En la cuna de la cultura occidental, el capitalismo está adquiriendo, cada vez, más un sesgo populista, que si bien se esconde tras una máscara más sofisticada no es diferente a la de los países subdesarrollados. Prueba de ello es el triunfo del Brexit en Inglaterra que inicia una nueva etapa en el comercio y las relaciones de Europa.
El Brexit resulta de la exacerbación de la cultura inglesa en contra de la continental, de la aspiración de autonomía, el renacimiento de la xenofobia y el terrorismo, así como del estancamiento económico de la U.E.
Ya en tránsito por el período de negociación del divorcio de esta suerte de matrimonio que, desde sus inicios, empezó con dificultades y condicionamientos por parte del Reino Unido, la incertidumbre conlleva recesión, mayor devaluación y aumento del proteccionismo del comercio internacional.
Este sesgo populista no es resorte exclusivo de Europa. En rigor, tanto el Brexit como el fenómeno Trump y el renacimiento de los nacionalismos en Europa constituyen el síntoma del populismo. Con Donald Trump, también EE.UU. pone sobre el tablero internacional la posibilidad de una política más proteccionista. El candidato republicano no comulga con la tradicional visión de su partido sobre el comercio.
Está claro que, desde mediados de año, el cuadro global ha cambiado; y así presenta nuevas amenazas para nuestros productos de exportación.
De ellas, quizás, la más aguda sea la apreciación del dólar frente a todas las monedas –sobre todo respecto al euro y la libra- algo que podrá acentuarse si la Reserva Federal eleva este año la tasa de interés.
Con un dólar más fuerte, la tendencia a la baja de los precios de los granos se agudiza. Así, en principio, el precio de las materias primas tendería a bajar.
De hecho, la reciente apreciación del dólar ha producido una menor competitividad para las exportaciones de EE.UU. Simultáneamente, ha quitado poder de importación a los países compradores de commodities y reducido las exportaciones de aquellos cuyas paridades están ligadas al dólar.
Además, la mayor incertidumbre en una economía mundial que crece poco o nada, está comenzando a golpear sobre los países emergentes, muchos de los cuales resultan compradores netos de productos agrícolas.
Sin embargo, estos factores no necesariamente determinarán una baja en los precios agrícolas de forma duradera. A mediano plazo, la tendencia al crecimiento de las clases medias en los países emergentes no será interrumpida. De acuerdo al reciente informe de Perspectivas Agrícolas OCDE-FAO 2016-2025, si bien el crecimiento de la demanda disminuiría progresivamente, lo importante es que ésta seguiría creciendo, a lo largo del periodo.
Aunque a la mitad de la tasa de la década anterior, el informe prevé que el comercio agrícola continúe en aumento. Como el número de países con abundantes recursos naturales es bajo, en este contexto, el comercio internacional debería acentuarse. A su vez, la propensión a implementar políticas de promoción de autosuficiencia alimentaria atentará contra la oferta global y ello, en un período posterior, podría impulsar los precios.
Y la población seguirá creciendo. Según la visión de OECD-FAO, el principal factor de la demanda de commodities agrícolas, en tal década, será el aumento de la población en los países en desarrollo. Respecto a la población mundial, proyecta un crecimiento desde 7.4 millones (2016) a 8.1 millones de habitantes (2025). Este crecimiento sería de un proceso donde el 95% de tal aumento provendrá de los países en desarrollo.
Pero lo más importante es que, mientras la población de los desarrollados permanecerá casi con el mismo número de habitantes, la de los emergentes -que son los más necesitados en cubrir necesidades alimentarias insatisfechas- crecerá notablemente.
Dentro de 10 años, se prevé que alrededor de 6,7 millones de personas vivirán en los países en desarrollo y tan sólo 1.4 mil millones lo harán en los desarrollados.
En suma: ni el Brexit ni el populismo en muchos países desarrollados podrán modificar sustancialmente la tendencia de precios sostenidos para los granos en el mundo.