1. Océano Pacífico normal
Con el avance del almanaque, se va desdibujando la posibilidad de ocurrencia de
un fenómeno Niña, sinónimo de sequía en primavera. El pronóstico había sido
formulado por los servicios meteorológicos de EE.UU. y de Australia, pero ahora
ninguno de los dos lo ratifica, sino que proyectan una condición neutral fría
para los próximos meses. El consultor Eduardo Sierra recuerda que para que se
desencadene una Niña, la temperatura del Pacífico ecuatorial debe estar 1°C por
debajo de lo normal durante tres meses. En este momento se miden sólo 3 décimas
por debajo de la media.
2. Océano atlántico caliente
No obstante, el fenómeno Niño-Niña no sería el único que influiría en la agricultura argentina. Sierra prevé lluvias normales o por encima de lo normal para todo el litoral argentino en primavera, porque el océano Atlántico muestra temperaturas superiores a lo normal para esta época. También espera precipitaciones abundantes para la región NOA por la influencia del sistema amazónico. La región menos favorecida sería la central de nuestro territorio -sur de Córdoba, La Pampa, noroeste de Buenos Aires- a la que las lluvias llegarían con menos fuerza.
3. Año neutro
Stella Carballo, del Instituto de Clima y Agua del INTA, también entiende que nos encontramos ante un año neutro negativo o de Niña débil, que daría lugar a una primavera normal para nuestro país. "Hasta ahora no ha habido tantas lluvias en la zona semiárida del territorio como en la costera, pero a fin de mes esa situación tenderá a corregirse", señala la especialista. Luego, en octubre se esperan lluvias normales, que pasarían a abundantes en noviembre, con posibilidades de un frente por semana, aunque con distribución heterogénea.
4. Estrategias empresariales
Sobre el fin de año, el océano Pacífico se podría enfriar un poco más y eso podría determinar una "ventana" con menor frecuencia de precipitaciones en los últimos días de diciembre y en los primeros de enero, con la vuelta a la normalidad en febrero. En síntesis: Carballo adelanta buenas perspectivas para los rendimientos de los cultivos de primera en zonas donde se haya partido de suficiente humedad a la siembra o aconseja optar por los de segunda siembra en los casos en que no se reúna esa condición, recurriendo a la genética adaptada a esas condiciones.