A siete meses de gestión, el subsecretario de Lechería de la Nación responde en una entrevista en Revista Infortambo, sobre las creencias, reclamos y preocupaciones más relevantes que tiene el sector. ¿Dejarán que los ineficientes y/o pequeños se salgan de la actividad? ¿No tienen intención de intervenir la cadena para mejorar la participación del productor? ¿Qué pasa con el retraso en el pago de las compensaciones? Además, Sancor y el segundo semestre.
Alejandro Sammartino no la ha tenido fácil. Al desafío de intentar revertir una situación de quebranto en la actividad (agravada por la quita repentina de las retenciones a los principales insumos del tambo), se le sumó un desastre climático inesperado, con lluvias que superaron los valores históricos y afectaron las principales cuencas lecheras.
En la mira de casi todos, su balance del período y su respuesta a los principales cuestionamientos que se le hacen.
El balance
-A siete meses de haber asumido el cargo de Subsecretario de Lechería, ¿cuál es el balance?
-Es difícil realizar un balance en medio del trabajo que estamos realizando por asistir a aquellos establecimientos que sufrieron el impacto de las inundaciones a través de aportes a las provincias, compensaciones, subsidio de tasas a líneas de crédito en bancos oficiales o postergación de impuestos nacionales... porque no podemos avanzar en cualquier análisis si no nos detenemos en la tragedia que han sido las inundaciones. No existe evento en el pasado de la magnitud de lo sufrido, considerando la cantidad de tambos involucrados, la extensa región afectada y la caída en el recibo de la industria, que en algunas lácteas santafesinas superó el treinta por ciento.
El impacto ha sido tan grande que a nivel nacional, la caída interanual superó el 16 por ciento en el mes de abril, tendencia que continuó en mayo. En las zonas declaradas en emergencia en Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, el 45 por ciento de los tambos tuvieron pérdidas de más del 20 por ciento, con grandes pérdidas de praderas y reservas forrajeras, además del agotamiento del personal por la pelea cotidiana con el barro.
A pesar de la compleja coyuntura, hemos podido avanzar sobre cuestiones estructurales. En ello, destaco la generación de herramientas y ámbitos que van a ayudar a mejorar la transparencia y la previsibilidad de la actividad, clave para recuperar la confianza y el ánimo perdidos por la cadena láctea. En este sentido, quiero destacar el trabajo y acompañamiento del Ministerio de Agroindustria y del equipo de profesionales de la Subsecretaria que me acompañan.
En poco más de 120 días de gestión, hemos implementado, entre otras acciones, la leche de referencia, recuperado información estadística que hoy se puede ver en las páginas del Ministerio, creado el Observatorio Lácteo como un ámbito público-privado para recopilar y analizar información que sirva para ayudar a definir políticas de estado. También recuperamos, a través de un renovado convenio con el INTA, los costos de producción de más de 33 modelos productivos en todas las cuencas tradicionales a fin de enriquecer y profesionalizar cualquier investigación en el ámbito académico o cualquier discusión en el ámbito gremial. Acordamos con las provincias un relevamiento en territorio de todas las plantas procesadoras a fin de saber dónde estamos parados para iniciar un programa de ordenamiento de los operadores lácteos. Y en breve podremos tener la liquidación única, clave para poder contar con factura electrónica a fin de año.
Dentro de la Subsecretaría pudimos mejorar su organización y aprovechar la estructura del Ministerio para sumar excelentes profesionales para avanzar en temas como desarrollo territorial, mercados externos, reconversión industrial, etc.
-¿Qué pasó con la supuesta compra de excedentes de las industrias por parte del Estado para descomprimir el mercado? Si se hicieron algunas compras, ¿cuál fue su destino?
-No hizo falta. Pero la intervención del Ministerio sirvió para clarificar cuál era la verdadera situación de los stocks y ayudó a cambiar la historia. Es cierto que después la debacle climática aceleró la suba del precio con la caída de la producción.
-Un reclamo generalizado fue que el Estado sentara a toda la cadena a la mesa, con los supermercadistas incluidos. Esto, sin embargo, nunca se concretó.
¿No pudieron o no quisieron?
-Seguimos convocando a nuevas reuniones tanto a la industria como a la producción en procura de trabajar una agenda en común con ellos. No todos saben que en el Ministerio realizamos una reunión con la asociación de supermercados y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, y esperamos pronto llevar adelante otras más con este sector. Al respecto, hay que destacar el inicio en mayo de un estudio sobre la cadena con los aportes de la Subsecretaría de Lechería y apoyado por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, cuyos objetivos están en identificar abusos de poder o cartelización en algún eslabón de la cadena.
