La semana pasada planteaba, en esta misma columna, que el gobierno tenía que reducir inmediatamente la presión impositiva. Con impuestos altos nadie va a querer ingresar capitales, mucha gente quiere mantenerse fuera del sistema formal y la carga tributaria termina por ahogar la escasa actividad formal que le genera ingresos al fisco.
Allá por la década del 70 Arthur Laffer planteó una relación muy sencilla sobre la tasa de los impuestos y lo que recauda el estado. El gráfico 1 ilustra la curva de Laffer.
Como puede verse en el gráfico, en el eje horizontal están las tasas del impuesto y en el eje vertical la cantidad de impuestos recaudada. Laffer argumenta que si la tasa del impuesto es 5% la recaudación es $ 9. Si la tasa sube a 15% la recaudación crece a $ 24 y así sigue subiendo la recaudación impositiva a medida que va aumentando la tasa del impuesto. Sin embargo, llega un punto en que se logra el máximo de recaudación posible. En el gráfico puse, a modo de ejemplo, que esa tasa es del 50% y se refleja en la recaudación C. Es decir, en el ejemplo planteado en el gráfico, el estado puede aumentar sus ingresos tributarios hasta llegar a un máximo de tasa impositiva del 50%.
¿Qué ocurriría si el estado siguiera incrementando la presión impositiva hasta, por ejemplo el 55%? Como puede verse en el gráfico, empezaría a recaudar $ 48 en vez de los $ 50 si aplicara una tasa del 50%. Y si el gobierno sigue desplazándose hacia la derecha a lo largo del eje horizontal, aumentando la carga tributaria, recaudará cada vez menos. Por ejemplo, si impone una tasa del 65% recauda $ 42 que es sustancialmente menos que los $ 50 con una tasa del 50% en el ejemplo del gráfico. A más presión impositiva, menos recaudación.
En los extremos, si el estado cobra una tasa de impuesto 0 (cero) recauda cero. Si establece un impuesto del 100% también recauda 0 (cero) porque la gente no tiene ningún incentivo para producir porque el estado le quitaría todo su ingreso. En el medio, entre cero y 100% la recaudación va subiendo hasta un máximo que es el punto C y luego desciende porque el premio por evadir es muy grande, la gente busca defenderse del fisco, las inversiones son menores y las empresas producen menos porque tienen un socio muy caro llamado estado.
Tengo para mí que el kirchnerismo ha llevado el gasto público hasta niveles tan disparatados que lo forzaron a aplicar una carga tributaria tan elevada que dejaron fuera del sistema formal a mucha gente. Tan alta es la carga impositiva que el generoso blanqueo de capitales que en su momento ofreció el gobierno vía los CEDINES no movió el amperímetro. Nadie blanquea sus capitales para luego ser exprimido como un limón por el estado. Sería como meter la cabeza en la guillotina.
Un blanqueo puede llegar a tener éxito si la presión impositiva no es salvaje como en Argentina y además se respetan los derechos de propiedad. Apostar a un blanqueo bajando primero la presión tributaria tiene más posibilidades de éxito.
Actualmente la economía está, como mínimo, paralizada por no decir que está en recesión. Eso significa una menor recaudación por menos actividad económica, con lo cual, sin bajar el gasto público, la brecha fiscal sigue ampliándose, la emisión monetaria no se detiene y la inflación sigue escalando.
En mi opinión el gobierno debería moverse en el sentido de la flecha DE que muestra el gráfico en vez de seguir aumentando la carga tributaria y terminar cayendo en recaudación como lo muestra la flecha AB del gráfico.
Si bien el gobierno ha anunciado algunas reducciones impositivas como el aumento del mínimo no imponible de ganancias, la eliminación de retenciones a las exportaciones y la quita del IVA a los bienes de la canasta básica alimentaria, creo que eso no alcanza. Es tal el desastre que ha dejado el kirchnerismo que hace falta algo más contundente. Diría algo más audaz en materia impositiva. Estoy pensando en una reforma mucho más profunda que simplifique el sistema tributario y las alícuotas sean tan bajas que el premio por evadir haga que no tenga sentido no pagar los impuestos. La idea es que todos paguen pocos impuestos.
El problema es que los gobiernos no buscan qué gastos tiene que hacer el estado bajo la austeridad republicana. Por el contrario, ven hasta dónde pueden explotar al contribuyente y ese es su punto de partida para el nivel de gasto público al que pueden llegar.
Puesto de otra manera, que el estado pueda recaudar hasta llegar al punto C del gráfico no quiere decir que necesariamente tenga que llegar a ese punto. Si el estado es austero en sus gastos, puede ubicarse en una tasa del 20%, recaudar $ 30 y funcionar perfectamente.
Es más, en esta competencia populista en que ha derivado la democracia, ni siquiera el gasto público tiene como límite el punto C del gráfico que es lo máximo que puede recaudar el estado y por lo tanto gastar. Gastan más de lo que se recauda en el punto C recurriendo al endeudamiento y la emisión monetaria.
En síntesis y volviendo al tema de la carga tributaria, creo que en Argentina el estado se fue del otro lado de la curva de Laffer, porque cada vez aplica más impuestos y cada vez recauda menos en términos reales.
Es una utopía pensar que con esta carga tributaria puede llegar a disminuir la evasión impositiva que, a esta altura del partido, es casi una defensa del contribuyente como lo fue la Carta Magna que le hicieron firmar al rey Juan Sin Tierra. Afirmar que primero hay que bajar la evasión impositiva y luego la carga tributaria es una forma de decir que no se quiere bajar la carga impositiva.
La pregunta que tiene que formularse el gobierno es la siguiente: ¿quiere crear las condiciones para que la economía genere puestos de trabajo o prefiere seguir manteniendo ñoquis y subsidiados? Si la respuesta apunta a responder la primera parte de la pregunta, entonces tienen que bajar los impuestos. Si la respuesta fuera, cosa que no creo en Macri, la segunda, entonces que vaya sabiendo desde ahora que no habrá recaudación que alcance para financiar a tanto vago.
Fuente: Economía para Todos