Faltaban sólo tres horas. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, había anunciado
que a las cinco de la tarde el presidente Mauricio Macri nombraría a sus
ministros. Por entonces, Ricardo Buryaile era diputado por la Unión Cívica
Radical y su secretario privado le pasó una llamada al celular: "Ricardo, el
Presidente quiere hablar con vos".
En realidad no era él, sino su secretaria, que le dijo un enigmático "lo volveremos a llamar". La hoy ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner daba su discurso final en la Matanza y se extendía más de la cuenta. El hoy ministro estaba convencido de que sería al cierre de ese discurso cuando se produciría la llamada. Sin embargo, fue recién a las 16.45. "Me habló un rato y de los nervios que tenía le dije: «Mauricio, ¿puedo hablar? No sé cuántas veces podré hablar con un Presidente». Y me dice: «Todas las veces, vas a ser mi ministro»", relató. Desde ese momento asumió al frente de una cartera clave: Agroindustria.
De tradición ganadera -su familia es productora en Formosa-, contador público de profesión y con varios desafíos por delante, responde a todo en su entrevista con LA NACION.
P-¿Para el campo ya llegó el segundo semestre?
R- Desde el mismo momento cuando pintaba que Mauricio Macri iba a ganar, empezó el segundo semestre. Eso hizo que muchas perspectivas que se daban para el sector agropecuario se anticiparon; mucha gente empezó a tomar previsiones y, de hecho, hubo una retracción en la oferta de granos porque se suponía que iba a haber una política coherente. Para el sector agropecuario, el famoso segundo semestre es, fue y está siendo realidad hoy con precios y mañana con áreas sembradas y pasado mañana en la cosecha con el área cultivada.
P- ¿Es en el trigo donde más se nota la nueva política?
R -El trigo va a reflejar casi un millón de hectáreas más sembradas. Refleja la confianza que hay en una política de Estado. Vamos a producir, fijate la paradoja, lo mismo que se produjo en 2008, que fue el momento del conflicto del sector.
P-¿Cuál es la aspiración?
R -Estoy convencido de que vamos a llegar a las 16 millones de toneladas y posteriormente vamos a tener el maíz que tendrá un aumento sustancial en el área de siembra a casi 35 millones de toneladas.
P-¿Cómo evalúa la situación post inundaciones?
R -No nos sirve la ley de emergencia agropecuaria con $ 500 millones si nosotros entendemos que el sector en la próxima campaña va a invertir US$ 12.000 millones. Hoy tenemos 12 provincias en emergencia y donde vas te dicen: "Nos diste solamente tanto". Entonces nosotros vamos a trabajar en una política de seguros agrícolas que seguramente la vamos a implementar con el correr de los meses de manera tal que no haya cortes en la cadena de pago de los pueblos, que no haya cesación de pagos en los productores y en los proveedores de insumos que los sufren y que de alguna manera se reconstituya la confianza en poder invertir y tener asegurado un nivel de cobertura de costos.
P-¿Terminaron de cuantificar las pérdidas?
R -No, la verdad que es muy difícil. Si uno mirara solamente en el tema soja, vamos a tener una disminución de alrededor de 5 millones de toneladas, más una pérdida de calidad. Quizá el sector que más sufrió fue el lechero. Se puede decir que, estadísticamente, las disminuciones en el caso de la soja fueron del 10%, pero hay gente que perdió el 100%; en el caso de los tambos pasa algo parecido.
P-¿Qué tan competitivo está hoy el tipo de cambio?
R-Creo que la competitividad está dada por un montón de factores. No sólo por el tipo de cambio; también desde el punto de vista de infraestructura, desde lo impositivo, de las leyes laborales y de los mercado. Si mirara el tipo de cambio e hiciera un ejercicio rápido, nosotros teníamos un tipo de cambio de alrededor de $ 9,70, alrededor de $10 allá por diciembre; hoy está cerca de $ 15,20. Se puede decir que mejoró la competitividad desde ese punto de vista y si le agregamos que en todos los productos, excepto soja, las retenciones se han eliminado y en soja ha disminuido 5%, entonces saquemos cuál ha sido el tipo de cambio efectivo y no solamente el nominal. A mi entender es competitivo.
P-¿Cómo ve hoy a la ganadería?
R-El gobierno tenía una mezcla de resentimiento con el sector agropecuario y preconcepto, que aún a sabiendas de esto, siguió con una política agropecuaria que hizo un exterminio del rodeo de 60 millones a 48 millones de cabezas. Hoy tenemos alrededor de 51 millones y el principal problema es que no tenemos la materia prima para recuperar las 750.000 toneladas en forma inmediata, porque los ciclos biológicos son distintos a los ciclos políticos. Es muy difícil desarrollar hoy la cantidad de novillos que necesitamos para recuperar los mercados.
P-¿Cuánto tardará en recuperarse?
R -Para llegar a las 60 millones de cabezas quizá tardemos 10 años más. Pero el proceso de recuperación del rodeo empezó hace tres o cuatro años, con lo cual habremos tardado 15 años o algo parecido desde el punto de partida.
P-Finalmente se llegó a un acuerdo por las semillas. ¿Cuál es el análisis que hace de la resolución?
R-Pusimos las cosas como tenían que ser. El Estado donde tiene que estar y el sector privado también. Ningún sector privado puede arrogarse la facultad de controlador que tiene el Estado y el Estado tiene que garantizar al sector privado que va a haber transparencia, que cada uno va a cobrar por la tecnología y creo que esto es lo que aprendimos. Asumimos que hubo en un principio una determinada medida de sectores semilleros ante la ausencia del Estado, porque un gobierno que decía que todo lo hacía el Estado, el INASE (Instituto Nacional de Semillas) no existía. Nosotros venimos a decir en el comercio de granos no interviene, ni fiscaliza el sector privado y el Estado garantiza que quien desarrolle tecnología tiene que cobrarlo. Para nosotros estos dos son dos concepciones. Me parece que no está mal poner las cosas en su lugar pero que se cierra con una ley de semillas.
P-¿En qué estadío está el proyecto de la ley de semillas?
R - Nosotros aspiramos a tener lista, sancionada la ley quizá para el mes de septiembre.