El proceso que condujo a ese desenlace implicó un acuerdo con un sector del PJ que dejó expuesta la fractura interna de esa fuerza. Quiere decir que ayer se removieron las dos principales incógnitas que pesaban sobre la capacidad de Cambiemos para gobernar el país. Si sería posible acceder al financiamiento externo para evitar un ajuste draconiano y si estaría en condiciones de aprobar leyes con el peronismo en la oposición.
Con la votación en el Senado se terminaron de cumplir las condiciones fijadas
por Thomas Griesa para levantar las cautelares que impiden a la Argentina
financiarse en el mercado internacional. Ya se habían alcanzado entendimientos
con casi todos los demandantes. Ahora se revocan las dos normas que impedían
pagar esos acuerdos. A la Cámara de Apelaciones de Nueva York no le quedan
argumentos para que no se cumpla el fallo de Griesa y que, por lo tanto, el país
salga del default. El miércoles, en la Cámara de Comercio Argentino-Americana,
Alfonso Prat-Gay pidió una aplauso para su secretario de Finanzas, Luis "Toto"
Caputo.
Quiere decir que para el Gobierno el acuerdo con los holdouts está cerrado.
La Casa Rosada está preparando un inventario de medidas que serán anunciadas
como un relanzamiento de la administración. Con independencia del mayor o menor
impacto sectorial de esas iniciativas, el verdadero relanzamiento está ligado a
la operación macroeconómica que permitirá la superación del default. En
concreto, recién ahora Prat-Gay podrá explicar su plan fiscal. Dicho de otro
modo, cómo financiará el déficit público reduciendo la emisión de moneda. Sin
resolver esa cuestión es imposible reducir la inflación. Tampoco se puede, por
lo tanto, revertir las expectativas de una mayor devaluación. Es un
encadenamiento crucial, porque si se supone que la moneda se seguirá
desvalorizando, el Banco Central seguirá obligado a premiar a los tenedores de
pesos con una alta tasa de interés, con el consiguiente efecto recesivo.
En consecuencia, la sanción parlamentaria es la plataforma para dos presentaciones coordinadas: la de un programa de financiamiento del déficit por parte de Prat-Gay, y la de un programa monetario por parte del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Esas ecuaciones ya se habían expuesto, pero en términos brumosos: era imposible precisar las cuentas si no está garantizada la posibilidad de emitir deuda en dólares. Es decir, si no se sale del default. El itinerario fue presentado por Prat-Gay en la Amcham con una metáfora turfística. Como si quisiera hacerse entender por uno de sus principales críticos, explicó: "Hasta aquí sólo transitamos el camino para ingresar en las gateras".
Contra lo que sostiene un extendido lugar común, Macri está llevando adelante
un ajuste fiscal bastante considerable. El gasto público, que se expandió 34%
durante 2015, lo hará sólo 23% este año, si se proyectan los números del primer
bimestre. Este viernes se conocerá otro capítulo de esa política con la suba del
gas y del transporte. Si el Presidente necesitaba alguna ayuda para desmentir a
los economistas que le reclaman más recortes, ayer salió en su auxilio Elisa
Carrió, denunciando "aumentos brutales" en los servicios. Dicho al revés,
"reducciones brutales" de subsidios. Macri, que recibió a Carrió ayer,
acompañado por Ernesto Sanz, le reprochó una incoherencia: una de las claves del
populismo que ella contribuyó tanto a combatir fue el demagógico retraso
tarifario que benefició a las clases media y alta, en detrimento de los más
necesitados. Gracias a esa contención artificial de los precios, la inflación de
los últimos 10 años fue de sólo 700%. De todos modos, la charla con Carrió, por
momentos dura, versó sobre otras cuestiones: Daniel Angelici, Silvia Majdalani,
y siguen las firmas...
El Gobierno calcula que el déficit a financiar es de 4,8% del PBI. Equivale a unos $ 358.000 millones. De esa suma, $ 160.000 millones se solventará con la asistencia del Central. Es una reducción considerable de la emisión. En 2015 había sido de $ 178.000 millones, que a precios actuales equivaldrían a $ 240.000 millones. De modo que, a valores constantes, el Central emitirá $ 80.000 millones menos.
Los economistas oficiales computan vencimientos por $ 90.000 millones, unos US$ 6000 millones, que reprogramarán sin necesidad de desembolsos. Quiere decir que, si se excluye el pago a los holdouts, el Tesoro deberá emitir deuda nueva por un monto que va de US$ 16.000 a US$ 18.000 millones. La incertidumbre está dada porque se desconoce qué rendimiento tendrá el Fondo de Garantías de la Anses. De esa suma, tanto los funcionarios como varios profesionales independientes calculan que la mitad podría financiarse en el mercado local. Por lo tanto, la necesidad real de dólares sería este año de US$ 9000 millones.
