Como lo hemos venido comentando en anteriores notas, aquellos tenedores de soja obligados a vender, por los compromisos que fueren de acá a junio/julio, mientras antes lo hagan seguramente resulte mejor.
La razón es básicamente la gran oferta del período (llegaría a más de 60 millones de toneladas), con elevadas tasas de interés, en un momento donde las fábricas tratan de operar por debajo de la paridad de exportación.
Por el contrario, aquellos tenedores sin apuro inmediato, podrían lograr mejores precios en los dos últimos meses del año, ya que generalmente en ese tiempo las industrias -por la contracción de la oferta interna- deben operar en base a la paridad. Es más, mucha veces lo hacen por encima, es decir a “contramargen”.
Este año se comprueba con toda claridad una particular reticencia a vender soja con precio firme o hecho.
Se aprecia hasta el momento, una pausada comercialización de la oleaginosa, con visible predominio de operaciones a fijar precio y pocas operaciones con precio firme o hecho.
Según la BCR, para al 16 de marzo pasado, tan sólo el 34% de lo comprado tenía precio firme. Se trata de una de las relaciones más bajas en casi 15 años.
Es obvio que, frente al descontento sobre el precio internacional, muchos prefieren aguardar una posible mejora o, tal vez, una suba en el valor del dólar oficial. Quizás, esta última posibilidad sea la que más incida en la decisión del productor.
Por otro lado, tiene fuerte influencia en ello, el vencimiento de las tarjetas de créditos rurales, normalmente a mediados de cada año. En junio, los productores deben cancelar no sólo los intereses sino, también, el capital de cada deuda.
Otro elemento que incentiva la retención proviene de la incertidumbre que ofrece la moneda argentina. Son sobre todo los más chicos los que mantienen cierta aversión a reservar su capacidad adquisitiva mediante dólares, títulos públicos, plazos fijos o lo que fuere, en vista de la historia de fracasos e incluso, estafas, relacionada con el sistema financiero.
Así, las cosas quienes deben vender, seguramente, sería mejor que lo hagan inmediatamente. Junio sería, en principio, el peor mes del año.
Y hay un elemento adicional. Es tremendamente coyuntural: las lluvias de estos días y de los próximos. Por ello, la oferta podría amenguar para el sector comprador.
La región núcleo ha sufrido precipitaciones de aproximadamente 100 mm. La tormenta seguiría hasta el jueves. La continuidad del temporal afectará al sur de Santa Fe, este de Córdoba y noroeste de Buenos Aires. Y peor será para el NE de Entre Ríos y sobre todo centro de Santa Fe.
Respecto al mundo, vale recordar que, partir de ahora, los valores en Chicago evolucionarán según se presenten predicciones climáticas de los meteorólogos y la actitud especulativa de los fondos de inversión que, a su vez, actúan en buena parte según tales predicciones.
Es probable que haya días donde los operadores alcancen un alto nivel de nerviosismo por el clima. Esos serán momentos de oportunidad de cerrar precios mejorados.
Por otro lado, es casi una certeza que la próxima siembra en nuestro país se inclinará en favor del maíz. La superficie de soja podría disminuir cerca de 2,5 millones de hectáreas y, a su vez, la de maíz subir notablemente.
Tal dato, será tomado en cuenta en breve por parte de los especuladores.
El maíz se presenta como gran oportunidad para los chacareros. No sólo alcanza hoy una rentabilidad superior a la de la soja sino que, también, permite reanudar con las postergadas rotaciones agrícolas.
Como se sabe, con la rotación se aumenta el flujo de carbono y la actividad biológica. A su vez, resulta es mayor el desarrollo de raíces activas y la estabilidad estructural así como la retención hídrica y la fertilidad de la tierra lo que a la postre hace a la sustentabilidad.
El maíz deja muchos rastrojos con su consecuente flujo de carbono al suelo y sus raíces tienen una gran capacidad estructurante y mejoran la porosidad del suelo.
En síntesis: probablemente el dicho “a quien madruga, Dios lo ayuda” caiga como anillo al dedo.