La Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Canadá y Estados Unidos representan
más del 90% de la producción mundial de soja, estimada en 336,09 millones de
toneladas para la campaña 2016/2017. Sus productores, asociados en algo parecido
a la OPEP de la soja, llamada International Soybean Growers Alliance (ISGA),
están reunidos en Buenos Aires hablando de temas claves para su actividad: la
visión de los transgénicos en los mercados compradores, las regulaciones, la
propiedad intelectual en semillas y hasta la ola de fusiones en la industria de
agroquímicos.
Por los próximos dos años, la Argentina está al frente de la secretaría de la
ISGA y representando al país están las entidades Acsoja, Aapresid y Aacrea.
Además de tener la secretaría en esta entidad de productores de soja, hoy el país, vía la organización Maizar, tiene la presidencia de esta asociación internacional que agrupa a los productores de maíz.
Si bien esta reunión de la soja no pasa por el tema de los precios ni la comercialización directa, los productores están abocados a esos otros temas que pueden afectar su actividad. Por ello, organizan misiones a destinos clave.
"Estamos planificando la estrategia del próximo año, que se dividirá en misiones a China, India y Europa. Son mercados importantes, con algunos inconvenientes para acceder a través de barreras para los organismos genéticamente modificados (OGM) y la sincronización en la aprobación de eventos biotecnológicos", expresó Pedro Vigneau, presidente de Aapresid.
China, el mayor comprador de soja, con una proyección de 86 millones de toneladas para el ciclo comercial 2016/2017, adquiere el cultivo transgénico para alimentar a sus pollos y cerdos, pero para consumo humano apela a la soja no transgénica que siembra en su territorio.
Miembros de la ISGA han estado en China con blogueros contándoles como se hace la soja transgénica, y que luego de 20 años de su cultivo no se han registrado problemas. Además de una explicación sobre el tema, Vigneau lleva en sus presentaciones internacionales fotos de su hijo de 12 años en un cultivo, para reforzar el mensaje de que los productores viven en los mismos lugares donde hacen esta producción.
"Vemos que en distintos ámbitos internacionales, como en Europa, quieren tener la voz en primera persona de los productores, y eso es lo que llevamos. La voz del productor pesa, nos pueden creer más con nuestra experiencia en cultivos transgénicos", indicó Fernando Zubillaga, de Aacrea.
Los productores han estado también en Europa, donde hay propuestas de normas más restrictivas con los transgénicos. Una de las misiones que ya proyectan para 2017 es ir cuando allí se esté por votar por una nueva prórroga o no de la licencia de uso para el herbicida glifosato.
También estarán en la India, país que avizoran como un importador de envergadura en el corto plazo.
A la ISGA le interesa que pueda haber, por ejemplo con China, una sincronización para la autorización de eventos. La soja resistente a sequía, un desarrollo argentino, ya tiene aquí su habilitación, pero los productores esperan el proceso en otros países para cultivarla.
A los productores tampoco les pasa inadvertida la compra de Monsanto por Bayer, la de Syngenta por ChemChina y la fusión Dow-Dupont. Ayer, Endrigo Dalcin, presidente de la Asociación de Productores de Soja de Mato Grosso, que produce el 33% de la soja de Brasil, lo dejó en claro en una charla con LA NACION. "Si bien es bueno que con empresas más grandes pueda haber más investigación, nos preocupa que haya menos opciones para elegir", dijo.