En septiembre de 2015, en un spot de campaña de Cambiemos, Mauricio Macri expresaba: "El Estado no tiene que quedarse con el fruto de tu trabajo. En mi gobierno, los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias. Ése es mi compromiso". Y si googleamos la frase "Macri elimina el impuesto a las ganancias", encontraremos no menos de 127.000 resultados en la Web. De aquellos dichos del candidato Macri a la propuesta actual del presidente Macri de subir el mínimo no imponible de Ganancias en un exiguo 15% que ni siquiera compensa la mitad de la inflación de este año hay un enorme trecho no exento de costos políticos.
La justificación oficial por el abrupto cambio de posición en una cuestión
tan sensible al bolsillo de los sectores medios y medios altos no fue muy
original. El propio Macri intentó explicar que no imaginó que la herencia
kirchnerista fuera de tanta gravedad. ¿Realmente no lo imaginó? El vicejefe de
Gabinete Mario Quintana, por su lado, señaló que para hablar del impuesto a las
ganancias es necesario hablar antes del déficit fiscal y puntualizó que algunos
de quienes critican al Gobierno lo acusan por el elevado déficit de las cuentas
públicas al tiempo que formulan exigencias que acrecentarían aún más el rojo
fiscal.
Para cuestionar a opositores como Sergio Massa, que reclaman más generosidad gubernamental para reducir el impuesto que pesa sobre los salarios de los trabajadores, algunos funcionarios, incluido el titular de la AFIP, Alberto Abad, apelaron al conocido "teorema de Baglini", según el cual el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente cae a medida que descienden sus probabilidades de acceder al gobierno.
Tal vez sin darse cuenta, estos funcionarios pusieron en evidencia al propio
Macri, quien en la campaña prometió algo que hoy confiesa que no es posible
hacer. No se sabe si para intentar llevar tranquilidad a la mayoría de la
sociedad o para autoconvencerse de que su error no será tan caro en términos
políticos, el Presidente expresó ayer que el debate sobre el impuesto a las
ganancias sólo atañe "al 3 por ciento (de la población) que más gana". Claro que
ese 3% y algunos de sus familiares directos han sido decisivos en su triunfo
electoral.
En la víspera, los diputados oficialistas lograron imponer en comisión su propio dictamen sobre la reforma en Ganancias, con una grata sorpresa para los inquilinos: podrán deducir de ese impuesto una parte del alquiler. Es probable que, cuando la semana próxima, se trate el proyecto en el recinto, la oposición se una para imponer otras modificaciones y subir el piso salarial a partir del cual se pagará el tributo. Los dolores de cabeza para Macri amenazan con continuar.