En nuevo salto competitivo dio la agricultura argentina esta semana con el
anuncio, por parte de la presidenta Cristina Kirchner, de la aprobación de dos
eventos transgénicos desarrollados por científicos argentinos con el apoyo de
empresas locales.
Se trata de la soja resistente a sequía, desarrollada por un equipo de científicos liderado por la doctora Raquel Chan, de la Universidad del Litoral, y del Conicet, y de la papa que combate el virus PVY.
En el caso de la soja, la licencia de uso y explotación está en manos de
Indear, empresa nacida de la alianza del Conicet y la firma Bioceres, integrada
en su mayoría por productores agropecuarios. Con la papa, también fue
desarrollada por científicos del Conicet y será comercializada por Tecnoplant,
del grupo Sidus.
Con la soja, hace varios años que la doctora Chan y su equipo venían trabajando el aislamiento y caracterización de un gen del girasol (HAHB-4) que le confiere a otros cultivos la capacidad de soportar condiciones de estrés hídrico y de salinidad.
Luego de diversos ensayos en laboratorio y a campo, y de atravesar todos los pasos del proceso regulatorio establecido por la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia) el nuevo desarrollo recibió la aprobación definitiva.
Según explicaron en Bioceres no será lanzado todavía al mercado, ya que se espera la aprobación de China. Como sucedió con la soja resistente a insectos y maíces transgénicos, el gobierno argentino decidió adoptar la política "espejo" respecto con China, el principal importador de soja del mundo.
En este proyecto, Bioceres tiene un joint-venture con la empresa norteamericana Arcadia. Y, entre otros lugares ya fue patentado en Estados Unidos.
El CEO de Bioceres, Federico Trucco, dijo que se estima que la soja resistente a sequía permita un incremento de 14% en los rindes y que se beneficiarían principalmente los campos marginales. En Bioceres están llevando adelante investigaciones sobre trigo resistente a sequía y con alfalfa resistente a glifosato y de bajo contenido de lignina. En este proyecto participan Monsanto y Forage Genetics International (FGI).
La aprobación de la soja resistente a sequía fue celebrada anteayer en un acto organizado por la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), que agrupa al compañías de la bioeconomía.
"El país necesita de este nuevo paradigma de colaboración entre las universidades, los científicos, el sector público y las empresas", dijo Hugo Sigman, presidente de la CAB.
Sigman, que con su grupo Insud también participa de Bioceres, consideró que el agro tiene mucho potencial para desarrollar la vinculación entre la ciencia, el sector público y el privado.
Reconocimiento
El presidente de Bioceres, Marcelo Carrique, destacó la necesidad de contar con un sistema que reconozca la propiedad intelectual de los desarrollos de mejora genética y biotecnología. "Estas tecnologías no tienen sentido si no hay retribución", expresó. "Hoy hay un sistema que establece el cobro en semilla y en destino, es perfectible y necesitamos seguir trabajando en conjunto para desarrollarlo", destacó. Curiosamente, entre los presentes se encontraban el presidente de Monsanto en la Argentina, Luiz Beling, y el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere.
Más allá de esta polémica, el ministro de Ciencia, Lino Barañao, elogió la vinculación entre los investigadores y el sector privado. "Esto es reflejo de la maduración del sistema productivo porque necesitamos de una economía basada en el conocimiento", sostuvo.