentajes de comercialización de semilla fiscalizada se recuperan
significativamente. Aún así quedarían muchas cuestiones para dirimir la mejor
fórmula de pago y uso de todo el conocimiento envasado en una semilla. La nueva
ley de semillas es una operación riesgosa. Primero porque la cuestión es
sumamente compleja si se entiende que la semilla ya no es sólo la portadora de
germoplasma, sino de biotecnología, microbiología y de otros avances que
inevitablemente se darán en el futuro. Y en segundo lugar porque la semilla al
transformarse en un espacio de convergencia de todas estas ciencias se convirtió
también en un territorio donde se dirimen intereses de actores que son muy
diversos. El negocio de la semilla seguirá siendo un campo de batalla si no se
fijan reglas claras de convivencia.
Hasta el momento, los distintos proyectos de ley de semillas que se
presentaron en el Congreso giraron alrededor del germoplasma en cuanto
dirimieron básicamente el uso propio y la extensión en el tiempo de las regalías
extendidas. Pero no se cuestionaron explícitamente problemas más de fondo que
están a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, ¿es compatible seguir teniendo en
la semilla dos vías paralelas, el germoplasma que se rige bajo la ley de
semillas y la biotecnología con la ley de patentes? ¿La biotecnología u otras
ciencias aplicadas en el germoplasma no deberían estar comprendidas sólo en la
ley de semillas?
Al defender el proyecto del Ejecutivo de una nueva ley de semillas, el jefe de
gabinete del Ministerio de Agroindustria, Guillermo Bernaudo, señaló que todo el
reconocimiento a la propiedad intelectual se hará en la semilla. ¿Esto
significará un cambio a la forma de pagarle a la biotecnología?
Para dejarlo más claro. Hoy el mascarón de proa de los eventos biotecnológicos es la soja Intacta de Monsanto. Cuando un productor compra la semilla paga la bolsa al semillero, pero a su vez tiene que firmar y pagar una licencia de uso de la tecnología cuyo contrato se ampara en la ley de Patentes. Allí se estipula que el pago está referido no a los kilos de la semilla sino a las toneladas de grano.
El sistema es resistido por parte de los agricultores que entienden que el rinde es producto de una infinidad de factores y no sólo del potencial de la semilla. Pero quienes no están dispuestos a tener socios en su rinde y optan por no utilizar la tecnología Intacta se encuentran que casi la mitad de la oferta de semillas de soja tiene hoy colgado el evento. Son 65 las variedades Intacta que ofrecen 10 semilleros. Las opciones de semillas de soja sin el evento se restringieron y esto no es una buena noticia para la libertad de elección de los productores.
Por esta campaña el evento Intacta se pagará en toneladas de grano. Cuenta para eso con el sistema de control en acopios y exportadores que ahora con la prórroga de la resolución 207/16 tiene la intervención del Inase. Pero todo este sistema podría llegar a cambiar en el futuro. Desde las condiciones que puede llegar a imponer una nueva ley de semillas hasta el intento por voltear la patente de Intacta con un recurso administrativo en el INPI (Instituto Industrial de la Protección Industrial) que estaría preparando una entidad gremial. Se preguntan: ¿puede ser válida una reivindicación que no está descripta en el cuerpo de la patente?
Más allá de Intacta en 2017 se tendrá que dar respuesta a las grandes cuestiones que giran alrededor de la semilla.