El Brasil conmemora hoy el 194º aniversario de su independencia. Desde la celebración del 7 de septiembre del año pasado, han transcurrido hechos cruciales tanto para el Brasil como para la Argentina, que reflejan el interés de nuestras sociedades por el desarrollo y su compromiso con la democracia. En un contexto marcado por cambios y desafíos, es grato constatar que sigue inmutable la prioridad que ambos países -sus pueblos y gobiernos- atribuyen a la asociación estratégica bilateral.

Las elecciones argentinas de 2015 expusieron una sociedad activa, comprometida con el debate político. El nuevo gobierno asumió en un ambiente tan lleno de esperanza como de desafíos. En el Brasil, atravesamos momentos no menos complejos. Enfrentamos dificultades políticas y económicas de gran magnitud. Afortunadamente, demostramos estar comprometidos con la búsqueda de soluciones en un ambiente de respeto a la democracia y a la institucionalidad. La asunción del nuevo gobierno, resultado del impeachment votado por el Senado Federal, transcurrió en estricta conformidad con la ley, cumpliendo los ritos en el Congreso Nacional y en el Supremo Tribunal Federal.

Los cambios en las dirigencias no alteran la prioridad atribuida a la relación bilateral. Para el Brasil y, estoy seguro, para la Argentina también, la asociación estratégica entre nuestros países es una política de Estado. Por eso, constato con satisfacción que la gestión del presidente Macri proporcionó la apertura de nuevos canales de diálogo que confirman la disposición de traducir a los hechos su discurso político, que siempre posicionó al Brasil como prioridad de política exterior.

En el Brasil no es distinto. El gobierno del presidente Michel Temer seguirá el camino de la integración con la Argentina. El canciller José Serra hizo de Buenos Aires su primer destino internacional, pocos días después de asumir funciones, en mayo, y el presidente Temer planea viajar al país en las próximas semanas. Las visitas de altas autoridades dan impulso político al trabajo constante de los técnicos de ambos gobiernos, que siguen una agenda de coordinación en prácticamente todas las áreas de actuación del Estado, cubriendo temas tan diversos como infraestructura, seguridad y desarrollo científico. Para citar resultados concretos, vale mencionar que esta labor aportó, recientemente, la renovación por cuatro años del acuerdo de comercio automotor y la firma del acuerdo de facilitación del comercio, que simplificará trámites y acotará costos operacionales de las exportaciones entre nuestros países.

En el momento en que el Brasil y la Argentina pasan por cambios significativos se hace importante buscar en la historia referencias que permitan interpretar el presente y planificar el futuro. En los últimos meses, celebramos los aniversarios de tres realizaciones que han moldeado la relación bilateral y la integración regional. Me refiero a los 30 años de la Declaración de Iguazú, firmada por los presidentes Sarney y Alfonsín, en noviembre de 1985, acto inaugural de la asociación estratégica bilateral; a los 25 años de la conformación de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), fundada en julio de 1991, y a los 25 años del Mercosur, creado en marzo de 1991.

La Declaración de Iguazú, la Abacc y el Mercosur configuran el eje sobre el cual se construyó el proyecto de desarrollo compartido que une al Brasil con la Argentina. Significan, en conjunto, el compromiso de ambos países de convivir pacíficamente y consolidar América del Sur como una región libre de conflictos; la disposición de coordinar posiciones sobre temas de alcance regional y global, conscientes de que, unidos, tendremos mejores posibilidades de defender nuestros intereses; y también la intención de sumar riquezas y potencialidades en un mercado común que nos permita alcanzar mejor escala de competitividad externa y mayor desarrollo de nuestras empresas. Esas directrices siguen válidas, en sus premisas y potencialidades. Nuestros gobiernos y sociedades deben mantener la búsqueda constante de políticas públicas y arreglos productivos que traduzcan los ideales en resultados concretos en favor de nuestros pueblos.

Luego de dos años de recesión, hay indicaciones de que la economía brasileña volverá a crecer en 2017, dato muy positivo no sólo para el Brasil, sino también para la Argentina. La recuperación económica se traducirá en más comercio bilateral, inversiones, puestos de trabajo y renta. La visita a Buenos Aires, esta semana, de una misión de la Confederación Nacional de la Industria del Brasil es una señal de que el empresariado brasileño sigue creyendo en la Argentina como socio estratégico.

La celebración del aniversario del Brasil culmina mi ciclo en la Argentina. Después de tres años, dejaré el país en las próximas semanas, con destino a la misión diplomática brasileña ante la Unión Europea, en Bruselas. Llevo de la experiencia en Buenos Aires el optimismo sobre el potencial conjunto de nuestros países. Unidos, moldeamos una relación entre vecinos que es ejemplo para el mundo. En tan sólo tres décadas, dejamos atrás desconfianzas y construimos un proyecto de integración completo, sobre el cual debemos seguir trabajando. Extraer los mejores resultados de nuestra asociación estratégica es un imperativo compartido. Así podremos cumplir más fácilmente las demandas de nuestros pueblos, que aspiran a ver las riquezas de sus territorios y sus potencialidades humanas traducidas en la conformación de sociedades más ricas e igualitarias.