La preocupación actual del gobierno no es más la depreciación de nuestra moneda.
La taba se está dando vuelta.
Ahora, el temor viene por el lado contrario. Preocupa la apreciación que podría tener el peso, una vez que el grueso de la cosecha ingrese al circuito comercial.
Son tres meses bravos: abril, mayo y junio. Allí, el mercado cambiario transitará con una demanda enfrentando una oferta muy elevada. En consecuencia, el valor del dólar debería evolucionar en baja.
En tal escenario, es probable que el precio local de los granos disminuya aún más por la tendencia a la baja que incentivaría (o asustaría) al productor a vender. Como cuando uno de los vacunos del rodeo encuentra la salida del corral, de a poco otros lo imitan hasta el punto que tal paso ahorca el conjunto.
La culpa no la tiene el paso, sino que la acentuación de la tendencia, el atropello.
El próximo trimestre será decisivo a resultas de la entrada de divisas de la nueva campaña. Ello provocará un cambio de tendencia en la evolución de la cantidad de reservas del Banco Central.
Probablemente, los productores liquiden por un valor aproximado de USD 7.500 millones frente a un cuadro de elevadas tasas de interés, para colocar dinero o para evitar demoras en los pagos y deudas comerciales y bancarias, y la necesidad de encarar la campaña con un nivel de inversión más elevado por el mejor ambiente de negocios que vive el campo.
¿Cómo surge esta estimación?
Si bien las ventas de soja nueva, con entrega a partir de abril, se aproxima a 4,70 millones de toneladas, la realidad es que 3,70 millones se concretaron a Fijar Precio.
Es decir que, únicamente, se han vendido efectivamente 1 millón de toneladas. Como la cosecha alcanzará un volumen superior a 59 millones de toneladas, es muy probable que al menos un 35% se venda en el trimestre próximo.
Se trata de aproximadamente USD 7.000 millones a los cuales se deben sumar las liquidaciones por maíz y trigo. Existe un alto volumen de existencias de maíz no vendidos por los problemas derivados de los ROE durante el año pasado, que se han empezado a liquidar.
De esta forma, podemos estimar una cifra total de USD 7.500 millones.
Es todo un número. Y el Banco Central agradecerá el aporte. Como un bote que pasa la rompiente y logra entrar al mar abierto, más tranquilo.
También, hay que tomar en cuenta el lado financiero. Se aproxima el arreglo con los hold-outs. Así las cosas, la avidez por dinero por parte de los gobiernos tanto en el orden nacional como en el de las provincias, así como también de las empresas, acentuará la posibilidad de emisión de deuda a nivel internacional.
Ya hay ejemplos. IRSA terminó la ubicación de otro título internacional. A su vez, YPF emitió un bono por un monto de USD 1.000 millones.
Así están las cosas. El cuadro de extrema escasez de dólares está cambiando.
Ello se notará claramente a mediados del mes entrante.
Es muy posible que, entonces, el precio de la soja (y demás granos), a nivel local, ingrese en una suerte de círculo vicioso. Quizás, antes
Por lo menos, hasta fines de junio.