"Mientras ocurrían las interminables lluvias de abril, los productores sufrían gravísimos problemas. Ahora, que disminuyó su frecuencia, quedan las secuelas, que son peores", afirma Ricardo Gallo, presidente del Centro Primario de San Martín de las Escobas de Agricultores Federados Argentinos, en la provincia de Santa Fe.

"Los caminos están totalmente destruidos, las cosechadoras no se pueden movilizar y no es posible transitar siquiera con tractores de doble tracción. Hay pueblos aislados por esta causa y localidades como Carlos Pellegrini o Landeta con mares que no se ve donde terminan en la zona rural", destaca. Y añade: "También hay una enorme destrucción de la infraestructura -puentes, alcantarillas, etcétera-, además de los problemas productivos, que llevará meses recuperar".

La situación descripta es la que se vive en la mayor parte de los departamentos ubicados al norte de la ruta 9 en Santa Fe, con centro en San Martín, Las Colonias, San Jerónimo y San Cristóbal. Se produjo por 21 días seguidos de lluvias y tiempo nublado durante abril.

Dentro de los campos, en los tambos hay una drástica caída de la producción individual actual, pero quedan secuelas para 2017 por la destrucción del sistema forrajero creado. En invernada pasa lo mismo: hay que suplantar el pasto perdido con maíz que cuesta trasladar y pagar.

En la zona de Gallo falta cosechar aún el 50-60% de la soja implantada. La trilla avanza con dificultades porque el sol otoñal es débil, sale de a ratos y se alterna con lloviznas, lo que no contribuye al secado de los cultivos. El productor observa fuertes pérdidas de rendimiento y mermas en la calidad del grano cosechado: lotes que iban a rendir 35 qq/h no pasan de 22 y el producto sufre descuentos del 15 al 40% por la mala calidad. En los peores potreros todavía hay cosechadoras encajadas, hundidas hasta la cabina.

En La Paz, Entre Ríos, el productor Luis Angriman observa que los agricultores tratan de cosechar los lotes que tienen menos dañado y que están cerca del asfalto. Otros, con 90% de grano podrido, han sido desahuciados. Esas plantas tienen porotos con tegumento negro y al apretarlos solo se ve polvo conformado por micelios de hongos. Además, los rindes muestran mermas inéditas: potreros que prometían 30qq/h rendirán solo 10.

La ganadería también fue muy afectada en Entre Ríos y sufrirá secuelas. En la zona se siembra mucha avena sobre maíz para pasar luego a soja. Se emplea para hacer destete precoz y entore de 15 meses. "En 2016 se perdieron todas las que habían nacido y se iban a pastorear a partir del 20 de mayo", lamenta Angriman. Las pasturas también se deterioraron y deberán resembrarse, con una evolución incierta por la fecha de implantación tardía.

Los agricultores tienen todos los vencimientos de cheques posdatados en mayo y los de las tarjetas en junio. Los pocos que tienen reservas financieras las usarán para honrar los compromisos; otros deberán ser refinanciados y ser motivo de crédito para retirar los insumos necesarios para implantar la campaña nueva de trigo, que tambalea por ese motivo en la zona afectada. Los suelos están saturados y con la napa en superficie, imposibles de ser sembrados.

Hacia adelante, Gallo, que tiene su campo en zona de desastre, entiende que se deberían anular los anticipos de impuesto a las ganancias y los pagos de la tasa vial en función de la situación de los caminos. Estos importes "se deberían destinar a reconstruir el capital de trabajo para reiniciar el ciclo productivo en el mediano plazo", concluye.