Nuevas organizaciones para los nuevos tiempos.
Tengo ganas de poner un aviso clasificado en los diarios que diga algo así: “Se necesita con urgencia líderes y referentes honrados y de prestigio social para conformar nuevas entidades de derechos humanos para los nuevos tiempos de la Argentina”. Una de las conclusiones que se pueden sacar después de 40 años del golpe y de la visita de Obama a Cuba y a la Argentina, es que hay varias organizaciones no gubernamentales antiguas que han perdido el rumbo y han dejado de ser útiles a la sociedad.
Hablo de Madres de Plaza de Mayo, Abuelas y el CELS que en su momento, jugaron un extraordinario papel de denuncia y de lucha corajuda a favor de las libertades en el más amplio sentido de la palabra y en contra de todo tipo de autoritarismo.
Pero el tiempo fue pasando y los 12 años de patoterismo de estado kirchnerista lograron ponerles camiseta partidaria, vaciarlas de contenido plural y ecuménico y, en algunos casos, meterlas en el nauseabundo pantano de la corrupción.
El caso más patético y doloroso es el de Hebe de Bonafini. Después de haber sido un símbolo universal de combate pacífico por la aparición con vida de los desaparecidos y el castigo a los culpables, se fue degradando con el dinero de Néstor y Cristina y terminó tristemente, con el pañuelo blanco manchado por las estafas de Sergio Schoklender y por el desfalco que tuvimos que pagar todos de la Universidad de las Madres. Encima ayer se la vio rodeada, por dos representantes del peronismo derechoso y violento como Aníbal Fernández y Guillermo Moreno. Hebe se disciplinó en forma verticalista a Cristina y fue cómplice de la entronización del general Milani o del silencio tipo omertá frente a evidentes ladrones como Lázaro Báez.
Hebe tuvo posturas agresivas y cadenas de insultos contra la Corte Suprema, por ejemplo, cuando llamó a tomar los tribunales y apoyo militante al chavismo extremo y criminal. Dicho sea de paso, todos estos grupos hoy piden la libertad de Milagro Sala, una jefa mafiosa que le robó a los pobres de Jujuy a la que califican como “presa política” y, sin embargo, apoyan que Venezuela tenga detenidos a disidentes como Leopoldo López y una larga lista de encarcelados en la gerontocracia dictatorial de Fidel y Raúl Castro.
Con las Abuelas pasó algo parecido pero no tan grave por la ausencia de sospechas de negociados tenebrosos. Pero Estela supo ser el ariete de Cristina contra el grupo Clarín y su propietaria y no fue capaz de pedir disculpas pese a que se probó con toda contundencia que sus hijos no eran de desaparecidos como habían acusado ellos.
Había que trabajar en radio Mitre o en canal 13 o en el diario Clarín y bancarse en todo momento el escupitajo que te decía “devuelvan los nietos”. Estela hizo campaña electoral por Cristina y por Scioli. Ayer dijo que van a tener que volver a cuidar la democracia como si a Macri no lo hubiera elegido el pueblo. En esa convocatoria, además de alguien que fue por primera vez como Daniel Scioli, hubo personajes antidemocráticos como Fernando Esteche y Luis D’Elía. ¿Ellos son defensores de los derechos humanos?¿ Sus palos y cadenas, sus capuchas y actitud destructiva son un camino republicano?
En el Centro de Estudios Legales y Sociales la decadencia es más sofisticada. Ese organismo tan valioso y destacado fue copado casi totalmente por la militancia kirchnerista de Horacio Verbitsky y Gastón Chillier. Ellos infiltraron su pensamiento dogmático y sesgado en una entidad que justamente se había destacado por su excelencia técnica profesional, por no meter el partidismo adentro y por gente de la más variada procedencia ideológica, desde el humanista cristiano de centro Emilio Mignone hasta el trotskista Marcelo Parrilli. Hoy Verbitsky descaradamente y sin guardar ni las formas, es el fogonero de todo lo que haga Cristina y el que frena o ignora toda denuncia contra la actuación de la ex presidenta que hoy descansa en El Calafate. Verbitsky sigue llamando “organizaciones revolucionarias” a los grupos guerrilleros que el lideró y que produjeron brutales atentados dinamiteros y asesinaron gente y de paso advierte, como una profecía que “el gobierno de Macri va a violar fuertemente los derechos humanos” por su política económica de exclusión.
