En el norte de la zona núcleo, las máquinas ya han comenzado a caminar. La trilla en su etapa inicial es ahora un hecho.

Se estima que entre 57 y 60 millones de toneladas es el volumen a levantar. A ello hay que agregar el stock todavía sin liquidar que equivaldría a un monto aproximado de USD 1.800 millones.

Con tal cuadro, lógico resulta aguardar una pronunciada caída en los precios, sobre todo locales.

Hay que tomar en cuenta la incidencia de las tasas de interés en la decisión de venta por parte de los productores.

Las tarjetas de crédito rural, los descubiertos bancarios y demás pasivos, hoy, no son un tema de menor consideración pues su costo es enorme.

La decisión del Banco Central de “controlar” los ímpetus alcistas del dólar mediante la suba –ciertamente abrupta- de la tasa de interés en el sistema financiero repercute, sin dudas, en las decisiones de desprenderse de mercadería a fin de cancelar pasivos.

A ello, se une la tendencia del valor del dólar, que ahora con tasas de interés extraordinariamente altas y con la soja y demás granos ingresando al circuito comercial, se muestra en caída. Muy atrás quedaron los días donde la unidad de tal moneda llegaba a $16.

No tenemos la bola de cristal, pero no debería extrañarnos si ésta, en breve, se aproxima a $14.

Avala tal presunción, el ingreso de dólares obtenidos por parte de la provincia de Buenos Aires (alrededor de USD 1.250 millones) y la posibilidad casi cierta de finalizar el conflicto con los denominados fondos buitre.

Por ello, vale considerar la aceleración de ventas en el mercado doméstico y sus consecuencias negativas sobre los precios.

Obviamente, las líneas precedentes se focalizan en el mercado interno. Pero si miramos al horizonte del mundo, los fundamentos se presentan algo más alentadores para los precios de la soja.

En los últimos días, los fondos en Chicago, que estaban muy vendidos, y con apoyo de los mercados financieros comenzaron a operar en compras de manera visible. El cambio de tendencia entonan los valores internacionales.

A su vez, la reciente publicación de los datos del USDA revela un cuadro de oferta y demanda igual al del mes pasado, para EE.UU. Las cosas no salieron según lo esperado: los especuladores se habían ubicado con una expectativa de baja en las estimaciones de demanda en EE.UU. y mayores cosechas de soja en Sudamérica.

En cuanto al futuro, el panorama alberga cierto optimismo. Se estima una reducción en la siembra de soja, primero, en EE.UU y luego, en Brasil.

Se aprecia una clara mejora de la relación de precios frente al maíz justo cuando los productores norteamericanos toman decisiones de siembra. Así, el Foro Agrícola anual del USDA anticipó un aumento de la superficie implantada con maíz para EE.UU, en parte a expensas de las oleaginosas.

En el caso de la Argentina la caída en el área, a favor del maíz, sería pronunciada, en vista de las alícuotas que aún gravan las exportaciones del complejo sojero. Es probable que la del maíz crezca cerca de un 20% y la de la soja caiga alrededor de un millón de hectáreas. Y si no baja más aún es por la tendencia que habría para sembrar soja de segunda con la implantación previa de trigo.

Es interesante observar lo que sucede en el mercado a término. En tanto que para abril la soja hoy cotiza a USD 215, en el Término para noviembre, el valor gira en torno a USD 235. Se trata de un adicional del 15%.

Los futuros de la oleaginosa con vencimiento en noviembre en Chicago se hallan, hoy, en su nivel más alto de lo que va del año.

Tal situación, sería resultado de la expectativa favorable de los operadores sobre precios internacionales. Eso sí: sólo para una vez pasada la mitad del año.