A pesar de los importantes cambios económicos que implementó al asumir el nuevo gobierno, el sector agropecuario comienza a preocuparse por el posible retraso cambiario que para muchos ya sería evidente.

Los hombres de campo saben y reconocen el esfuerzo que realizó el actual gobierno quitando las retenciones del trigo, del maíz y de otros tantos productos y bajando un 5% las retenciones a la soja y subproductos. Con ansias se esperaba que volviera la libertad en los mercados, con la posibilidad de importar insumos y poder exportar los productos de nuestra producción, sin la intervención aviesa de los gobernantes de turno.

Y lógicamente también la quita del cepo y las chances de comprar y vender cualquier tipo de divisas, sin tener que esperar que las autoridades de la cartera económica autorizara o no las operaciones. Se pasó de un dólar de 9 a 10 pesos a uno de 16 pesos. Esto fue una mejora importantísima para los productores que se encontraron con ingresos mayores en un 60% por la venta de sus cosechas.

Pero como aumentaron sus ingresos por la quita y/o disminución de las retenciones y la devaluación de la moneda, también aumentaron fuertemente los gastos e insumos que deben realizar para poder continuar produciendo. Y este aumento en los costos superó notablemente al posible aumento de ingresos.

“Es impresionante como las empresas de venta de insumos han aumentado los precios en dólares” comentaba un productor en los pasillos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Desde el gasoil, como los fertilizantes y agroquímicos, como los sueldos de los empleados, el gas y la energía eléctrica, fueron en aumento constante en el primer semestre de este año. Sin considerar la fuerte presión fiscal que todavía continúa azotando a las empresas del campo.

Con el pasar de las semanas, los chacareros encuentran que el dólar ya no cotiza los 16 pesos de comienzo de año (ahora ronda apenas los 14 pesos), viendo que sus ingresos disminuyeron más de un 15% por este motivo.

Muchos analistas del sector indican que comienza a ser preocupante para el desarrollo económico de un sector tan pujante como lo es el agropecuario, que el dólar empiece a atrasarse como ocurrió en la década pasada. Esta situación no perjudicaría solamente a las filas de la producción, sino también al comercio y lógicamente a las exportaciones, que dejarían de ser competitivas.

Un dato interesante a tener en cuenta es que aumentaron sustancialmente las exportaciones de trigo argentino. Hasta la fecha se exportaron 5,5 millones de toneladas, representando un aumento del 115%. Contrariamente a esto y generando preocupación, nos encontramos que la industria molinera lleva comprado un 35% menos de trigo que lo registrado a la misma fecha del año pasado. Esto ocurre por la disminución del consumo interno de los productos farináceos, como el pan, las harinas, los fideos, etc.

El sector agropecuario continúa invirtiendo, demostrando su dinamismo económico con aumentos en el área a sembrarse con trigo, cebada, avena y centeno, en relación a lo realizado el año anterior.

Pero necesita no tener nuevamente pérdidas ante el retraso cambiario que ya comienza a notarse en la realidad económica financiera de nuestro país.

Un aliciente: los mercados internacionales continúan con valores sostenidos a firmes, dando un poco de respiro por el lado de los precios. Seguimos estimando que los valores continuarán con este rumbo de firmeza, al menos para los próximos tres meses.

Al menos una buena noticia para el hombre de campo nacional.

Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De Todo un Poco Agro