Venimos de años de intervencionismo. Con un Gobierno que promovió la cartelización entre las industrias para pisar el precio al productor, que amenazaba con las retenciones a las exportaciones de lácteos si alguna industria osaba subir el precio y que llegó a bajar contenedores de quesos ya embarcados con la excusa de abastecer las góndolas argentinas. Necesitamos normalizar el proceso comercial en toda la cadena con las herramientas legales que cuenta el
Estado y no desde la arbitrariedad o ilegalidad. Este Gobierno no va a estar ausente en este proceso.
-En el último tiempo los precios mejoraron, pero también se incrementaron los costos debido a la pérdida de pasturas por las inundaciones. ¿Cuál es su percepción al respecto?
-Con un valor que alcanzó los 4 pesos el litro para la leche de mayo, ya superó los 27 centavos de dólar, lo que en valores internacionales nos ubica entre EE.UU. y el Uruguay por ejemplo. Es una importante recuperación interanual, que supera el 30 por ciento en pesos y muy alta en dólares en relación a los 19 centavos de comienzo del año. En términos de relación con dos insumos y variables importantes como el maíz y la soja, estamos hablando de una mejora que pasó, en el caso del maíz, de comprar un kilo a más de 1,5 kilos por litro de leche, dependiendo de qué valor consideremos para el maíz. En el caso de la soja, estamos en uno a uno cómodos.
Esta foto parece buena y en un modelo teórico parece cerrar, pero hay que hacer dos salvedades para definir una zona de confort: el nivel de endeudamiento que arrastra el productor y una inflación que tiene que desacelerarse. Una señal alentadora es el interés por la reposición de la vaquillona y las terneras en el mercado, lo que marca la recuperación de la confianza en la actividad.
-Un reclamo recurrente es el atraso en el pago de las compensaciones, ¿a qué se debe?
-Primero, la mayoría de las compensaciones ya se pagaron -alrededor de 990 millones de pesos- y sólo queda un remanente de 18,4 millones que tiene que ver con errores en la presentación de las planillas y que esperamos saldar antes de fin de mes. Tomando hasta fin de junio, pagamos cinco tandas de pagos en menos de seis meses, desde que fueron anunciados en su primera tanda a principios de año en el acuerdo firmado por el Presidente en Venado Tuerto.
El esfuerzo fiscal fue importante, donde se priorizó la lechería en un contexto de restricción del gasto del Gobierno Nacional para reducir la inflación. Las compensaciones de 0,40 pesos por litro correspondientes a la base de producción de octubre, noviembre y diciembre representaron un total de 547 millones de pesos y alcanzaron a un total de 7.985 CUITs. La segunda tanda incluyó compensaciones en base a los meses de febrero y marzo, pero esta vez subió a 0,50 pesos por litro por el aporte de diez centavos por parte de los gobiernos provinciales y para todas las unidades operativas en lugar de CUITs. Fue otro esfuerzo de 443 millones para compensar esta vez a 9.513 tambos. Y no olvidemos el pago de 92 millones de pesos de compensaciones pendientes de los meses de junio y julio de 2015, que eran un reclamo pendiente de la anterior gestión y del cual este Gobierno se hizo cargo. Si contabilizamos este último, estamos hablando de seis pagos en seis meses.
Más allá del esfuerzo que se realizó en términos de presupuesto y en términos de implementación en tantos tambos, comprendemos la urgencia y la desesperación del reclamo. Cómo no entender que todo es para "ayer". Frente a la crítica situación, este tipo de ayudas nunca llegan con suficiente tiempo... y eso a veces es frustrante.
-Hace unos días dijo que Sancor no era la única industria "complicada". ¿Cuál es la real situación del sector industrial y qué medidas piensan tomar?
-El último año ha sido difícil no sólo para la producción sino también para
la industria. Las distorsiones y el quebrando dentro de la cadena han sido tan
grandes que ni siquiera alcanzó la baja del precio al productor lechero para
financiar el stock el año pasado. La industria aumentó su endeudamiento en un
contexto de precios internacionales muy bajos, sin grandes líneas de
financiamiento y un mercado interno sobreofertado que terminó canibalizándose.