El Cels hoy casi no tiene lugar, por lo menos en su conducción, paraabogados destacados que no crean que Cristina sea una mezcla de La Madre Teresa y La Pasionaria. En el Cels hay un discurso único que investiga o amonesta solo para un lado. Perdió pluralismo y amplitud. Se hizo angosto en su mirada dogmática y eso lo fue achicando. Es una lástima que hayan dilapidado su buena imagen de independencia. De todos modos, mantiene su llegada a algunos organismos internacionales con los que construyó buenos vínculos y los subsidios de algunas fundaciones norteamericanas que le envían los dólares necesarios como para funcionar.
El entrismo que los jóvenes de La Cámpora hicieron en muchos organismos los disecó y los alineó con los aplaudidores de estos últimos 12 años.
Hoy eso se terminó. No acusan peso en la balanza de la influencia y su voz es tan débil y parcial que pocos la escuchan.
Es que con Cristina, entre otras cosas se terminaron los 70. Ella fue la última representante de esa generación en la política de las grandes ligas. Lo digo con dolor porque yo también soy de esa generación que se enamoró y se forjó en las utopías igualitarias pero que cayó en muchos casos en una violencia foquista criminal lisa y llana a la que llamaron “ajusticiamientos”.
Pero todos los liderazgos partidarios que se instalaron en las últimas elecciones fueron paridos por la nueva democracia que nació en 1983 con Raúl Alfonsín. Todos por edad y formación, están lejos de los resentimientos y las antiguas fracturas de los 70. Hablo de todos. Desde Scioli y Randazzo, hasta Margarita Stolbizer y Sergio Masa o Ernesto Sanz y Elisa Carrió pasando por Mauricio Macri, Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal o Marcos Peña.
Todos son más jóvenes que Cristina. En edad y en ideas. Y todos tienen un respeto por los valores democráticos y republicanos que en los 70 eran considerados burgueses o de la partidocracia liberal.
Por eso vuelvo al principio y al aviso clasificado. Como creo que claramente terminó una etapa de pelea y enfrentamiento encarnada por Cristina y empieza una nueva era que Macri representa con diálogo y fraternidad, creo que hay que generar nuevas organizaciones de derechos humanos que reflejen esta flamante realidad. Estas estructuras no se crean por decreto ni de arriba hacia abajo. Son construcciones naturales que van engarzando preocupaciones y liderazgos sectoriales para sumarlos en un grupo superador de todo lo conocido, multipartidario, multisectorial y nada sectario.
Pienso en una entidad que se llame algo así como “Más Valores para más argentinos” que rescate, controle, defienda y multiplique la transparencia contra los políticos ladrones; la democracia contra los caudillos mandones y monárquicos; la República contra los que quieren tener la suma del poder público y la justicia social y la sociedad más igualitaria contra los buitres insaciables que solo ven la vida como una acumulación de codicia.
¿Se entiende lo que propongo? Esos son los pilares fundamentales pero no los únicos. Faltan las personas que encarnen esas banderas éticas. Si estuviese vivo René Favaloro lo propondría como el presidente. Pero como no lo tenemos, sugiero una primera lista abierta de personalidades destacadas en distintos ámbitos que no sean activistas partidarios y que reflejen todos los matices de la sociedad. Hablo de gente como Facundo Manes, Juan Carr, Santiago Kovadloff, el padre Pepe, Diana Cohen Agrest, Graciela Fernández Meijide, Agustín Salvia, Juan José Campanella, Paolo Menghini, Pablo Lanusse, Magdalena Ruiz Guiñazú, Roberto Gargarella, Daniel Sabsay y Vicente Palermo entre otros. En fin, gente que tiene una mirada estratégica y generosamente solidaria y que hoy no está en la vida para ganar un carguito de diputado o intendente. Estoy pensando en algo superador. En una suerte de grupo de argentinos que se conviertan en custodia de estos nuevos tiempos.
Eso se llama construir más y mejor ciudadanía. Esa debería ser la nueva utopía de los tiempos que vienen. Para mirar al futuro con esperanza y parir lo nuevo. Con pobreza cero e igualdad de oportunidades, paz social sin delincuentes ni narcos y con la libertad absoluta como bandera. ¿Me acompaña? Sugiera nombres. Participe. Que mejor que hacerlo un día como hoy. Un viernes santo. Es otra forma de decir: "Felices Pascuas”.