El final del kirchnerismo en el poder parece llegar en forma simultánea con el final de ese mundo que le permitió encaramarse en la cima, un escenario internacional que lo hizo posible y que venía mal desde hacía tiempo. Los atroces atentados en París, el viernes pasado, parecen ponerle fin a una etapa de la globalización. Del mismo modo que los atentados del 11 de septiembre de 2001 terminaron con el mundo que le permitió a la Argentina vivir unos siete años en permanente déficit fiscal, conectada al respirador artificial de la deuda externa.
Pero si hasta el fatídico 11-S de aquel año los republicanos
ultraconservadores de Estados Unidos querían que el Fondo Monetario
Internacional dejara de asistir a países como la Argentina y Turquía, con
argumentos que de tan nacionalistas, localistas y equivocados merecerían ser
calificados de kirchneristas, ¿cuánta preocupación podría tener la Casa Blanca
de George Bush (h.) acerca de la Argentina, cuando Occidente era atacado en gran
escala en los Estados Unidos?
Como bien dice el economista y profesor Juan Carlos de Pablo, todo tiene un límite, incluso el tiempo de los funcionarios. Por supuesto, Washington se vio obligado a no abandonar a Turquía, su base de operaciones en Medio Oriente, pero parecía que nadie tenía tiempo para atender las llamadas de auxilio de la Argentina.
La exigencia de la ultraderecha republicana, expresada en la analogía que
trazó el entonces secretario del Tesoro norteamericano, Paul ONeill, al
expresar, palabras más, palabras menos, "páguenle todo al FMI y no pidan más
dinero, que terminan poniendo los plomeros y carpinteros norteamericanos", fue
rigurosamente cumplida por Néstor Kirchner y completada por su viuda, que les
cobró el impuesto a las ganancias hasta a empleados argentinos sin calificación
que hacen horas extras para poder incrementar sus ingresos.
¿Habrá alguien dispuesto hoy a concurrir a algún foro internacional de las principales potencias para escuchar el pedido de apoyo de la Argentina, que quiere seguir sin pagarles a los acreedores (los llamados holdouts) que ganaron el juicio en Nueva York?
Podrá decirse que la Argentina, mientras tanto, avanza, y lo seguirá haciendo, con sus propias alianzas. Como por ejemplo con China. Pero Pekín tiene su propia agenda. Y hasta podría decirse que todos los caminos para buscar una salida que incluyan a China conducen al FMI.
Los chinos están a punto de lograr que su moneda, el renminbi o yuan, sea incluida en la canasta que en la práctica funciona como la moneda del organismo multilateral, llamada derechos especiales de giro (DEG).
Un estudio técnico del Fondo dio hace pocos días luz verde, y la directora gerente del Fondo, la francesa Christine Lagarde, lo respaldó. De modo que el yuan podría el año próximo ser la quinta moneda que integra los DEG, junto a la libra esterlina, el yen, el euro y el dólar de los Estados Unidos.
¿Querrían los chinos arriesgarse a apoyar a un país que no sólo se burla de sus propios ciudadanos sino también de los organismos multilaterales que integra falsificando estadísticas? Pareciera que si Cristina Kirchner hubiera conseguido ser "eterna" y quedarse mediante la re-reelección que pedían los fanáticos, también habría debido resignarse al cambio de políticas.
Los ataques terroristas de París agregan una gran dosis de incertidumbre a la que deja el kirchnerismo con sus fracasos económicos. Ayer hubo mercados en Dubai (el mayor de los Emiratos Árabes Unidos) y la caída de las acciones reflejó el nuevo escenario. Antes del viernes la baja del precio del petróleo ya estaba creando inconvenientes.
Tampoco eran del todo buenas el viernes por la mañana las noticias sobre la Unión Europea, que en el tercer trimestre del año mostraba un crecimiento más lento que en los dos anteriores. Pese a lo cual había anuncios de inversiones, como la compra de trenes AVE españoles por 1400 millones de euros por parte de la operadora ferroviaria ibérica Renfe.
Arabia Saudita proponía a los españoles acelerar la ejecución del contrato para construir un tren de alta velocidad, justamente un AVE, que una la ciudad de Medina con La Meca. No hay noticias aún de qué ha pasado con esta millonaria obra tras los atentados de París y los anuncios de guerra total contra EI.
Un escenario de guerra abierta como el que parece avecinarse en Medio Oriente y su influencia, por ejemplo, en el turismo -que estuvo ayudando a España a recuperarse- tendría efectos que habrá que ver para evaluar. Lo que pase con el dólar y el euro influirá en las tasas de interés y en el valor de las materias primas.
Un superdólar y materias primas devaluadas es lo último que necesita la Argentina para salir del pozo en que la deja el kirchnerismo.