En la actualidad, los precios en el mercado interno de la cadena se han
recuperado y ha mejorado la participación sobre todo del productor en el precio
final, aunque todavía falta. Entendemos que más allá del ordenamiento del
mercado interno y la promoción y apertura de los externos, tenemos que seguir
ofreciendo mejores líneas de financiamiento. En ese sentido, el Banco Nación
ofrece líneas interesantes para las pymes pero también estamos trabajando, junto
al Ministerio de la Producción, con empresas más grandes para encontrarle
soluciones a las necesidades financieras, dentro de lo posible.
De cara a los próximos meses
-¿Desde la Subsecretaría niegan totalmente el rumor de que se vaya a importar leche?
-Completamente. El mercado está plenamente abastecido. Y aunque la producción y el stock bajó, confiamos en que los próximos meses, con el aumento estacional de la producción, podamos incluso cumplir bien con nuestros compromisos con el exterior, que no son pocos.
-¿Siguen viendo una recuperación para el segundo semestre? Si no se da la tan ansiada recuperación, el Estado seguirá firme en su postura de no intervenir el mercado, como muchos solicitan?
-En primer lugar, cuando observamos la necesidad de actuar lo hicimos. No especulamos que el mercado vaya a arreglar por sí las distorsiones que existen en la cadena. Pero sí entendemos que para los próximos quince a dieciocho meses, será el mercado interno el que marque el ritmo del precio. Es difícil estimar la caída de la producción que tendremos este año en relación al 2015. Aún siendo optimistas y considerando un diez por ciento de caída de remisión, eso significa que vamos a tener la mitad de las toneladas para exportar. Sólo con Brasil cubriríamos la mitad de ese volumen estimado. Sin duda, el segundo semestre será mucho más positivo para el consumo interno con la desaceleración de la inflación y el impacto de paritarias. El precio debería sostenerse y posiblemente también mejore.
-¿En ese caso, qué medidas adoptarán? ¿Prolongarán las compensaciones por unos meses más?
-Eso está fuera de discusión.
-Muchos productores creen que la postura de la Subsecretaría de Lechería es dejar que los productores ineficientes y/o pequeños salgan de la actividad,
¿qué piensa al respecto de esa afirmación o presunción?
-Todo lo contrario. Si hay algo que este Gobierno y este Ministerio está determinado es a acompañar de una manera especial al pequeño productor. Para eso, en el Ministerio contamos con Cambio Rural, a la que consideramos la mejor oportunidad para el progreso de las empresas familiares pequeñas. El desafío es grande porque necesitamos no sólo brindar capacitación a los productores sino también a sus asesores, quienes deben ser motores del cambio, verdaderos referentes y arquitectos de los proyectos de crecimiento de las empresas familiares. Hay mucho para trabajar en ello. Primero desde la consolidación de los grupos existentes y después con el aumento de grupos nuevos.
-Venezuela no es un mercado confiable y Brasil atraviesa una crisis político-económica fuerte. ¿Están analizando nuevos destinos a los que exportar?
-Por supuesto. El mercado internacional es un objetivo estratégico. De hecho, junto a la Secretaria de Mercados -a cargo de Marisa Bircher- convocamos a instituciones oficiales como Cancillería y Senasa junto a las privadas como Apymel y el CIL para trabajar en las oportunidades que tenemos en los mercados. El desafío es grande porque se trata de cambiar el concepto de saldos o excedentes a la de mercados alternativos. Se trata de mejorar los incentivos fiscales y financieros para los exportadores, acompañar las iniciativas y demandas privadas en la apertura de mercados y la presencia en las ferias más importantes del mundo.
En estos días de gestión, hemos logrado mejorar los cupos para exportar leche en polvo a Brasil de 3.600 a 4.300 toneladas por mes para los próximos doce meses y empezamos a trabajar la cuota de quesos duros de los EE.UU. Hay oportunidades. Hay nichos, hay compradores en el mundo dispuestos a comprar calidad y contratos en el largo plazo. Pero hay que trabajar consistentemente en el tiempo. Sólo considerando las necesidades de leche de México, Brasil, Venezuela y Cuba, éstas duplican las exportaciones de Argentina promedio de los últimos años.
Si pretendemos crecer y que la mayor producción no se nos vuelva en contra como en otras ocasiones, tenemos que trabajar los mercados para que sean realmente alternativas del mercado interno. En primer lugar, entendiendo que debemos contar con un mercado interno ordenado, evitando sobreofertas del mismo, pero sin caer en la arbitrariedad e improvisación de creer que hay un conflicto entre la mesa de los argentinos y las ventas el exterior. Esta vez vamos a progresar y por primera vez en los últimos quince años, aprovechar los buenos precios que nuestros competidores tuvieron y nosotros la vimos pasar.
Fuente: Infortambo