Casi en forma monótona los periodistas suelen preguntarle a los candidatos si, en caso de ser electos presidentes, van a devaluar. Obviamente que si dicen que no van a devaluar nadie les cree, pero si dicen que van a devaluar probablemente espanten a los votantes, con lo cual la conversación se transforma en una evasiva para no llegar al problema de fondo respecto a este punto.
A la pregunta de si va a ver una devaluación, la respuesta es: el gobierno ya devaluó. ¿Qué se entiende por devaluar desde el punto de vista económico? Que una determinada mercadería o servicio perdió valor. Vale menos. Se devaluó respecto a otros bienes y servicios de la economía.
Ahora bien, como decía antes, el gobierno ya devaluó el peso porque con $ 100 cada vez puede comprarse menos bienes y servicios. Imagino que no hace falta que recurra a datos estadísticos para afirmar que con $ 100 Ud. compra menos mercaderías cuando va al supermercado que lo que podía comprar 12 años atrás con un Roca, y eso que hay controles de precios, precios cuidados e infinidad de regulaciones de precios. Si Ud. puede comprar menos bienes y servicios con la misma cantidad de pesos es porque la moneda ya se devaluó.
Es cierto que con la misma cantidad de pesos Ud. también puede comprar una menor cantidad de dólares que 12 años atrás, pero el punto es que con $ 100 compra muchos menos bienes que dólares. En otras palabras, el peso se devaluó mucho más contra los bienes y servicios que contra el dólar. En rigor hay una gran distorsión de precios relativos. Por ejemplo, por un litro de leche hay que entregar muchos más pesos que por un Kws de electricidad o que por un dólar. El peso ya se devaluó, perdió valor, frente a todos los bienes y servicios de la economía incluso frente al dólar, el punto es que frente al dólar perdió menos valor que frente a otros bienes y servicios porque el gobierno utilizó diferentes mecanismos para que, artificialmente, el peso no perdiera tanto valor frente al dólar. Estableció diferentes tipos de cambio, frenó importaciones, puso el cepo cambiario y toda una batería de regulaciones cambiarias.
En rigor en una economía libre, con disciplina monetaria y fiscal, los precios relativos cambian permanentemente, entendiendo por precios relativos cuantos bienes hay que entregar a cambio de otro. Piense el lector el tema de los precios relativos en términos de trueque. Cuántos kilos de carne hay que entregar para recibir una tonelada de trigo. O cuanta soja hay que entregar a cambio de un tractor y así sucesivamente. Los precios relativos cambian permanentemente porque se cae la demanda de un bien porque se modificó la moda, las costumbres, hubo una sequía o cualquier otro factor intrínseco al mercado.
Si uno piensa la moneda como lo que es, una mercadería más que sirve como medio de intercambio ampliamente aceptada y como reserva de valor, la mercadería moneda tiene un precio relativo respecto a todos los bienes de la economía y respecto a otras monedas.
Ahora bien, una cosa es que ese cambio de precios relativos entre la moneda y los otros bienes y el dólar ocurra por causas intrínsecas al mercado y otra muy diferente es que cambien o no cambien por los caprichos del burócrata de turno. En el primer caso los cambios en los precios relativos se dan por las valoraciones de las personas. Cada uno de nosotros al comprar o dejar de comprar de acuerdo a nuestra particular escala de valores determinamos el precio de cada bien en el mercado. En el método del burócrata, éste ignora las valoraciones de las personas, se pone cual Dios por encima del resto de las ciudadanos y determina, manu militari, el precio de cada bien armando una estructura de precios relativos a su antojo. Decide qué bienes y servicios tienen que subir más y cuáles menos.
Esto es lo que ha hecho el kirchnerismo a los largo de 12 años, manejar manu militari los precios relativos. De esta manera hizo que el peso se devaluara más contra ciertos bienes y servicios que contra otros. Por ejemplo, como decía antes, decidió que el peso se devaluara menos frente a la provisión de energía que frente al litro de leche o se devaluara menos frente al dólar que frente al kilo de asado.
De manera que la devaluación del peso ya la hizo el gobierno, solo que en el caso del dólar no permitió que se tradujera en un precio de mercado. El gobierno “pisó” ese precio en forma artificial.
Ahora bien, esta distorsión de precios relativos que generó el kirchnerismo, en particular con el dólar, no es indiferente para el sector productivo. Dado que el peso se devaluó menos contra el dólar que contra otros bienes y servicios, se produjo lo que los economistas denominamos atraso del tipo de cambio real. ¿Cómo afecta esto a la producción? Por ejemplo, el que produce soja vio que el incremento de sus costos en dólares en el transporte, en los impuestos que tiene que pagar, en los insumos y en los trabajos de laboreo fueron muchos mayores al precio en dólares que recibe por cada tonelada de soja. Esto ocurrió, en distintas proporciones con todos los bienes transables traduciéndose en una caída de las exportaciones. Las economías regionales están colapsadas por este motivo, pero también en sector agrícola, el industrial, el turismo, etc. El resultado de haber devaluado el peso contra el dólar menos que contra otros bienes y servicios de la economía es que las exportaciones caen, se cierran empresas y la gente pierde puestos de trabajo. De manera que no solo ya se hizo la devaluación sino que también se está haciendo el ajuste. El peso fue devaluado por el gobierno y el ajuste recae sobre el sector privado porque la economía argentina es artificialmente cara en dólares cuando se compara con otros países.
Lo que uno puede preguntarse ahora, no es si va a haber una devaluación porque ésta ya la produjo el gobierno dado que le quitó valor al peso. La pregunta es, ¿cómo se traducirá esa devaluación ya hecha por el kirchnerismo en el tipo de cambio oficial que el gobierno tiene “pisado”? La respuesta a este interrogante depende del plan económico que se implemente, de la credibilidad que tengan las personas que implementen ese plan económico y de la confianza que despierte el nuevo gobierno en la gente.
Por eso, los periodistas deberían dejar de preguntarles a los candidatos si van a devaluar, para empezar a preguntarles si van a seguir devaluando el peso como lo vienes haciendo el kirchnerismo.
Por Roberto Cachanosky
Fuente: Economía para Todos