“Para el campo, el famoso segundo semestre ya ocurrió en el primer semestre”.
La afirmación es elocuente y pertenece a Roberto Frenkel, vicepresidente de la
Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR). La dijo durante una reunión en
la Rural en la que los actores del mercado de tierras debatieron el presente de
ese sector y se preguntaron por qué a ellos aun no les llega la tan esperada
reactivación.
A pesar del cambio de gobierno y las medidas económicas, el mercado de compra
y venta de campos sigue quieto y, al parecer, le va a llevar un tiempo volver a
dinamizarse. Según Mariano Maurette, presidente de CAIR, este año hay varias
circunstancias que les permiten ser optimistas, pero ese optimismo se puede
transformar en un escenario negro. “El mercado está trabado, aunque más activo.
Hay una amplia brecha entre precios ofrecidos y valores esperados. El shock de
confianza viene acompañado de inversiones, pero todos sabemos que esas
inversiones aun no llegaron”, señaló.
Entre los factores que neutralizan los signos positivos, Maurette mencionó la
baja en los precios de los commodities, los altos costos de producción, la
presión impositiva y el alto costo que tiene volver a ingresar a la ganadería
para los que se retiraron de la actividad. “Además, el dólar está revalorizado,
ya no quema en las manos”, dijo.
Y luego aclaró: “La reactivación del mercado no necesariamente implicará una
suba de precios, sino que haya más operaciones. La puja de oferta y demanda será
la que decida los precios”.
Otro factor neutralizante es la Ley de Tierras promulgada a fin de 2011, de
la que también se habló en la reunión de CAIR. Juan José Madero marcó algunos
puntos álgidos. Según el decreto reglamentario, un extranjero puede comprar
hasta 1.000 hectáreas en zona núcleo o sus equivalentes; esas tierras no deben
estar sobre un curso de agua de envergadura y el total de tierras en manos de
extranjeros no puede superar el 15 por ciento.
“El decreto es poco claro”, afirmó Madero de entrada, y añadió: “La ley está
fundamentada en tres conceptos erróneos: el temor a que se lleven la tierra, el
temor a que se lleven el agua y la suposición de que los extranjeros ya tenían
la mitad del país. No se había hecho ningún relevamiento previo para conocer el
grado de extranjerización”.
Luego dijo que según el relevamiento realizado posteriormente, el 5,94 por
ciento de las tierras rurales (15,8 millones de hectáreas) están en manos
extranjeras, incluyendo las destinadas a la minería. “Quedan 24 millones de
hectáreas disponibles”, remarcó Madero.
Hace pocas semanas, el Gobierno modificó por decreto la reglamentación de la
ley. Madero explicó que el decreto nuevo no elimina la ley. “Se mantienen las
restricciones, se clarifican artículos confusos y reglamentan situaciones, y las
equivalencias tienen un plazo final”, dijo. Y luego dejó sentada la posición de
la Cámara: “La ley debe prohibir las compras soberanas porque el inversor
particular no es eterno, en cambio un país va a existir siempre. Se debe alentar
las inversiones productivas y fuera de la zona núcleo”.
A su turno, Frenkel se enfocó en el mercado de arrendamientos, que según
afirmó este año subieron entre 15 y 20 por ciento. “Pero sin sinergia es muy
difícil crecer. Ese es el gran desafío del campo, hacer contratos de más largo
plazo” remarcó. Y explicó: “Hasta ahora lo que pasó es que los contratos de
largo plazo fueron beneficiosos para los contratistas. Espero que haya más
transparencia entre las partes, incluso con acopiadores y exportadores. Todos
tenemos que saber cuánto gana cada uno, cómo se reparte la torta”.
Al final, Frenkel advirtió sobre la difícil situación que sigue atravesando el norte del país. “Tenemos que pensar en alguna política diferencial para que el NOA y NEA se desarrollen”, dijo.