Con respeto se lo digo: deje de regar plantitas, que ya se ocuparán de ellas algunos de los miles de empleados que acaba de despedir Lázaro Báez. Deje esos videos grabados en la puerta de su casa, en los que responde espontáneamente a preguntas espontáneas hechas por turistas espontáneos. Deje las cadenas de tuits: después de haber usado a sus anchas la cadena nacional, verla a los manotazos en Twitter da un poco de cosa. Reciclemos a Cynthia García, o a Barone, y que ellos hagan ese trabajo oscuro. A usted la necesitamos acá, en primera fila. Sé que confiaba en Máximo, pero bueno, lo conocemos: es remolón. Y como que le falta oficio. No aparece nunca, y cuando aparece lo vemos sonriente en la reunión en la que se quebró nuestro bloque. Pobre, un chico tan exitoso en los negocios y, como dijo usted, invencible en la Play, quedó asociado a un estrepitoso fracaso. Ésta es su hora, Cristina. Vuelva. Como Perón. Como Tevez. Como DAlessandro. Como Del Potro. Anuncie su regreso a las arenas. Llore frente a las cámaras. Que se la vea con una pierna enyesada y, de fondo, los cuadros de Néstor y de Chávez que acaban de descolgar de la Casa Rosada. Vuelva ahora y no en seis meses, cuando, me temo, ni los colectivos van a querer pararle.
Muchas cosas las sabrá. Por ejemplo, que el kirchnerismo sigue siendo una fuerza mayoritaria. Lo que pasa es que hay un núcleo duro de kirchnerismo kirchnerista, pero va creciendo el número de kirchneristas macristas. Digamos, gente nuestra que es funcional al Gobierno, como esos 12 renegados que se fueron del bloque al grito de "¡In your face, Maxi!" O como esos cinco gobernadores infieles. También van surgiendo kirchneristas anticristinistas, tipo el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, que acaba de decir que usted "no sabe nada: el que sabía era Néstor". Además se van multiplicando los kirchneristas que funcionan, por decirlo así, en "modo avión": como que no funcionan. Es el caso de Kicillof, tan jovencito y ya tan pasado de moda. Están los kirchneristas modelo Daniel Scioli: un bajón. O modelo Capitanich: otro bajón. O modelo Sabbatella: triste, derrotado. Ni hablar de Kunkel, la Conti, De Vido... Lo mismo: un viejazo, atrasan 10 años. Por suerte, todavía nos queda Aníbal, siempre muy activo. Y le tengo una gran noticia: ¿vio que van a crear una Agencia Antinarcotráfico? Bueno, no están pensando en él para dirigirla.
Una cosa que quizás no sepa, Cristina, es que está pasando algo rarísimo con los aumentos de la luz. No me refiero a que primero eran de 300%, después 500%, después 700%, después 900% y después dejé de leer los diarios porque con 1100% tendré que decirle a mi familia que Ahora 12: ahora hay que dejar de usar no menos de 12 electrodomésticos. No hablo de eso. Lo extraño es que a pesar de ese ajuste feroz, y los próximos del gas y el transporte, ¡la gente sigue apoyando al Gobierno y la imagen de Macri está por las nubes! ¿Cómo se lo explica, señora? Usted congeló todo y tuvo que tirar el modelo económico a la basura para no pagar el precio político de una suba de tarifas, y viene este ingenierito, nos pega el sablazo y todavía lo aplauden. Realmente no sé si los argentinos se merecen que usted los vuelva a gobernar.
Su primera tarea cuando esté instalada en Buenos Aires será evitar que se nos sigan bajando soldados. Y la segunda, igual de urgente, es el salvataje del relato. El macrismo está destapando ollas y queda al descubierto que había miles y miles de empleados militantes que no hacían nada (nada más que cobrar un sueldo), que en Aerolíneas renovamos la flota sin pagar los nuevos aviones, que los trenes no tenían un sistema de frenos automáticos, que en muchas dependencias se llevaron hasta los escritorios, que por aquí y por allá aparecen casos flagrantes de corrupción, que nuestros periodistas ganaban fortunas, que en los últimos meses se dejaron de pagar cuentas para que las heredara el próximo gobierno, que se ocultaba información, que se mentía... Señora, algo tiene que hacer. Hay que ir en rescate de la mística, de la guerra cultural, de lo nacional y popular. Digamos que los militantes de La Cámpora no iban a sus oficinas porque son gente moderna adicta al teletrabajo. Que estaba previsto pagar los aviones durante el gobierno de su nieto, Néstor Iván. Que lo de los trenes fue culpa de Randazzo. Que los casos de corrupción iban a ser investigados por Gils Carbó. Que si no se paga muy bien es difícil convencer a periodistas de que dejen su profesión y hagan propaganda. Que no había mentiras u ocultamientos: se administraba la información según los más altos designios políticos. Lo que tiene que decir, Cris, es que el relato no era un verso. Dígalo usted, que de versera no tiene nada.
Termino mi carta. Señora, nos disponemos a esperarla. Por las noches tengo pesadillas horribles: sueño que usted también se dio de baja, que usted también huyó. Despiérteme con la noticia de que presentará batalla, que vendrá a reunir la tropa. Bueno, la tropa... Lo que quede de ella.