Todavía nadie puede predecir qué ocurrirá con las cotizaciones de casi todo, porque en algunos casos, en tan sólo 72 horas se generaron bajas de más del 15%. A pesar de que el gobierno del gigante asiático está tomando medidas para paliar este oleaje de ventas accionario, los inversores no se sienten seguros quedándose con papeles en sus porfolios. Algo similar ocurre en otros países, donde los fondos de inversión han preferido asumir pérdidas antes de que los valores continúen bajando. De esta forma, no sólo bajaron las acciones, sino también los comodities agropecuarios, el petróleo y los metales preciosos. Algunos analistas se preguntan dónde irá el dinero de dichas ventas. Los inversionistas se quedarán líquidos esperando el momento de salir a comprar nuevamente o directamente compraran otras cosas, como bienes inmobiliarios, bienes muebles o arte. Pero en definitiva, el mundo comenzó a temblar, donde todos los países del urbe están sintiendo los movimientos de sus economías. Algunos en mayor medida que otros, pero a todos golpea el actual escenario mundial.
En nuestro país, seguimos inmersos en una gran inundación ideológica. Fuera de las circunstancias puntuales que afectan a más de 700 mil hectáreas de la provincia de Buenos Aires, las inundaciones que damos cuenta en este informe son las que anegan los pensamientos de los políticos de turno, que continúan haciendo lo mismo que hace 10 años, sin caérseles una idea, o la intención de realizar cambios de rumbo en las políticas económicas de nuestro país. El sector productivo nacional se encuentra recorriendo uno de los peores momentos de la historia argentina. La falta de libertad en los mercados hace que los precios no sean conformados transparentemente, generándose valores más bajos a los equivalentes con las cotizaciones internacionales. El cepo al dólar hace que aquellos que exportan tengan menor ingreso de pesos por sus ventas al extranjero, no pudiendo cubrir sus costos. Los importadores prácticamente no pueden realizar su trabajo porque las autoridades no dan las autorizaciones de venta (DJAI) y si las obtienen, luego no pueden adquirir los dólares para pagar a los países compradores.
No existen posibilidades de vender al extranjero libremente los saldos de exportación de todos los productos agropecuarios argentinos. Porque los permisos los deciden funcionarios de turno dentro de sus posibilidades de análisis de situación, siendo estas decisiones habitualmente desafortunadas en el tiempo y en los volúmenes. Continuamos perdiendo participación en los mercados del mundo, un poco porque cada vez se produce menos (caso el trigo) o por las restricciones a las exportaciones, que hicieron que otros países productores ganen nuestros mercados de exportación (caso Uruguay y Brasil). No se hicieron, ni se están haciendo las obras de infraestructura necesarias para que el sector productivo tenga las posibilidades de mejorar y aumentar las cifras de producción. No se hicieron caminos, rutas ni autopistas. No se hicieron las obras hidráulicas para evitar lo que hoy ocurre en la Provincia de Buenos Aires.
Los argentinos nos hemos acostumbrado a ir perdiendo de todo de a poco. Y es como que nos fuimos acostumbrando, sin darnos cuenta verdaderamente lo que hemos perdido o dejado en el camino.
El mundo cruje poniendo en alerta a los grandes entendidos del tema. Y
rápidamente se intenta tomar medidas para solucionar los problemas.
La Argentina continúa inmersa en un mar de desconocimiento y dudas, sin saber
qué hacer para tratar se salir de estos anegamientos ideológicos, sin reaccionar
ante los inconvenientes que tenemos desde hace 10 años.
Las últimas lluvias fueron las que inundaron a Buenos Aires. Las precipitaciones de ideas erróneas y medidas equivocadas de los últimos 10 años han inundado a toda la Argentina.
Por Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De todo un poco Agro