La campaña de girasol se viene desarrollando en óptimas condiciones en las
diferentes zonas que se siembra el cultivo y en varias de ellas se esperan
rindes más altos que los promedios históricos. Así lo describieron productores y
asesores consultados por Clarín Rural.
En primer lugar, Aldo Riesco, asesor privado del oeste de Buenos Aires y este
de La Pampa, recorrió esta semana los lotes que trabaja y asegura que en esas
dos zonas los girasoles rendirán arriba de los 3.000 kilos por hectárea, cifra
que supera la media de la región.
“Es un año atípico con respecto a las lluvias. Dentro del ciclo del cultivo
cayeron más de 300 milímetros mientras que con 250 milímetros alcanza para que
el girasol se desarrolle correctamente”. Y puntualizó que la clave fue diciembre
porque cayeron 130 milímetros. “Generalmente es seco y hace mucho calor”,
precisó.
Como consecuencia de las copiosas precipitaciones, el asesor afirmó que
observó durante la recorrida muchas grietas longitudinales en los tallos de la
planta. “Consultando con los especialistas del INTA me explicaron que esto se
debe al crecimiento exuberante del girasol debido a tanta humedad. Se agrietan
los tallos y se produce una puerta de entrada para los hongos saprófitos que no
afectan el rinde”, describió.
Además, agregó que otra “extraña situación”en el girasol es que hasta el
momento no se hizo ninguna aplicación contra la isoca medidora o gata peluda,
las dos plagas problema, porque no se llegaron a los umbrales de daño.
Más al centro-oeste de La Pampa, el productor Rodolfo Fava, también vaticinó
que en los lotes que sembró, los rendimientos serán mejores que la media de
aquella zona.
“Las lluvias estuvieron muy por encima del promedio. Durante 2015 alcanzaron
900 milímetros (el promedio es de 700 milímetros) y este año ya cayeron entre
250 y 300 milímetros, también arriba de la histórico”, describió.
Así, en esos lotes que tienen tosca, proyecta que se podrían obtener 2.200
kilos por hectárea. “El promedio histórico son 1.800 kilos por hectárea”, aclaró
Según relató el productor, ahora hay un pequeño ataque de gata peluda e isoca
medidora que los obliga a hacer una aplicación de insecticidas, contrariamente a
lo que sucede en el este de la misma provincia. “La idea hubiese sido sembrar
más girasol pero el riesgo a la paloma hizo que redujéramos la superficie”, dijo
Fava, pero sostuvo que si los ataques de aves no son graves, en la campaña
próxima aumentarán las hectáreas, sobre todo por la rentabilidad que deja el
cultivo.
Huevos en un nido de paloma en un capítulo de girasol en el campo de Rodolfo
Fava, en el centro-oeste de la provincia pampeana.
Por el lado del sur bonaerense, Jimena Berriolo, técnica de la Chacra
Experimental INTA Barrow, estimó que los rendimientos de girasol serán de buenos
a muy buenos. “Estarán arriba de 2.000 kilos por hectárea, superando el promedio
de la zona”, informó.
La clave, según Berriolo, para alcanzar estos rendimientos, fue la cantidad de lluvias que se registraron durante el desarrollo del cultivo y el uso de tecnología por parte del productor. “Las lluvias han sido óptimas. Desde octubre a enero llovieron más de 300 milímetros, muy cerca del promedio”, detalló.
La técnica aclaró que en noviembre y diciembre llovieron menos en comparación
al promedio histórico, pero en octubre y enero llovió más de lo normal.
“Durante el primer mes del año las precipitaciones fueron más de 100
milímetros, y además, se desarrollaron de manera continúa justo cuando el
girasol transitaba el periodo de llenado de granos“.
En el sudeste bonaerense, Gustavo Almassio, productor y asesor, describió que
en aquella región hay dos zonas diferenciadas: una es en la franja costera
(suelos sin tosca) y la otra, más alejada del mar (suelos con tosca).
En la primera el cultivo se viene desarrollando adecuadamente a pesar de la
falta de agua. “Son suelos profundos que favorecen a un mejor rendimiento. Allí,
por lo que observé, se esperan entre 2.500 a 3.500 kilos por hectárea, un rinde
normal”
Además, señaló que no hubo enfermedades y presencia de plagas. En cambio, la
otra parte del sudeste, relató que “el verano ha sido bastante seco. La cosecha
será normal y se obtendrían alrededor de 2.200 kilos por hectárea. Aquí fue más
una Niña que un Niño”.
Por último, la Bolsa de Cereales porteña dijo que finalizó la cosecha en el NEA y el rinde medio fue de 1.950 kilos por hectárea, levemente arriba del rinde del ciclo previo.