Estas cuentas no incluyen la posibilidad de un blanqueo, que el Gobierno propondría a mediados de año. Sobre todo, para aprovechar la presión que habrá sobre los paraísos fiscales a partir de enero próximo, cuando comience a regir el Acuerdo de intercambio automático de información entre un amplio número de países. Los cálculos más conservadores suponen que, si se abre esa posibilidad, ingresarán al país unos US$ 12.000 millones. Corolario: Macri evalúa que podría prescindir de emitir deuda en dólares este año, salvo la que se destinará a pagar a los holdouts. La distancia conceptual entre el Ministerio de Hacienda y Finanzas y sus críticos fiscalistas es, como se advierte, sideral.
"El camino a las gateras" incluye la normalización de la relación con el FMI. Es posible que en la segunda mitad del año la Argentina esté cumpliendo con el Artículo IV. Es, con Venezuela, el único país de la región que no se somete a ese requisito, exigido a todos los miembros del G-20. Antes, Prat-Gay deberá superar un desencuentro con Christine Lagarde, la directora del Fondo, a la que reprochó la complicidad de sus técnicos con la confección de los índices del Indec. Esa discusión evitó que la Argentina sea sancionada en abril por la demora en regularizar las estadísticas.
La viabilidad del programa financiero y monetario es decisiva para doblegar las expectativas de inflación a pesar del gradualismo. Prat-Gay es explícito en su defensa de esa estrategia. Ante la Amcham dijo que esa vía está dictada por "restricciones sociales y políticas". Y aclaró: "Con todo respeto por muchos analistas que nos critican, hay que recordar que estamos gobernando, no emitiendo un informe semanal".
En el gabinete hay bastante optimismo. El índice porteño revela que, si se descuentan los aumentos estacionales y los de los servicios regulados, la escalada fue de 4,5% en diciembre, 4% en enero y 3% en febrero. Según el índice de San Luis, esa "inflación núcleo" fue de 6,5%, 4% y 2,7% para los mismos meses. Prat-Gay suele ufanarse de que se trata de un exitosísimo traslado a precios de la salida del cepo. La mitad del que siguió a la devaluación de Axel Kicillof. El otro ministro que festeja es el de Trabajo, Jorge Triaca: la conflictividad laboral ha sido 30% menos que en la devaluación kirchnerista, con el detalle de que, por primera vez en años, se garantizó el comienzo de las clases.
La inflación es un desafío principal para Macri. Fue el factor que determinó que los ajustes de tarifas se postergaran hasta esta semana. Se quiso evitar que el índice superara en algún mes el 4%. Sobre todo durante la negociación de las paritarias, que se movieron entre el 28 y el 32%.
En Hacienda esperan la salida del default para volver a formular el programa económico. Esa presentación es el punto de partida de otros anuncios. Apuestan sobre todo a uno: la devolución del IVA de la canasta básica de consumo para quienes cobran la jubilación mínima y la asignación por hijo. En la jefatura de Gabinete calculan que equivaldría al 11% del gasto de las familias beneficiadas. Es decir, el equivalente a la inflación acumulada de los últimos tres meses. En la presentación de la semana pasada, Prat-Gay reconoció que "30% de los argentinos no cuenta con lo suficiente para llegar a fin de mes".
Desde el primer día Macri vio el acuerdo con los holdouts como el nudo gordiano de su gestión. Siguió las gestiones con obsesividad. Mario Quintana y Caputo son testigos. Una tarde en que volvían de Nueva York, en medio de una negociación empantanada, Macri los hizo regresar a Manhattan desde el aeropuerto, y les pidió que no pisaran Buenos Aires sin el acuerdo.
La ventaja para Macri está en el resultado y en el procedimiento. La discusión sobre el default desbarató al peronismo. Como las provincias necesitan financiarse, los caudillos del PJ se involucran en una especie de co-gobierno.
Aunque nunca la tranquilidad es absoluta: ayer los dirigentes de las cinco centrales sindicales lograron reunir a 150 diputados ajenos al oficialismo. Es la semilla de un riesgo para Macri.
La cordialidad de un sector creciente del PJ se inspira también en el contexto. Los feligreses de Cristina Kirchner deben defender la consigna "patria o buitres" mientras se alinean con arreglo a otras opciones: "Báez o Alicia", "Cristóbal o De Sousa", "Szpolski o Garfunkel". Difícil saber qué proceso cobra más velocidad. Si la superación del default o el desmoronamiento de estructura empresarial del kirchnerismo. Mientras los senadores de la ex presidenta se envolvían anoche en la bandera de la soberanía, López, el zar del juego, era intervenido por la AFIP. Esa sincronicidad es asombrosa. El 13 de abril, mientras la Cámara neoyorquina celebre la última audiencia del larguísimo pleito con los holdouts, la abogada exitosa estará entrando a tribunales, por primera vez, a declarar. Picardías del azar. ¿O perversidades del Imperio?